Crepúsculos
En El acto fotográfico, Dubois, cita Les morts de Roland Barthes, un artículo de Jacques Derrida: "Recordemos que el punctum está fuera del campo y fuera del código. Lugar de la singularidad irreemplazable y de lo referencial único, el punctum irradia y, esto es lo más sorprendente se presta a la metonimia (Uso de una palabra o frase por otra con la que tiene una relación de contigüidad. Este paréntesis es nuestro). Y desde que se deja arrastrar en sus relevos de sustitución, puede invadirlo todo, objetos y efectos. Este singular que no está en ninguna parte del campo, helo aquí que moviliza todo y por todas partes, se pluraliza [...] El punctum [...] induce a la metonimia, y es su fuerza, o más que su fuerza, su dynamis, su potencia, su virtualidad". (Dubois 1986: 73)
Dubois, sostiene que esta es la pulsión metonímica y literalmente movilizadora de la fotografía: partiendo de casi nada, de un simple punto (punctum), de un singular-único, que luego se expande, afecta, invade todo el campo. Presencias inquietantes, continúa Dubois, de vidas detenidas en su duración, liberadas de su destino, no por la magia del arte sino por la virtud de una mecánica impasible: la fotografía no crea eternidad como el arte: ella embalsama el tiempo, lo sustrae solamente a su propia creación.
Barthes expresa que, muy a menudo el punctum es un detalle. Dar ejemplos de punctum, dice, es en cierto modo entregarme. El punctum no hace acepción de moral o de buen gusto, puede ser mal educado. La lectura del punctum es corta y activa, recogida como una fiera. El studium está siempre codificado. Lo que puedo nombrar no puede realmente punzarme. (Barthes 1990 : ....)
Como anticipábamos en la introducción, En la obra de arte... Benjamin sostiene que la recepción de las obras de arte suceden bajo diversos acentos entre los cuales hay dos que destacan por su polaridad. Uno de esos acentos reside en el valor cultual, el otro en el valor exhibitivo de la obra artística. La producción artística, informa, comienza con hechuras que están al servicio del culto.
El aura tiene que ver con el valor cultual (de culto), de algún tipo de mito que tiene su origen en ciertos ritos: primero mágicos, luego religiosos, finalmente secularizados.
El aura genera un acento en la recepción, un vínculo que remite al valor cultual de la obra de arte y la reproducción técnica por la cual se atrofia el aura y hace que emerja otro tipo de valor: el valor exhibitivo. Es una especie de dialéctica, vínculo perceptivo, que se da en un objeto artístico que suele derivar en una relativa presencia de estos dos conceptos: Valor cultual (espiritual) y valor exhibitivo (dispersión, disipación (Bejamin: 1982: 28, 29)
Por lo antes expuesto en la recepción de la obra de arte existen dos acentos, nivelativos, dependen el uno del otro; porque, a menos valor cultual, mayor valor exhibitivo. Es decir cuanto más valor de culto (originalidad) posee la obra de arte menos se la muestra y cuando más exhibida está la misma baja el valor cultual. Se produce una especie de consumo distraído y permanente con la obra de arte.
El efecto negativo de la reproducción técnica reside en que, al perderse ese valor cultual, también se pierde el valor de la historia, de la tradición de la obra de arte. Se va desdibujando todo lo que la historia puso en esa obra de arte, esa imagen ya no tiene posibilidad histórica.
La tecnología crea por un lado una distancia, mientras que por el otro un acercamiento, que deriva en una apropiación que tiene que ver más con la dispersión que con el recogimiento. La tecnología masifica todo, de esta manera tendencialmente accedemos a esto y así tenemos una recaída en la inmediatez del mundo, nos olvidamos de su origen, de su testificación histórica.
Entonces, el problema de la recepción tiene que ver con los acentos, relativos entre sí que siempre están presentes. Pero volviendo a lo que nos interesa, podemos preguntarnos: ¿Qué es el aura?, es el poder del objeto (obra de arte) de devolvernos la mirada. Y al igual que el punctum, podemos decir que el aura es un buen motivo para hablar de nosotros mismos.