CAPITULO V

RELACIONES TERRITORIALES Y CONSTRUCCIÓN DEL ESPACIO LOCAL Y REGIONAL.

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Las relaciones sociales constituyen en gran medida las características intrínsecas de lo que denominamos territorio. Están dadas, en el espacio, a partir del cumplimiento de satisfacción de necesidades de carácter concreto y simbólico. Para Milton Santos (1986) el espacio es una construcción social que incluye a los procesos históricos y los modos de producción. A su vez, Santos dice que la formación social está condicionada por la organización del espacio que a su vez depende fuertemente de las formaciones económicas y sociales. Dirigiendo el tema hacia lo local, Santos hace hincapié en que el espacio reproduce a la totalidad social "en la medida en que esas transformaciones son determinadas por necesidades sociales, económicas y políticas. Así el espacio se reproduce en el interior de la totalidad..." (Santos 1986)

En el marco de nuestra área de estudio las relaciones sociales demuestran un fuerte impacto en la construcción del territorio y dan a luz caracteres propios de una particularidad de la creación de un nuevo espacio local que se basa en la resistencia y acomodación constante a profundos cambios o transformaciones económicas y políticas. Como ya hemos adelantado más atrás, los cambios en la estructura de ordenamiento regional y local han impactado en la morfología de las localidades.

Pero por su parte, esta morfología no tiene solamente que ver con sucesos ordenados por lo foráneo, por la administración de gobierno central en La Plata o Buenos Aires, sino que esta morfología posee el sello fuerte de lo local, tanto en su construcción como para su desarme o abandono.

En esta misma línea pensamos que el sentido de elegir el período 1976 – 2004 resulta nada caprichoso. Más allá de los períodos cíclicos económicos intervensionistas y aperturistas de la economía nacional, entre 1976 y 2004 se produjeron cambios en la estructura productiva local que de modo constante se reflejó en nuestras entrevistas. En las entrevistas realizadas a adultos mayores de 50 años se vislumbran dos momentos: un primer tiempo que finaliza a mediados de la década del 70 con una producción local concentrada en chacras y pequeños productores arrendatarios y servicios a las producciones locales. Reproducimos algunos pasajes de las entrevistas:

"- en San Agustín, por los ‘60 y ‘70 había más de 6000 habitantes permanentes (6)- (...) -La mayor cantidad de personas venían en la época de la cosecha de la papa, cuando se cosechaba bien, y dejaba mucha plata. Venía gente de todas las provincias, muchos santiagueños y del norte... pero la papa es como una lotería... a veces te podía dejar como un rey y te comprabas dos campos más, o si te iba mal, tenías que vender todo... si no te quedaba hipotecado..."

Las décadas de 1980 y 1990 marcan un segundo tiempo en el que se comienzan a generar cambios funcionales que son acompañados por un viraje en la producción local, en el sentido del modo y el producto. Un informante, durante un viaje en camioneta por la zona explicaba:

"-Acá (por Mechongué) lo que mató todo fue el campo, porque la gente que tenía una chacrita no podía ya sustentarse, los costos aumentaron y la papa ya no te dejaba mucho... en los ‘80 se empezó a cultivar mucha soja. Hay que ver que para la papa por ahí necesitabas una cuadrilla de 20 personas, que algunos venían con sus familias... pero para la soja, con 2 o 3 ya está. Lo que sí siguen viniendo son los contratistas con las máquinas."

Tanto para la población de Mechongué como para la de San Agustín –según los entrevistados- el problema reside en que, como dicen sus habitantes, "aquí ya no había mucho para hacer". El sector agrario ya no demandaba mano de obra y los pequeños productores no obtenían ganancias para sostenerse.

Ante lo expuesto nos enfrentamos ante dos modelos proyectados sobre pequeñas comunidades locales permanentes.

Relacionado con el tema, Reboratti (2001) menciona al problema de la exclusión social-territorial reflejada en tres dimensiones: 1- aislamiento, con respecto a la sociedad global, 2- debilitamiento de vínculos y redes y, 3- emigración en busca de mejoramiento de la situación, lo que implica una pérdida de elementos positivos en la composición de la comunidad.

Los tres puntos mencionados se observan en Mechongué y San Agustín. El aislamiento está dado a partir de la exclusión de la mano de obra que expulsa población y debilita vínculos y redes sociales. Paralelamente, se esfuman los elementos sociales que componen la comunidad en un periodo particular.

Pero consideramos que esta pérdida de elementos constitutivos no es absoluta. De hecho ambas localidades, a pesar de los cambios globales productivos, subsisten, mantienen actividades propias (aunque a veces mínimas) y vinculares con el entorno regional.

Paralelamente a lo mencionado, el Estado ha efectuado reformas con impacto en el territorio entre las décadas del 1970 y 2000. Quizás una de las más visibles en lo local esté constituida por el cierre de los servicios de pasajeros del ferrocarril. Además de esto consideramos que, sobre todo en la década de 1990, la desregulación de los servicios públicos constituye un ítem relevante. Los servicios pasan de cumplir una función social a la procura de rentabilidad, y estos sectores rurales y de baja densidad poblacional no otorgan dicha rentabilidad. Ante esto, las inversiones locales en servicios se ven coartadas por la lógica de mercado que impera en lo global.

Volviendo a Reboratti (op.cit) se conforman dos territorios contrapuestos: los incluidos en la lógica global y los excluidos de esta lógica, aunque inmersos en ese funcionamiento de mercado con impactos negativos en lo social y económico.

No obstante ello, estos territorios excluidos, producen resistencia o intentan incluirse. Estos actos se generan particularmente con la participación de la sociedad local en la protección del patrimonio, como es el caso de la manutención del edificio de la estación del ferrocarril en Mechongué; en la reproducción de fiestas locales ["del Reencuentro" en San Agustín y "del Camionero" en Mechongué] o en el intento de inclusión de proyectos locales en planes provinciales. [Plan Volver, Pro-huerta, etc.]

Ante esta resistencia creemos pertinente la definición de cultura que desarrolla Rodolfo Kusch (1978) "Cultura no es sólo el acervo espiritual que el grupo brinda a cada uno y que es aportado por la tradición, sino además es el baluarte simbólico en el cual uno se refugia para defender la significación de su existencia. Cultura implica una defensa existencial frente a lo nuevo, porque si careciera uno de ella no tendría elementos para hacer frente a una novedad incomprensible."

En los párrafos siguientes ahondaremos en la construcción del territorio y espacios simbólicos, pero haciendo énfasis en lo local. No en lo local como sitio, como minimización de lo regional o como caracterización del lugar micro, sino como el espacio poseedor de las características culturales propias, o como dice Kusch (op.cit), "el pensamiento condicionado por el lugar, o sea (...) un contexto firmemente estructurado mediante la intersección de lo geográfico con lo cultural."

Espacio Local:

Con respecto a la valoración de lo local y sus relaciones territoriales concretas, disponemos de datos que proporcionados por el "censo San Agustín 2004" y generados por la "Encuesta demográfica y socio-cualitativa Mechongué 2005".

Es un dato interesante saber cuáles son los lugares representativos del territorio para ambas localidades.

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Gráfico 44.

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Gráfico 45.

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En las dos localidades se observan como lugares representativos distinguidos, a los espacios públicos. En San Agustín es notable cómo el parque Idoyaga Molina (lugar de esparcimiento conformado por un área de bosque y balneario), la plaza y el centro cultural (lugar sede de la mayoría de eventos sociales locales) y la Iglesia suman más del 80 % de las respuestas. Las escuelas y los sectores de la función política no son tomados como representativos. De la misma manera, la estación del ferrocarril no constituye en lo más mínimo un espacio de representación, lo que nos sugiere que tampoco se siente como de pertenencia local.

En Mechongué los sectores representativos son más homogéneos. La escuela, la iglesia, el centro cultural y el club (que constituyen un mismo sitio) y la plaza simbolizan, según la población encuestada, a la localidad. A estos lugares se les incorpora la estación del ferrocarril, contrastando con lo observado en San Agustín. La estación es un espacio de la comunidad, apropiado, convertido en museo local y protegido por la sociedad misma como propio. Aunque ya no existan servicios de pasajeros, la estación es tomada como la cara visible de la localidad, cuidándola como representación del pasado de Mechongué. Casi intacta, la estación revela una imagen deseada, donde Mechongué es lo que en un tiempo fue. Este lugar revela en concreto la idea que mencionamos anteriormente de la "edad dorada" desarrollada por Sarlo. Pero aún podemos ir más allá acompañados nuevamente de Rodolfo Kusch. Expone el pensador, en el desarrollo de una "Geocultura del pensamiento", que "La geografía comprende las rugosidades reales, como los accidentes de la tierra. Por ese lado apunta a un modo de ser-ahí, al "para vivir", o sea al hábitat, al molde simbólico en el cual se instala el ser. (...)

Eso produce la cultura, como modo peculiar de cultivo para hacer frente al contorno. La cultura es entonces un molde simbólico para la instalación de una vida. Este molde simbólico constituye el así llamado suelo." (R. Kusch. 1978) En este sentido el suelo, el cuidado o la prolongación de una funcionalidad de suelo que otorgó un sentido a la vida local, hoy se cuida, se intenta perpetuar y resucitar para hacer frente al cambio del contorno de suelo-funcional, modificado por esas novedades incomprensibles.

Lo representativo en lugares de lo local tiene no solo un sentido simbólico de morfología, sino que posee el peso de la historia local y el sentido que los locales le otorgan al paisaje.

Referente a esto durante una entrevista a un ex delegado de San Agustín, el informante puso mucho énfasis en el rol de la iglesia. No como institución sino como lugar de discusión y construcción local.

Reproducimos lo que este informante nos decía:

-"En 1962 llegó a San Agustín el padre Germán, misionero de la sagrada familia. Hizo muchísimas cosas para el pueblo, por ejemplo en el ’66 se rifó un auto para la construcción de un colegio secundario, pero luego no se pudo hacer nada. Al final en 1990 se hizo ese colegio y la gente colaboró con fiestas y rifas para juntar dinero. Había muchos problemas entre la gente, por el tema de quién tenía que manejar la plata y quién no... pero el padre Germán los unificó, hizo que se pusieran de acuerdo todos, comunistas, anarquistas, radicales, todos...

A Germán no le importaba tanto que la gente vaya o no a la iglesia, sino más que se ayudará y que hiciéramos cosas por San Agustín!!! (...) Cuando estaba viejo y enfermo, vinieron de la iglesia, del obispado de Mar del Plata y lo sacaron, pusieron a otro, pero la gente no lo quería mucho, el nuevo quería tener protagonismo. (...) a Germán se lo querían llevar a un geriátrico, pero él decía que quería morir acá... los de Mar del Plata (obispado) se lo querían llevar a toda costa, a la fuerza, pero ganó la gente... llamamos a canal ocho, hicimos lío y al final se quedó... (...) ...se murió acá en 1997."

Cuando nos retirábamos de la casa del informante, agradeciendo su gentileza por habernos prestado su tiempo, el informante agregó:

-"yo les quiero pedir disculpas por esto que les conté... es terrible... el final es increíble, termina muriendo, se murió!!!, a mí me decepcionó el final, me hubiera gustado que fuera otra cosa, pero se murió, quedamos solos, se murió!!!"

Esto, en nos obliga a retomar a Kusch (op.cit) en el sentido de que "cuando un informante nos habla de un farol, por ejemplo, se puede tomar su discurso como un simple informe, pero el discurso en sí refiere a un sendero que debe ser recorrido para lograr un centro."

Habíamos llegado a la casa del informante con el objetivo de hablar sobre la historia del desarrollo de San Agustín (obras públicas, servicios, población, etc), y nos encontrábamos escuchando la historia de un hombre, que desde la iglesia había generado obras, pero en definitiva, el problema era ese hombre en sí. Y el informante se mostraba con mucho interés por contar la historia de Germán. Al final de la entrevista surge el centro del que habla Kusch; la idea de la muerte de Germán va más allá de la muerte de un actor social o un hombre, se presenta la muerte de las iniciativas, de la voluntad y del proyecto comunal que tenía ese hombre, y tenían todos los que lo seguían, para San Agustín. Se muere la resistencia, se la quisieron llevar a un geriátrico, el proyecto quedó solo, asilado. Podríamos decir que murió, de alguna manera la justificación de una existencia, de la continuidad, de un proyecto local en sí.

En el marco teórico y metodología adelantábamos que, para realizar las encuestas en Mechongué trabajamos con alumnos del tercer año del único Polimodal de la localidad. Luego de finalizado el operativo de encuestas, realizamos una serie de talleres quincenales en los que discutimos sobre temáticas locales. En especial se habló del despoblamiento, la posibilidad de emigrar, y el por qué o cómo, esperanzas, proyectos individuales e identidad local.

El taller fue muy provechoso para esta investigación. En síntesis, podemos decir que surgieron dos temas relevantes: la necesidad de emigrar para obtener movilidad social, y el deseo de no emigrar, dado el sentido de pertenencia a la localidad. Es decir que estos alumnos, si bien no deseaban emigrar, sí expresaban que deberían hacerlo para generar movilidad social o bien realizar trabajo no relacionados específicamente con el campo. Primero por la baja demanda laboral y por otro lado por el agrado de especializarse en otras tareas. El tema comenzó a relacionarse con el territorio, cuando -los alumnos- plantearon que de ser posible trabajar o estudiar en la ciudad (Mar del Plata o Miramar) continuarían su vida en Mechongué, ya que la emigración constaba sólo de la satisfacción de una necesidad funcional –vinculada con el trabajo- y no con las características propias del ser de la ciudad. La identidad, códigos y cultura son propios del lugar, aunque ello no representa la negación de compartir territorios alternados entre trabajo y vida local.

Este mismo tema surgió durante la presentación del Programa Pueblos en la Municipalidad de Balcarce en abril de 2006. En esa ocasión presentaron el programa, políticos municipales, provinciales y nacionales. El programa –que luego desarrollaremos más adelante- plantea generar promotores para el desarrollo local que propulsen, con la participación de toda la comunidad, proyectos locales de desarrollo de empleo y culturales. Por parte de los impulsores del Programa (Ministerio de Desarrollo Social, Municipalidad de Balcarce y la Federación de Asociaciones de Centros Educativos para la Producción Total [FACEPT]) se dieron como ejemplos de los impulsos, proyectos íntimamente relacionados con la actividad agraria (cursos de alambrador, molinero, apicultura, etc.) Entre la audiencia (con voz), había docentes y pobladores de San Agustín y Los Pinos (localidad distante a 15 kilómetros al Este de San Agustín) Los docentes plantearon también el tema del cual habíamos hablado en los talleres de Mechongué: la necesidad de incluir a la localidad en las actividades urbanas, pero no en el sentido de la emigración sin retorno, si no en la dinámica que permita ser-residente de la localidad y vivir en ella, pero con inclusión urbana. En este sentido surgió desde la audiencia como excluyente territorialmente: el transporte, la unión efectiva de flujos que promueva la integración.

Desde este tema nos interesa saber en el sentido práctico, cómo se entiende desde San Agustín y Mechongué la posibilidad de desarrollo económico en las ciudades. Los gráficos siguientes muestran las respuestas locales.

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Gráfico 46.

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Gráfico 47.

Las respuestas casi resultan obvias, pero hablan también de que el desarrollo económico, el cual nosotros entendemos como posibilidad de movilidad social ascendente, se encuentra ubicado para el imaginario local, en los centros urbanos.

Los centros urbanos que se destacan por esta posibilidad se observan en los siguientes gráficos, y son en definitiva los inmediatos regionales.

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Gráfico 48.

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Gráfico 49.

Pero si bien estos gráficos hacen referencia a la posibilidad de emigración, la población posee un constante desplazamiento regional y nacional. Estos desplazamientos se demuestran en los gráficos siguientes.

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Gráfico 50.

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Gráfico 50.

Existe una relación entre los lugares de traslado y la cercanía de los centros urbanos o la disposición de los servicios. Se debe tener en cuenta que entre Mechongué y San Agustín no existe transporte de pasajeros (aunque sí ruta asfaltada) Por otra parte los servicios de ómnibus vinculan a San Agustín con Balcarce y a Mechongué con Miramar y Mar del Plata. Los motivos, que se exponen en los gráficos siguientes, dejan en claro que existe mayor desplazamiento para actividades o servicios eventuales como cuestiones vinculadas con la salud, 35%. Los motivos personales (relaciones sociales) o el trabajo y trámites no superan el 15%. El estudio, en desplazamiento continuo sólo concentra al 5% de los traslados.

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Gráfico 51.

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Gráfico 52.