Educación Especial y Salud

9- CAPÍTULO V:

Educación Especial y Salud

La educación especial es como un conjunto de acciones educativas, insertas dentro de un sistema educativo general, que tienden a la atención y sostén de las personas que presentan una dificultad para alcanzar con éxito, conductas básicas exigidas por el grupo social y cultural al que pertenecen (García Neira, S., 2009) .

Desde esta concepción, se desprende que el objetivo final de este tipo de atención educativa, será colaborar en el desarrollo máximo posible, de las diferentes posibilidades y capacidades de cada sujeto, atendiendo a las particularidades y subjetividades que atraviesan a este niño o adolescente.

Dentro de algunas corrientes pedagógicas actuales, se citan cuatro principios básicos sobre los cuales se enmarca la educación especial. Estos son:

La normalización implica que en lo posible el discapacitado debe tener los mismos derechos y obligaciones que los demás miembros de la sociedad; esto no significa negar la discapacidad, sino tender al desarrollo de las capacidades individuales de cada sujeto recibiendo atención particular a través de los servicios ordinarios y propios de la comunidad, teniendo presente que solo en los casos necesarios podrá recibirla en instituciones específicas ( escuelas diferenciales, centros de día, escuela domiciliaria, etc.)

La individualización que responde a criterios particulares en cuanto a la intervención profesional y terapéutica (curriculums adaptados, metodología especial, etc.)

La sectorización responde a que los servicios educativos especiales sean brindados en el lugar donde el discapacitado vive y se desarrolla. Es decir instrumentar los medios para que se preste servicio aún cuando no existan en el lugar instituciones específicas.

La integración que se desprende del principio de normalización, en cuanto a que en la utilización de los dispositivos de la técnica y de la organización de los servicios sociales, procurará que los discapacitados reciban la asistencia necesaria en el seno de los grupos normales y no de forma segregada (García Neira, S., 2009).

Tradicionalmente existieron dos grandes criterios a la hora de determinar quien es el destinatario de este tipo de atención.

Aún hoy, el discurso médico-psiquiátrico reduce a los síntomas somáticos la incorporación o no de una persona dentro de una categoría predeterminada de enfermedad. Aceptar este enfoque como único, para justificar la necesidad de una atención educativa especial, excluye una gran cantidad de situaciones, donde no hay ninguna alteración orgánica o biológica, y sin embargo el niño o adolescente no logra las conductas esperadas o manifiesta dificultades en su proceso de enseñanza aprendizaje.

Si bien, la opinión médica resulta fundamental en el proceso de despistaje, no debería ser el único parámetro a tener en cuenta, ya que resulta insuficiente para un adecuado diagnóstico diferencial.

El modelo puramente psicologista, se remite a parámetros psicométricos para determinar la conducta "normal" o "diferente", teniendo en cuenta aspectos estadísticos.

Desde esta visión se pretende establecer criterios o índices de medida ( el coeficiente intelectual particularmente) que fijan una barrera divisoria entre aquellos que necesitan de una educación especial de aquellos que no.

Considerar al Coeficiente Intelectual como criterio normativo excluye factores, como la personalidad o el factor socio-ambiental, provocando, en ocasiones, diagnósticos errados y generalmente discriminatorios. Es sabido, que existen sujetos con coeficiente intelectual medio (normal) y que sin embargo presentan deficiencias en otros aspectos, como la personalidad, el ajuste social, o dificultades en su proceso cognitivo, motivado por causas diferentes. Si se tomara el Coeficiente Intelectual como norma inamovible, estaríamos dejando afuera de la atención especial a una gran cantidad de grupos de población que requiere este tipo de atención, en alguno de los aspectos antes mencionados.

Por lo anteriormente citado, era necesario, un criterio más amplio, a la hora de determinar los destinatarios de la educación especial y de las acciones de salud.

Por lo cual, será preciso tomar una concepción integradora para definir hacia quién se dirige ésta e incorporar el COMO para que no sea el sujeto el que condiciones la planificación de las actividades. Los criterios diagnósticos no se explican exclusivamente desde un punto de vista médico o psicológico, sino que son de naturaleza socio-ambiental, como un criterio más en el momento de definir la atención educativa/sanitaria especial.

Ampliando de esta manera, el criterio diagnóstico, estamos considerando, no solo los diferentes factores que inciden en el desarrollo de los niños, sino también la temporalidad o permanencia de la dificultad, y en base a este análisis, establecer el tipo y duración de la atención especial. Es decir, considerar también el factor temporal, ya que en ocasiones, un diagnóstico médico condiciona en forma permanente la decisión de una escolarización diferencial; cuando puede ocurrir, que al modificarse ciertos factores, el panorama puede variar y el niño podría acceder a una escolaridad común, con el apoyo pedagógico adecuado.

Como ejemplo de esta postura socio ambiental, existen casos documentados de niños que presentan un retardo o deficiencia en las mediciones de inteligencia, sobre todo en lo que a pruebas verbales se refiere, y sin embargo se desempeñan de una forma adaptada dentro del contexto cultural propio, en general, pertenecientes a sectores marginales. Desde un criterio absolutista, dichos sujetos, presentan una deficiencia, que si bien existe, no refiere a una dificultad cognitiva o intelectual, sino más bien a una dificultad de orden social. Desde este punto de vista, estos niños, quedan catalogados muchas veces como deficientes (rotulo que solo en contados casos puede ser superado) cuando en realidad no lo son. Por lo cual, planificar en promoción de la salud a través de la educación implica una mirada del sujeto y su entorno, y no solamente de las dificultades que este sujeto manifiesta.

Es necesario, en consecuencia, que la comunidad educativa y la sociedad en general, abandone la postura de considerar el Coeficiente Intelectual como barrera divisoria entre quienes necesitan educación especial y quienes no o bien aquéllos que por sus características necesitan atención diferenciada de su salud cuando el problema es otro.

Se debe considerar que la conducta de los niños y adolescentes esta condicionada por tres aspectos: la maduración, el aprendizaje y el ajuste social.

Los tres influencias la Educación para la Salud, los saberes, la metodología a aplicar, etc. Estos aspectos pueden verse alterados por causas biológicas (genéticas o hereditarias), por factores biológicos actuales o por los factores psicológicos propios de cada sujeto, que hacen referencia a la subjetividad particular de cada niño/ adolescente. A dichos factores debemos incluir: las causas sociológicas o culturales que inciden en el desarrollo de conductas que pueden dificultar el satisfactorio desenvolvimiento social.

Por lo tanto el criterio que separa a los niños/adolescentes que necesitan atención educativa particular no debe ser solo la inteligencia, sino que debería sumársele otros aspectos; logrando una óptima integración de criterios médicos, psicológicos y socio-culturales.

Este planteo requiere que los profesionales encargados del diagnóstico amplíen la visión y se encaminen hacia una concepción interdisciplinaria, que no deje afuera a quien realmente necesita de nuestra ayuda (García Neira, S., 2009).

La visión, enfoque y paradigmas en los que la Educación Especial se apoya para la implementación de sus prácticas, en una educación integral e inclusiva, supone una mirada amplia y detallada de la temática, donde tanto sujetos como contextos se modifican mutuamente en procesos de construcción dinámica, en pro de cambios posibles que beneficien a TODOS, y nos coloquen en niveles de real participación y no de mera consulta.

Los principales desafíos de la Educación Argentina para el siglo XXI, según la realidad del país y las condiciones socio-políticas-económicas, que han contribuido a la configuración del sujeto actual de la educación, difieren diametralmente con el sujeto de la Escuela tradicional, mirada desde una perspectiva positivista y lineal.

La atención de la diversidad

La diversidad no solo implica pluralidad, heterogeneidad sino que en algunos casos también implica Necesidades Educativas y Sanitarias Especiales y discapacidad.

Al hablar de Instituciones Educativas y de Salud Inclusivas se habla dell planteamiento concreto de proyectos de ejecución sistemática de capacitación, perfeccionamiento, actualización e inclusive revisión de las formaciones académicas de los profesionales de la Educación y la Salud en su formación superior, que faciliten el cambio de mirada, descentrándose del sujeto como sujeto de dificultad, de no poder, etc., para pasar a la consideración del sistema educativo/sanitario en si mismo, puertas adentro con el propósito de replantear, plantear, evaluar, qué aspectos, modalidades, tradiciones etc, obstaculizan la posibilidad de mirar de modo interrogativo, ¿qué es necesario modificar y rever para encontrar respuestas educativas coherentes y oportunas para TODOS LOS ALUMNOS, desterrando el concepto de la homogeneización para atender a la singularidad de los sujetos, atendiendo los distintos ritmos, capacidades, posibilidades, etc., como alumnos y como pacientes, en la escuela y en el hospital, en el aula y en el consultorio.

La responsabilidad del estado como garante de salud y educación publicas y de calidad para todos, enfatiza su recuperación permitiendo la revalorización del rol docente desde sus incumbencias, acciones, lugar, profesionalización, entre otras, lo cual contribuiría al aumento de la calidad educativa, en todas sus dimensiones, y del rol del profesional de la salud con actividades externas a los muros de sus consultorios, compartiendo con otros y comprometiéndose por la salud de grupos de riesgo.

Partiendo del derecho que todo ser humano tiene a la educación y la salud y descontando los beneficios de la educación y la salud a todo aquel que accede a una formación académica, sabiendo que el acceso a ellas habilita a las personas a una conciencia ciudadana, el derecho a elegir, participar activamente como gestor de cambios, ejerciendo responsabilidad en cada cosa en la que participe y activando conceptos de justicia social y mejorar su calidad de vida.

El perfil de la figura del maestro, del médico, del odontólogo, etc., debería responder a la de un mediador, que atienda las diferencias, las capitalice, y las oriente al logro de los mejores resultados, que pueda utilizar los andamios que sean necesarios en el acceso a los distintos aprendizajes, sin perder de vista una mirada holística de los sujetos, que favorezcan también los distintos niveles de interacción entre pares, actores de los procesos de enseñanza – aprendizaje.

Con relación a este último punto es preciso no dejar de tener en cuenta la diversidad del sujeto de la educación, que aún visto desde una perspectiva de las necesidades educativas especiales o desde la discapacidad, pueda tener acceso a recorridos curriculares diferenciados que le aseguren su paso a otros sistemas educativos ya sean formales o no formales, de iniciación a la vida laboral, de transición a la vida adulta o inserción laboral, que le permita involucrarse en su propia autonomía y autocuidado, lo cual no implique por el solo hecho de ser distintos el ser contemplados con connotaciones peyorativas o de inferior calidad, o accesos a servicios deficitarios. De este modo se procedería a sostener, favorecer y propiciar, estructuras inclusivas en todos los ámbitos de la vida misma, logrando trascender los límites de la formalidad de un sistema.

Más allá de la organización de la oferta educativa que ofrece la provincia de Mendoza (de avanzada en algunos aspecto al resto de las provincias del país), es importante acotar la discusión a las características de la oferta educativa en relación a los niños de 0 a 4 años con necesidades especiales.

Por tanto es prioritario dentro de la educación especial ampliar los servicios de Atención Temprana. En principio corresponde conservar la inclusión de la población infantil en edad temprana que posea diagnóstico que determine el origen orgánico de la patología.

La responsabilidad del estado se centra en garantizar la oferta del servicio educativo y sanitario que corresponda a las necesidades detectadas, sobre todo en aquellas zonas donde no hay otras oportunidades de atención. Para esto se hace indispensable atender al mejoramiento y optimización de los recursos físicos, materiales y humanos; lo que implica un entrelazado interdisciplinario formado adecuadamente desde las Instituciones de Educación Superior.

El recurso humano con alta cualificación profesional es indicador de calidad de los servicios, se hace prioritario sobre todo para aquellos profesionales y educadores que se desempeñan en los servicios de atención temprana.

Desde el plano estratégico, para integrar a niños y niñas con necesidades educativas especiales, sería totalmente contradictorio plantearlo fuera del marco de atención a la diversidad, donde se debe asegurar la formación de docentes, médicos, odontólogos y otros profesionales del equipo de salud, desde conceptos, tales como: la concepción del sujeto de la educación, integración, inclusión, respuestas educativas, entornos comunitarios, singularidad, igualdad de posibilidades, derechos y obligaciones, diversidad, mediación, inteligencias múltiples, andamiaje, entre otros. Esto debe estar presente desde la formación de formadores y transversalizar de modo permanente el perfeccionamiento profesional en todos sus niveles. La integración ya no puede ser una opción de pocos, si el estado garantiza, el reconocimiento de esta labor, desde todos los actores implicados en estos procesos sociales. Por lo cual, es importante entender que el término necesidades especiales (educativas y de salud) es un término muy amplio, donde también se encuentran los alumnos con discapacidades, y no todos juntos son sujetos de la tratamiento especial por tanto enfatizar el respeto por la singularidad de los sujetos.

Esto lleva a que el Sistema Educativo considerar espacios curriculares diferenciados paralelos, donde los alumnos integrados con discapacidad, según sus posibilidades, puedan completar su formación en espacios de desarrollo de habilidades para la vida, en el concepto de diversidad como motor de calidad educativa. Atendiendo a cada alumno desde un enfoque integral , que desarrolle al máximo sus posibilidades.

La cultura del esfuerzo en las instituciones desde el trabajo sistemático por el respeto de las diferencias dentro de un entorno cooperativo, donde todos somos capaces y podemos participar, independientemente de las posibilidades particulares de cada sujeto, con el propósito de actuar en la transformación y construcción de una sociedad más justa, que valore la igualdad de oportunidades y el derecho a las diferencias.

En Educación para la Salud y en todo proceso de enseñanza- aprendizaje, la participación de las familias, sea, cual sea su conformación, históricamente ha resultado sumamente significativa, en el desarrollo integral. Por esto se considera fundamental incluir a las familias en estos procesos de cambio, donde se les acerquen recursos contextualizados a cada nivel socio-económico- cultural con el propósito de hacerlos accesibles, próximos, y por lo tanto procedimentales, para acompañar la calidad de vida de sus hijos.

Las formas de participación de los distintos actores sociales debe ser propulsada desde la construcción y sostenimiento de redes interinstitucionales, que contribuyan a una mirada pluralista, multifuncional, que de coherencia, y enriquezca la propuesta educativa, sin perder de vista el fin último de la educación, que es el brindar educación a los sujetos, sin permitir que las escuelas se conviertan simplemente en centros de contención social, o de abastecimiento alimenticio, que atienda a los emergentes sociales y económicos del país y reduciendo la acción docente a un mero sostenimiento social, que descuide de modo progresivo, el verdadero y trascendente rol de la educación, sino que también la escuela abra sus puertas a los efectores de salud y co-participar de acciones educativas en salud. Entendiendo que el concepto de participación real dista mucho del concepto de mera consulta, donde no están incluidos los verdaderos tiempos y espacios para la participación, puesto que los criterios y decisiones ya están tomados y simplemente están siendo informados. Aspectos estos que contradicen totalmente el enfoque de una educación para la democracia y desarrollo de una conciencia ciudadana plena y participativa (Reparaz, A., 2006).

Educación para la salud

Los sucesos históricos de mediados del siglo XX, a nivel, mundial desencadenan la reflexión acerca de los derechos del hombre y promueven legislaciones que buscan la generación de políticas generadoras de cambio. Se destacan los aportes de La Declaración de los Derechos Humanos (1948), Proclamación de los Derechos de los Impedidos (1975) y la Conferencia Mundial de Educación Para Todos (1990).

Desde el ámbito científico- educativo se acuñan conceptos que van construyendo el paradigma de la Inclusión. La Declaración de Salamanca (1994) reafirma el derecho de la Educación Para Todos, "independientemente de sus diferencias particulares", impulsando la garantización de la educación de las personas con discapacidad (Dirección de Educación Especial, Gobierno de Mendoza, 2009).

El desarrollo científico ofrece enormes posibilidades  en el tratamiento de la discapacidad ofreciendo un abanico abierto de posibilidades a afecciones y patologías que hasta no hace mucho tiempo atrás se daban como irreversibles.

Los adelantos en el campo de la cirugía cardiovascular han incrementado la expectativa de vida de muchos casos que morían en edades tempranas, los avances en la comprensión de los procesos genéticos  abren un campo ilimitado en las posibilidades de tratamientos en el futuro, el diagnóstico precoz permite reducir en gran medida el riesgo de una descendencia afectada, la intervención temprana y la educación especial cambian completamente las posibilidades de integración social, la mayor comprensión de los mecanismos de producción de las manifestaciones clínicas facilita en un futuro mejores tratamientos, la cirugía estética brinda las posibilidades de modificar la apariencia física, y cada día surgen nuevas legislaciones que garantizan el derecho al pleno disfrute social de las personas afectadas. Pero a partir de la mirada de su tratamiento con un enfoque integral en la comunidad es lo que verdaderamente asegura englobar la atención de la salud de las personas con discapacidad (Pérez Álvarez, L., 2004).

La educación para la salud pareciera una práctica innovadora. Los sectores de Educación y Salud, en tanto sectores paralelos, han realizado acciones de educación para la salud, aunque se cuenta con pocas evidencias al respecto. Allí empieza el reto para explicar de una forma práctica y sencilla, pero sustentada en un marco conceptual, lo que se entiende por educación para la salud en nuestro país.

Educación

La educación es definida por el ministerio correspondiente como "un proceso de aprendizaje y enseñanza que se desarrolla a lo largo de toda la vida y que contribuye a la formación integral de las personas, al pleno desarrollo de sus potencialidades, a la creación de cultura, y al desarrollo de la familia y de la comunidad nacional, latinoamericana y mundial". En consecuencia, la educación no debe convertirse en una relación de poder ni en un vínculo excluyente entre las personas. La educación debe producirse en el contexto de una relación entre personas que buscan autonomía, preparadas para controlar y manejar riesgos, abiertas a lo novedoso y desconocido, viviendo en su entorno social y mejorándolo, mientras van tomando conciencia de sus roles personales y sociales, a la luz de los cambios del momento. La salud se constituiría como uno de los elementos clave para este desarrollo personal (Ministerio de Educación. Ley General de Educación 28044. Lima, 2003) .

Salud

La salud es definida por el ministerio correspondiente como "el estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de enfermedad o dolencia". Desde el marco de la promoción de la salud, la salud ha sido considerada como un medio para llegar a un fin, como un recurso que permite a las personas llevar una vida individual, social y económicamente productiva. Por ello, la salud es un recurso para la vida diaria, y no el objetivo fundamental de la vida. En tal sentido, se trata de un concepto positivo que acentúa los recursos sociales y personales, así como las aptitudes físicas de los seres humanos. la actualidad, ambos conceptos se combinan y cobran vigencia cuando se considera a la institución educativa como un espacio importante para la promoción de la salud.

Promoción de la salud

La promoción de la salud es entendida como "el proceso que busca desarrollar habilidades personales y generar los mecanismos administrativos, organizativos y políticos que faciliten a las personas y grupos el tener mayor control sobre su salud". Por ello, constituye un proceso político, social y global que abarca no solamente las acciones dirigidas a fortalecer las habilidades y capacidades de los individuos sino también aquellas dirigidas a modificar las condiciones sociales, ambientales y económicas, con el fin de acortar las brechas de la salud pública e individual. En tal sentido, la promoción de la salud involucra a la persona, la familia y la comunidad, en un proceso de cambio orientado a modificar las condiciones y los determinantes de la salud. La educación se constituiría como el proceso para establecer aprendizajes sobre los diversos aspectos de la salud (Ministerio de Salud. Lineamientos de Política de Promoción de la Salud. Lima, 2005).

Educación para la salud

Considerando los conceptos previos, la educación para la salud cobra enorme relevancia, al permitir avanzar desde una mirada estrictamente sanitaria hacia una integral y holística, dado que las personas son las responsables de la salud. En este sentido, se observa una concordancia entre los diferentes actores de Salud y Educación, quienes señalan que la educación para la salud aborda no solamente la transmisión de información sino también el fomento de la motivación, las habilidades personales (sociales, afectivas y cognitivas) y la valoración por sí mismo y por los demás, condiciones necesarias para adoptar medidas destinadas al control y la mejora de la salud. La educación para la salud no sólo incluye la información relativa a los factores y comportamientos de riesgo sino también aquellos datos referentes a las condiciones sociales, económicas, ambientales y políticas que influyen en la salud, por lo que se desprende que en la práctica la promoción y la prevención son complementarias e inseparables.

Es innegable que la educación para la salud es una estrategia útil e indispensable en diversos escenarios, tales como el hogar, el barrio, el municipio, los centros de trabajo, etcétera. Sin embargo, es la escuela o institución educativa el lugar más propicio para la adquisición progresiva de conocimientos, actitudes, hábitos y prácticas destinados a mejorar la salud. La institución educativa incluye a toda la comunidad educativa, en particular a los docentes y padres de familia, y es el espacio indicado para fomentar el encuentro de dos sectores tan importantes como son Educación y Salud.

Por ello, la educación para la salud debe tender a buscar el desarrollo de capacidades de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes, en el marco de los derechos, con énfasis en el ámbito escolar. Para ello, debe emplear diversos procesos de aprendizaje, tanto dentro como fuera del espacio físico de las instituciones educativas, facilitando la adquisición y práctica de conocimientos, actitudes, valores, habilidades y capacidades, necesarias para el control, la promoción y la protección de la propia salud, así como la de la familia y la comunidad.

Educación sanitaria

Según la Organización Panamericana de la Salud, la educación sanitaria es un medio para cambiar la conducta individual relacionada con la salud. En el inicio de su aplicación, se entendía que se impartía información a receptores pasivos, transmitiendo (por lo general, involuntariamente) algunas veces sentimientos de culpa a las personas por los problemas causados por su medio o su comportamiento. La educación sanitaria tendía a prestar poca atención a los determinantes sociales de la salud, a la discriminación de mujeres y niñas, a las desigualdades en la distribución y acceso a los recursos, al desempleo, a la vivienda inadecuada, al saneamiento insuficiente y a los numerosos factores económicos, sociales y culturales que crean la pobreza y perpetúan la exclusión de la salud. Tampoco tomaba en cuenta la importancia de construir y alimentar la autoestima y la confianza de las personas en sí mismas como base para mejorar la propia salud.

En la actualidad, la educación sanitaria tiene como objetivo fundamental el incidir sobre los comportamientos. En este sentido, tiene en cuenta las percepciones, creencias y prácticas de la persona, la familia y la comunidad. Además, los métodos y materiales educativos reconocen la diversidad cultural y el enfoque de género, y emplean un lenguaje comprensible y adecuado para el grupo. La educación sanitaria se dirige a apoyar y alentar las prácticas beneficiosas existentes y a desalentar aquellas que son dañinas. Para ser efectiva, la educación sanitaria debe responder a las necesidades particulares de la población a la que va dirigida.

Cuando se ejecuta a nivel escolar, capacita a los educandos para tomar decisiones favorables a la salud y para adoptar comportamientos saludables a lo largo de su vida. Los conocimientos y las actitudes relacionados con la salud no sólo aumentan el bienestar de los escolares, sino que también les permiten ayudarse a sí mismos, a sus amigos, a su familia y a la comunidad. Mucho de lo que aprenden los educandos en la escuela sobre nutrición, higiene, saneamiento y modos de vida sana llega a conocimiento de su familia y comunidad.

La concepción actual de la educación sanitaria cuenta con diversos elementos cercanos a la educación para la salud.

Comunicación para la salud

Para la Organización Panamericana de la Salud, es una estrategia clave destinada a informar a la población sobre aspectos concernientes a la salud y a mantener cuestiones sanitarias importantes en la agenda pública. Se entiende que el uso de los diversos medios informativos y la multimedia, además de otras innovaciones tecnológicas, para difundir información sobre salud entre la población, aumenta la conciencia sobre aspectos específicos de la salud individual y colectiva y sobre la importancia de la salud para el desarrollo.

La comunicación para la salud se despliega en varias áreas, entre las que se incluyen la educación, el periodismo sanitario, la comunicación interpersonal, la abogacía para la salud a través de los medios de comunicación, la comunicación dentro de las organizaciones, la comunicación sobre riesgos, la comunicación social y el marketing social. Puede adoptar muchas formas, que van desde la comunicación de masas y el uso de la tecnología audiovisual, hasta aquellas formas más relacionadas con las tradiciones y especificidades de una cultura, tales como la narración de historias, títeres y canciones; puede adoptar la forma de mensajes de salud manifiestos o subyacentes, como es el caso cuando son incorporados en productos propalados por los medios de comunicación como las series de radio y televisión.

Los avances en los medios de comunicación, en especial las nuevas tecnologías, mejoran el acceso a la información para la salud. Sin embargo, por sí mismas, no tienen un efecto suficiente para dar respuestas a las necesidades y problemas de la salud.

Alfabetización para la salud

Según la OPS, está determinada por las habilidades cognitivas y sociales que constituyen la motivación y la capacidad de los individuos para acceder a la información sanitaria, comprenderla y utilizarla para promover y mantener una buena salud. En una actualización 28 Cómo mejorar la educación para la salud

reciente, la alfabetización para la salud supone el logro de un nivel de conocimientos, habilidades personales y confianza que permiten adoptar medidas para mejorar la salud personal y la de la comunidad, mediante un cambio de condiciones personales y estilos de vida. De esta manera, la alfabetización para la salud supone más que poder leer un folleto y pedir citas. Resulta crucial para el acceso de las personas a la información sanitaria relevante y para su capacidad de utilizar esta información con eficacia.

La alfabetización para la salud tiene como requisito la alfabetización considerada de manera general. Una alfabetización general de nivel bajo puede afectar la salud de las personas directamente, ya que limita su desarrollo personal, social y cultural, entre otras razones porque dificulta seriamente el desarrollo de la alfabetización para la salud

Comparación entre los conceptos

Al analizar los conceptos de promoción de la salud, educación para la salud, alfabetización para la salud y comunicación para la salud y sus interrelaciones, se tiene como punto de encuentro la educación, definida como proceso intencional, valorativo y ético de formación de la persona en su integralidad (intelectual, emocional, social), a través de la construcción del conocimiento, la conciencia crítica y la capacidad de intervención en la realidad. Educación para la salud, alfabetización para la salud y comunicación para la salud, consideradas como estrategias de promoción de la salud, comparten objetivos y modos de actuación, pero es indudable el papel que desempeña la educación para la salud a fin de lograr una participación efectiva, consciente, responsable y ética para mejorar la salud y, por supuesto, para asegurar su sostenibilidad en el tiempo.

Educación y educación para la salud tienen como objetivo el desarrollo individual, la adquisición de la autonomía y la preparación para el ejercicio de la ciudadanía. Es específico de la segunda el dirigir sus acciones para alcanzar una mejor salud y calidad de vida. La formación y capacitación de los profesionales de la salud y educación deberían favorecer la toma de conciencia, pero son los educandos los responsables de asegurar y continuar mejorando la salud y la calidad de vida.

Entre promoción de la salud y educación para la salud hay una importante intersección, respecto a la creación de una cultura de salud, el protagonismo de la población y el estímulo a la adhesión de las personas en los procesos de implementación de políticas públicas para mejorar la salud y la creación de entornos saludables.

Dada la estrecha relación entre la educación para la salud, la educación sanitaria, la comunicación para la salud y la alfabetización para la salud, hemos tratado de extraer de los conceptos los puntos comunes, y a la vez las diferencias, que permitan comprender con mayor claridad la educación para la salud; sin embargo, debemos mencionar que cada una de estas estrategias complementa el esfuerzo de la promoción de la salud.

La educación para la salud reconoce el contexto. Asume la relación interpersonal y la importancia de los colectivos sociales, como en el caso de las escuelas.

En lo que respecta a Educación para la Salud, no son muchos los hallazgos encontrados donde el Docente de Educación Especial en su rol fundamental del proceso de enseñanza aprendizaje tome en sus manos estos saberes para mediarlos hacia sus destinatarios en el aula: los niños con discapacidad.

En el Trabajo de investigación Educación para la Salud de Jóvenes con Discapacidad Mental: Diseño, Aplicación y Evaluación de un Programa Educativo en un Grupo de Garantía Social (2000) se aúnan el campo de la discapacidad mental y el de la Educación para la Salud.

En el mismo se parte de las siguientes premisas:

  • el avance positivo de las personas con discapacidad mental en su integración,
  • se destaca como área prioritaria la formación de los jóvenes y adultos; la Educación para la Salud constituye un excelente recurso para esa formación, aunque se constata la falta de materiales didácticos apropiados para trabajar en aulas de formación permanente.

La investigación se propone dos objetivos:

  • diseñar un programa educativo de Educación para la Salud dirigido a los jóvenes con discapacidad mental y
  • aplicarlo y evaluarlo.

Luego se diseña un Programa Integral de Educación para la Salud, constituido por 8 unidades didácticas (alimentación y nutrición, higiene, prevención de accidentes, salud mental, salud sexual, drogas, salud ambiental y prevención de enfermedades) y se aplica a un grupo de alumnos (entre 16 y 21 años) de un Programa de Garantía Social durante los dos cursos (aproximadamente 18 meses de duración) que dura el mismo. Mediante un diseño cuasi-experimental, con dos grupos, se analizó la evolución de cada uno de ellos respecto a los aprendizajes adquiridos (evaluados mediante un Cuestionario de Salud elaborado para esta población), así como los comportamientos generalizados a la vida cotidiana (valorados mediante la observación y entrevistas semiestructuradas a padres y profesores).

Se llega a la conclusión de que los jóvenes que han participado en el Programa de Educación para la Salud mejoran sus conocimientos conceptuales y procedimentales así como sus actitudes en prácticamente todas las variables analizadas (unidades didácticas): 7 de 9 en un análisis al 95 % y todas al 90%. Todos los colectivos implicados (profesores, padres y alumnos) valoran muy positivamente el programa considerándolo adecuado, novedoso y con unos materiales muy atractivos y motivadores (Casado Muñoz, R., 2000).

La modificación de la conducta individual con el fin de reducir el riesgo de enfermar, o de aumentar la salud y el bienestar, es hoy el objetivo común de las diferentes concepciones de la salud pública.

El enfoque de salud pública persigue la modificación de la conducta individual, a través de intervenciones dirigidas hacia el conjunto de la comunidad, ya sea mediante estrategias políticas, o a través de los medios de comunicación u otros enfoques de tipo comunitario.

La adopción de comportamientos saludables tiene que tener en cuenta que las personas necesitan tener la información sobre qué hacer y cómo hacerlo. La información científica hace falta para fomentar la aparición de nuevas creencias que la incluyan, así como para mezclarse con las tradiciones culturales de los grupos humanos.

Las actitudes, comportamientos y valores, trasmitidos a través de la televisión, radio, prensa escrita, etc. y reafirmados por los agentes sanitarios influyen en el valor que la salud tiene para los individuos, en los comportamientos saludables que éstos exhiben, en el incremento de su motivación hacia el autocuidado y en su autorresponsabilidad con respecto a la salud.

Teniendo en cuenta esta realidad y conociendo que, tradicionalmente los programas de Educación para la Salud se han centrado preferentemente en trasmitir información (Surís, J.C., 2000) los objetivos de este trabajo son proveer de estrategias y procedimientos específicos al estomatólogo y equipo de salud de forma tal que les permitan mejorar la efectividad de los mensajes de salud y optimizar el proceso de comunicación en la Educación para la Salud dirigida hacia el individuo, la familia y la comunidad e identificar estrategias y procedimientos 

La Atención Primaria de Salud es una estrategia destinada a promover salud, así como prevenir y curar enfermedades en familias, comunidades e individuos a través de acciones en individuos sanos y enfermos, en estos últimos la finalidad es devolverles el estado de salud e impedir o reducir la posibilidad de recurrencia de problemas de salud (De Paola, D. P., 1999).

La prevención en estomatología general integral también debe ser integral y podría ser definida como una estrategia dirigida a promover salud bucal (Stempler, E., 2000).

El fomento de la salud es visto como el proceso social que se orienta hacia una mejoría de la calidad de vida y consecuentemente de la salud, que conlleva elevar el bienestar, la autosuficiencia de los individuos, familias, organizaciones y comunidades, a reducir los riesgos y tratar enfermedades.

En la Primera Conferencia Internacional de Promoción de Salud, celebrada en Ottawa en 1986, se dio a conocer que "la promoción de salud consiste en proporcionar a los pueblos los medios necesarios para mejorar su salud y ejercer un mayor control sobre la misma. Para alcanzar un estado adecuado de bienestar físico, mental y social, un individuo o grupo debe ser capaz de identificar y realizar sus aspiraciones, de satisfacer sus necesidades y de cambiar o adaptarse al medio ambiente.

En la educación para la salud participan varias disciplinas claramente diferenciadas como las ciencias de la salud, de la conducta, de la educación y de la comunicación, que serán el núcleo básico sobre el que se sustenta el programa tanto teórico como práctico de la Educación para la Salud.

Existen suficientes evidencias que muestran una gran relación entre el grado de higiene bucal y el estado de salud bucal. Es por ello que la prevención de estas enfermedades debe estar encaminada hacia el mantenimiento de una correcta higiene bucal, para evitar así el establecimiento y desarrollo de estas enfermedades. (OMS, 1989 ).

Las prácticas de higiene bucal son un asunto individual, pero es necesario educar al individuo y a las colectividades para desarrollar los hábitos que les permitan mantener una higiene bucal adecuada. (OMS, 1986) La mayoría de las personas tienen grandes vacíos en materia de salud bucal. Debido a esto, la educación para la salud constituye un elemento esencial, que tiene como objetivo promover, organizar y orientar a la población sobre lo que debe hacer para mantener una salud óptima (Añé González, B., Lamas, C., 1987).

El desarrollo del componente educativo se promueve mediante técnicas educativas al conocimiento y reflexión en temas relacionados con la salud bucal y la responsabilidad del auto cuidado como factor clave para cultivar la salud individual, de la familia y colectiva. Para lograr resultados concretos a través de la promoción hay que actuar en edades susceptibles a los cambios. Si en el período de 6 a 12 años se desarrolla el aprendizaje imitativo de la conducta y se comienza a tomar conciencia de lo que es bueno y malo se consideraría el momento idóneo para el desarrollo de comportamientos saludables, el impacto sería mayor (Pérez Borrego, A., 1987).

En estudios realizados con adolescentes de Ecuador por Dimitri Barreto y colaboradores se demostró que el pobre desarrollos de programas Educativos y de Prevención contribuyen junto a factores socioeconómicos al mantenimiento del perfil de morbimortalidad dentaria elevado (Bordoni, N., 1999).

La educación para la salud bucal debe ser considerada como el pilar donde se sustente todo programa asistencial futuro, dado que este terminaría agudizado por la alarmante diferencia entre los recursos disponibles y las necesidades existentes (Miranda, J.l. de, 2000).