Visión de Lobatera por algunos viajeros
Año 1913. A mediados de este año, es enviado al Estado Táchira como Inspector de Obras, el Dr. Juvenal Anzola. Este personaje dejó plasmado todo los pormenores de su recorrido en una obra titulada "De Caracas a San Cristóbal", donde describió con detalles precisos, la antigua ruta de Caracas - Curazao - Maracaibo - Encontrados - Estación Táchira - Colón - Lobatera - Táriba -San Cristóbal. Al referirse a Lobatera, relata: "Lobatera está situado en un Valle despejado y de rica vegetación, construidas las calles principales de este a oeste. El valle es abundante en buenas aguas, y al norte y al sur casi paralelas y a corta distancia del poblado, bajan de la cordillera del este, dos ricas quebradas, que al pie de la población, al oeste, caen en la quebrada La Parada, formando las tres vertientes el río Lobaterita/La cría ha tenido en la comarca días de prosperidad, y la segadora más implacable que las pestes y la muerte misma, la guerra, la terrible guerra, atropelló el derecho, arrebató la propiedad y los potreros quedaron desiertos, y sus dueños arruinados. Hoy la cría está prosperando, el cultivo de la caña de azúcar se fomenta, y el fruto que se obtiene de sus mieles, es blanco y de la mejor calidad que se cosecha en el Estado. Las minas de carbón de piedra muestran el mineral y se esparcen en gran cantidad cuando las lluvias lavan los flancos de algunas montañas: pronto se podrá transportar por la vía carretera esta riqueza de diario consumo../. Lobatera es alegre, el valle poético, sus contornos exhiben campos verdes, y en el espíritu de sus moradores, la luz de su sol y la alegría de aquella naturaleza viva, donde las campestres flores brillan y son exquisito adornos de matices y prodigios de fragancias. Hay en el lugar aliento de generosa vida y movimiento mercantil: conté siete tiendas mixtas, diez bodegas, ocho pulperías, un billar, una botica y dos hoteles". La primera impresión del Dr. Anzola al contemplar la población, la dejó escrita en la siguiente forma: "…seguimos costeando el Lobaterita, lo atravesamos, subimos a pie una cuesta de un kilómetro, y llegamos a una planicie, vimos un cementerio, y a pocas cuadras más allá, la hondonada de una quebrada y destacándose en la ribera opuesta en una planicie, a Lobatera con su hermosa iglesia, de artísticas fachadas, con dos torres altas y blancas coronadas con elegantes cúpulas... luego oímos el ruido de tumultuosas aguas, las pasamos y estuvimos en Lobatera".
Año 1982. De Palo Grande en adelante, nos descolgamos, cerro abajo, hacia Lobatera. Bordeamos viviendas, pequeños caseríos, huertas, cañadas, cerrejones. Las curvas se suceden a las curvas. Tenemos, de pronto, la impresión de que descendemos al centro de la tierra […] En Lobatera, como en casi todos nuestros pueblos, la plaza principal es el único lugar plano del conjunto. Desde allí, dando vueltas y más vueltas, contemplamos cómo se levanta hacia el cielo lejano, inalcanzable, siempre azul, la montaña. Cómo se desarrollan, asimismo, partiendo de la plaza, las distintas calles. Todas rectas, todas uniformes. Lobatera es una unidad urbanística que mantiene, de manera ejemplar, líneas tradicionales. Lobatera resulta, vista de este modo, una pequeña ciudad armoniosa./El templo, muy airoso por fuera, muy elegante, mezcla los más varios estilos. El frontispicio nos hace pensar en Grecia y nos hace pensar en Roma. Mucho de aquélla y mucho de ésta tiene. […] ¿No resume el templo, en buena proporción, el espíritu de ese pueblo?. Este de Lobatera, visto por dentro resulta pulquérrimo: austero en extremo; indiscutiblemente hermoso. Se nos hace, con sus esbeltas columnas y sus altas cúpulas, una pequeña catedral. /Fuera de allí nos corremos sólo unos pasos. Y hemos entrado, como manda Rafael Pombo con tanta gracia, en la casa del señor Cura. […] Es pues la casa por antonomasia. La casa de todos. La casa nuestra. Nuestra por mandato de la tradición, de la historia y de la familia. El rojo del tejado hace juego con los colores claros de las paredes; con los marrones de las ventanas y las puertas; con los ladrillos –gratísimos ladrillos- de los pavimentos en corredores, salas, recibos y alcobas; con las matas –un manzano entre todas ellas- que florecen en el patio central. De toda esta casa efunde frescura inagotable. Sobre ella parece caer a plomo, desde los cerros empinados, el cielo altísimo. […] Al salir de Lobatera, ya de regreso, y comenzar a subir hacia Palo Grande, vemos hacia el cielo, otra vez en lo más alto. Necesitamos, pues, como en el refrán. "una escalera grande y otra chiquita". En "Pueblos del Táchira" del poeta y escritor Pedro Pablo Paredes, enero de 1982.
Año 1995. Der dritte Versuch wurde uns vom Besitzer einer vermischten Warenhandlung aufgedrängt. Durch Austausch von Sprachfetzen und Gesten lockte er uns in den ersten Stock seines Hauses, die Zimmer wohl fertigverputzt und mit Fenstern versehen, aber weit und breit keine Schlafstätte. Die Gestikulation, daß der Sohn möglicherweise von irgendwo Betten herholen könnte, war uns dann zu viel. Freundlich verabschiedeten wir uns und suchten weiter, bis wir in Lobatera eine Bleibe fanden./ Dorthin verschlug es uns, als wir meinten, die Gegend rund um La Gríta schon genügend erforscht zu haben und wo anders hin zu müssen. Die Fiesta in San Christobal gestaltete die Suche nach ein Hotel gar nicht einfach (Palmira), aber auf dem Hauptplatz gab es doch eine Herberge. Obwohl die Eingangstür mit Stickern der verschiedensten Kreditkarten geschmückt war, verursachten wir mit unserem Wunsch, übernachten und ein Nachtmahl haben zu wollen einige Aufregung. Offenbar kommen nur sehr selten Touristen hierher und die essen dann nichts oder auswärts. Weiß nicht. Von dort mit dem Flieger über Caracas nach El Vigía (obwohl wir nach Mérida wollten), mit dem Taxi nach Mérida, dann nach La Grita, San Christobal, hinunter bis Santo Domingo, nach Lobatera und mit einer Zwischenstation in La Grita wieder nach Mérida. Von dort nach Hause über Caracas und Zürich
.Sehen & Lesen (viajeros holandeses en el Táchira), 1995.