2.3- El proceso de poblamiento

Los territorios del Sistema de Tandilia constituyeron un espacio de significativa importancia en el proceso de colonización y poblamiento de la Provincia de Buenos Aires y de la región pampeana.

Ambos procesos se caracterizaron por una presencia estatal fuerte, ligada a la extensión de la frontera, que se continuó con la privatización mediante adjudicación de tierras regulada por el Estado. Desde esta perspectiva, puede afirmarse que el objetivo fue afianzar la estabilidad política y crear el marco jurídico que hiciera posible su continuidad. Un ejemplo de la presencia estatal es el desarrollo de ciertos proyectos puntuales de estímulo a la agricultura como los materializados a partir de la Ley provincial de centros agrícolas de 1887.

Otro rasgo distintivo del proceso de poblamiento fue la participación activa de una burguesía agraria, consolidada vía acumulación por inversión en tierras y desarrollo del comercio. Hacia mediados del siglo XIX, este grupo se transformó en uno de los protagonistas del proceso.

El mejor posicionamiento de los grupos dominantes de Buenos Aires explica en gran medida la escasa significación que alcanzara la colonización oficial. La fortaleza de la burguesía bonaerense relativiza el peso que la intervención estatal pudo haber tenido y explica por qué los intentos de colonización oficial sólo se limitaron a algunos ejemplos de escaso éxito, como el de Chivilcoy y el de Baradero en la década de 1850 (Zeberio, B.; 2000).

A la Provincia de Buenos Aires los capitales llegaron con mayor facilidad. La situación geográfica privilegiada, las condiciones naturales del espacio geográfico bonaerense y el control del puerto de Buenos Aires, determinaron que no fuera tan necesario el estímulo del Estado, el cual sólo debía asegurar las condiciones político jurídicas para un adecuado retorno de la inversión. De esta forma, "el caso de Buenos Aires sin lugar a dudas debería ser considerado como un ejemplo de colonización espontánea y privada" (Zeberio, B.; 2000:339).

La ocupación y el poblamiento de la Provincia de Buenos Aires constituyeron el resultado de un largo proceso de avances y retrocesos, que se extendió desde la fundación de la ciudad de Buenos Aires hasta la consolidación del proceso de poblamiento a fines del siglo XIX, circunstancia en que se alcanza la total incorporación de las tierras al mercado. Recién en la segunda década del siglo XIX, el Río Salado se transformó en la línea demarcatoria de la zona de ocupación blanca en la región. En 1817 se fundó Dolores, primer centro de población al otro lado de esta valla natural. Los corrimientos de la frontera revelaron las exigencias urbanas de alimentos y el peso que ciertos productos pecuarios estaban alcanzando en las exportaciones del país.

La economía porteña se fue orientando hacia la campaña y, en 1820, el gobierno provincial comenzó a dar un fuerte impulso a la producción de carnes saladas y cueros, juntamente con el proyecto de expansión de la frontera militar y territorial. La fundación de Tandil en 1823, coincide casi con exactitud con la consolidación de la que habría de ser una de las actividades económicas preponderantes durante buena parte del siglo XIX: el saladero (Sassone, S.; 1981:27).

De esta forma, el origen y la naturaleza del proceso de urbanización de Azul, Olavarría y Tandil estuvo signado por los acontecimientos de la lucha contra el indio. La lenta ocupación del territorio se concretó en creaciones urbanas que se constituyeron como fuertes de avanzada de la población blanca. Las ciudades cambiaron su función militar originaria, y se fueron adaptando a las circunstancias derivadas del triunfo sobre el indio, de la distribución y creciente subdivisión de la tierra, del aporte inmigratorio y del avance del ferrocarril, así como de la difusión de la ganadería y de la agricultura, y de la consolidación del Estado argentino (Sassone, S.; op.cit.:28).

En las décadas de 1830 y 1840, y bajo el control de Juan Manuel de Rosas, en la campaña bonaerense se llegaron a incorporar 182.655 km2 de tierras. Con la caída de Rosas en 1852 gran parte de la incorporación territorial se perdió, por la ruptura de negociaciones con los indígenas, retrocediendo hasta alcanzar los límites de la década de 1820. Se anticipaba así la ofensiva que sobrevendría en las décadas posteriores tendientes a desalojar al indio del espacio provincial.

Hacia 1850, las condiciones internacionales eran muy favorables para la Argentina, pues Europa demandaba crecientemente productos que el país estaba en condiciones de producir. Durante el siglo XIX, el proceso de industrialización europeo occidental, había contribuido al crecimiento de la población, sobre todo de la urbana. Este crecimiento trajo aparejado un aumento de la demanda de alimentos que los países no podían satisfacer, ya que su población se volcaba poco a poco al trabajo industrial. Por otra parte, la industria de estas economías exigía una mayor cantidad de materias primas, como algodón, lana y cueros.

Simultáneamente se produjo una revolución técnica en los transportes terrestres y marítimos. El gran desarrollo de los ferrocarriles incorporó a la economía zonas antes alejadas y aisladas de los grandes centros de producción y consumo. Asimismo, los barcos de vapor, que desplazaron a los veleros en la navegación de altura, colaboraron en la integración al comercio mundial de áreas periféricas del mundo y provocaron un descenso del costo de los fletes marítimos.

En la Provincia de Buenos Aires, las décadas de 1860 y 1870 se caracterizaron por la inseguridad en gran parte de la frontera sur: las poblaciones de la campaña fueron asoladas por frecuentes incursiones de los indígenas cuyo objetivo principal era el robo de ganado y de caballos. La reacción de las poblaciones indígenas debe entenderse como una respuesta a la agresividad manifestada por el Estado en el contexto de una acendrada competencia por las tierras. El crecimiento de la explotación de ovinos en la década de 1850-60, hacía imperioso incorporar nuevas tierras a la producción, debido a que el destino de la economía provincial dependía del corrimiento de la frontera y de un sistema productivo caracterizado por la extensividad.

En la década de 1870, el incremento notable de la producción lanar y el sobrepastoreo de los terrenos generaron un amplio consenso, dentro de los círculos de poder provinciales, respecto de la impostergable necesidad de desplazar definitivamente a las poblaciones indígenas. En este contexto que busca hacer desaparecer la frontera interna, se inscribe la fundación de los Partidos de Juárez y de Balcarce.

Con Bartolomé Mitre en la presidencia y Mariano Saavedra en la gobernación de la Provincia de Buenos Aires, se marca una época fundamental en la formación urbana del país. Como se anticipó, a partir de la década de 1860, el Estado buscó poner fin a los conflictos con la población indígena, asumiendo una actitud más agresiva y decidida. De esta forma, se rediseñó la organización militar de la frontera que favoreció un importante avance en la zona austral, dejando atrás Tandil para ocupar el sector entre Azul y el océano Atlántico, en línea recta meridional (Sassone, S.; op.cit.:30). En este marco de avance y consolidación de la ocupación fue creado el Partido de Balcarce a partir de la división de Mar Chiquita, Tandil y Lobería (como corolario el 22 de junio de 1876 se fundó la ciudad de Balcarce).

El origen histórico del Partido de Benito Juárez no difiere en aspectos sustanciales del resto de los partidos bonaerenses: constituir una avanzada civilizadora en la lucha contra los indígenas que habitaban la pampa bonaerense.

Con el objeto de fiscalizar mejor los campos del Sur, se resolvió denominar y establecer diez nuevos Partidos: Castelli, Tuyú, Ayacucho, Balcarce, Necochea, Tres Arroyos, Arenales, Rauch, 9 de Julio y Lincoln (Decreto N° 544 del 31 de agosto de 1865). Esto permitió reducir distancias para el gobierno civil y militar, al tiempo que permitió asegurar y organizar mejor la frontera y sus localidades. Los hacendados de la zona veían la necesidad de la formación de un nuevo Partido que permitiera superar las grandes extensiones del Partido de Necochea, con este objetivo se creó el Partido de Juárez (Ley del 31 de octubre de 1867).

Finalmente, el largo y agitado proceso de colonización y poblamiento se afianzó en 1877 cuando el gobernador Adolfo Alsina, emprendió un operativo llevando la frontera Sur casi hasta los límites actuales de la Provincia. Así se consolidaron las poblaciones instaladas en los viejos Partidos fronterizos o en los de reciente creación y se constituyó la nueva región sur en un espacio seguro (Tandil, Lobería, Necochea, Tres Arroyos, Suárez, Pringles, Olavarría, Bahía Blanca). Entre 1867 y 1890 casi 200.000 km2 de tierras vírgenes fueron incorporados a una economía agraria básicamente de exportación.

Como resultado del proceso, los Partidos del Sur de la Provincia fueron beneficiados con la expulsión de los indígenas, iniciando la rápida puesta en valor de las tierras recientemente adquiridas. Las grandes estancias incrementaron primero su dotación de ganado vacuno y luego, ovino, acompañando con retraso los ciclos productivos del Norte de la Provincia. El desplazamiento de planteles ovinos hacia las zonas más marginales de la Provincia posibilitó, una vez agotado el ciclo merino en Buenos Aires, su redistribución hacia las tierras patagónicas.

La formación del Estado Nacional se llevó a cabo entre 1852 y 1880. Al controlar los conflictos políticos y expandir su esfera de acción a todo el territorio, el Estado Nacional creaba las condiciones de seguridad jurídica para que personas, bienes e inversiones pudieran radicarse en el país sin exponerse a los peligros de los desórdenes políticos, como los que habían acontecido en las décadas precedentes.

En la década de 1870 con la conquista del Sur del territorio argentino, sucesos que la posteridad reconoce como la "Conquista del Desierto", se puso fin a la resistencia indígena y se logró la tan ansiada tranquilidad política. La victoria contra el indio y el corrimiento de la frontera Sur significó la incorporación de nuevas tierras a la producción, de espacio vital para la expansión de la ganadería y la agricultura, motores del modelo agroexportador incipiente que trazaría desde entonces, el perfil de la plena incorporación de la economía argentina al mercado mundial.

Como una forma de interpretar la dinámica poblacional del Sistema de Tandilia el próximo apartado discurre sobre las características demográficas del área de estudio.