1.3- El Turismo rural como alternativa de valorización de los recursos locales
En este apartado se presenta el contexto general que condiciona e interfiere en las relaciones socioterritoriales actuales, en una contexto de exclusión para muchos y oportunidades para muy pocos. Aquí se plantea el escenario en el cual se explican las relaciones existentes entre globalización-territorio y nuevos usos turísticos.
Los procesos de "carácter emergente" engloban a todas aquellas experiencias surgidas en períodos de crisis institucionales y económicas, en donde los territorios locales han desarrollado diferentes estrategias redescubriendo recursos y aptitudes locales, a través de diversos mecanismos de articulación que contarresten el desarrollo desde verticalista. Aquí también el turismo rural encuentra un andamiaje explicativo interesante.
Como ha sido planteado en párrafos anteriores, el fenómeno de la globalización articula diversos lugares -según los objetivos económicos- a través de una estrategia de vinculación vertical, es decir, son puntos móviles que a través de líneas se vinculan con el resto; pero en este trabajo se considera necesario insistir en que las redes no sólo son verticales sino horizontales y en esas "horizontalidades" (1) es donde se manifiestan las potencialidades locales, se posiciona el "capital sinérgico" otorgando identidad a los territorios.
El capital sinérgico entendido según lo define Boisier, S. como la "Capacidad societal de promover acciones en conjunto dirigidas a fines colectivos y democráticamente aceptados para obtener así la revalorización de los recursos locales como un producto que es más que la suma de sus componentes". (1996: 32).
Se considera que el turismo rural es una forma de revalorización de los recursos locales de manera integrada y articulada, ya que se parte de la capacidad y los saberes de la población rural y simultáneamente se propone articular las potencialidades; en definitiva, a través del turismo rural se propicia la combinación y conjunción de las potencialidades territoriales que se transforman en "capital sinérgico". El turismo rural ha cobrado auge en el marco de la nueva ruralidad contribuyendo a la diversificación de usos.
Desde los años ’50 en numerosos países del Norte y Centro de Europa y desde los años ’70 en los países del Sur, el turismo rural es considerado como una estrategia relevante por su contribución al arraigo de la población, a la creación de empleo y a la promoción del desarrollo de las zonas menos favorecidas desde el punto de vista del desenvolvimiento socioeconómico capitalista.
Este tipo de propuestas cumplen también con la función de rehabilitar espacios rurales en crisis por medio de nuevas actividades para evitar, entre otras cosas, la emigración de la población rural hacia espacios urbanos.
Definir el turismo rural tiene algunas complicaciones si se toma como referencia a Muñoz, R. y Barrera, E. (2003) quienes plantean los inconvenientes y complejidades que aparecen a la hora de adoptar una definición.
- Los resort son un tipo de turismo urbano que suelen no estar localizados en zonas urbanas y que derraman efectos sobre zonas rurales.
- No todo el turismo que tiene lugar en las zonas rurales es estrictamente rural, puede ser de tipo urbano localizado en las zonas rurales.
- Se han desarrollado diferentes conceptos de negocios de turismo rural.
- Los espacios rurales viven complejos procesos de cambio. El impacto de la globalización de los mercados y las comunicaciones han modificado las condiciones y orientaciones de los productos tradicionales. La creciente importancia de los temas ambientales ha incrementado el control de los recursos naturales por medio de personas y organizaciones "extra-rurales". A la vez, que muchas zonas se están despoblando, otras están desarrollando actividades no tradicionales.
- El turismo rural es complejo y no incorpora solamente al agroturismo, incluye múltiples formas de recreación en los espacios rurales.
- Los espacios rurales son difíciles de definir y los criterios cambian según los países.
Es por ello que, luego de mencionar las dificultades, se toman otros autores para intentar arribar a una conceptualización de turismo rural y para ello se toman los planteos de Posada, M. (1997) y García Cuesta, E. (1996), quienes afirman que muchas son las expresiones que se utilizan como sinónimos para designar la existencia de distintas actividades ejercidas en el espacio rural, sin llegar a dilucidar en algunos casos si hay uno o varios tipos de turismo rurales.
Entonces, para la conceptualización y delimitación de lo que es y comprende el turismo rural, y asimismo a fin de alertar los peligros que se pueden presentar como resultado de una explotación desmesurada de este tipo de turismo, se exponen algunas ideas sobre el turismo rural.
Así se define al turismo rural como aquel fenómeno se basa en el desarrollo, aprovechamiento y disfrute de nuevos productos presentes en el mercado, cuyo núcleo ejecutor y organizador reside en el espacio rural y no necesariamente en la unidad de producción agropecuaria. De este modo las rentas podrán acumularse en el espacio rural y distribuirse de acuerdo con su estructura social.
Si bien el turismo en espacios rurales es aún un fenómeno incipiente, en Argentina, éste contribuye en términos de empleo, de conservación patrimonial, de inducción y motivación de nuevas modalidades de trabajo y alternativas de posicionamiento de lo rural.
En Europa ya nadie duda de las ventajas del turismo rural como revitalizador de un espacio rural deprimido (2) con acciones como: freno a la despoblación; creación de rentas complementarias; conservación del medio ambiente; impulso a la rehabilitación del patrimonio artístico y cultural; entre los efectos positivos más evidentes.
Obviamente, esto no implica la panacea para el rejuvenecimiento rural; no alcanza (no puede ni debe hacerlo) para redinamizar al espacio rural. Sin embargo, existen numerosos casos, en donde una sobreestimación de la dimensión turística del proceso de desarrollo local, ha conducido a situaciones de estancamiento, de retroceso -incluso de desaparición- de los destinos turísticos.
Esta sobreestimación se refleja en el aumento, más allá de los límites deseados, de su capacidad de acogida, la aparición de fenómenos de especulación interna y externa, la degradación medioambiental del entorno, y la pérdida del trato personalizado.
Se añade a esto, la carencia de instituciones adecuadas a nivel local, concediéndose la prioridad a la obtención rápida y desordenada de ganancias, un déficit de formación profesional y de cuadros que permitan asumir las exigencias de una oferta turística de calidad, tanto en el plano individual como en el colectivo.
Se estima oportuno afirmar que los usos no agropecuarios del espacio rural no reemplazan a los usos tradicionales, sino que las complementan posicionándose como apoyo y estímulo para las comunidades rurales.
El turismo rural favorece la reterritorialización del espacio rural, la búsqueda de alternativas para la solución de los problemas y la redinamización de lo rural.
Es importante subrayar que los espacios rurales se nutren de factores y procesos que no se centran sólo en la actividad agrícola, ni en la estructura social agraria, ni sólo en los sistemas productivos tradicionales, sino en los procesos de carácter emergente. Dentro de este contexto, el turismo rural se presenta como una alternativa para poner en valor las potencialidades ociosas, reorientar la utilización de los recursos no sólo en la faz productivista, creando nuevas formas no productivistas de utilización.
Un cúmulo importante de investigaciones (Alvadalejo, C., 2004; Manzanal, M., 1998; Barthe, L., 2002; Llambí, L., 1996; Mannion, J. 1996) plantea la necesidad de abordar a los espacios rurales desde una visión diferente, desde una nueva visión que se construye a partir del concepto de territorialidad antes que del de agriculturismo (3), y de este modo se contrapone fuertemente al esquema de planificación sectorial.
Los destinos turísticos rurales se nutren de las heterogeneidades y potencialidades sin descuidar los caminos, las herramientas y los manejos que transformarán lo potencial en alternativa de cambio concreto.
El turismo rural puede ser interpretado como una tentativa de reterritorialización. Desde esta perspectiva, la búsqueda de alternativas para la solución de los problemas y la redinamización de lo rural se manifiesta como una estrategia tendiente a evitar el deterioro, el desmembramiento y la desarticulación socioeconómica de los espacios rurales a que suele dar lugar la puesta en práctica de las concepciones productivistas del desarrollo.
No obstante, los destinos de turismo rural pueden funcionar también como un nuevo mito, de manera análoga a como la idea de progreso legitimó la concepción productivista del desarrollo. Con referencia al espacio rural, esta mitificación suele traducirse en una tendencia a su idealización y a ignorar sus asimetrías y dominaciones. Lo enunciado puede legitimar u ocultar los problemas socioeconómicos derivados de las exigencias de reestructuración funcional que le vienen impuestas como consecuencia del contexto global en que se halla inmerso.
En esta situación, a menudo, los cambios en los espacios rurales se manifiestan como una respuesta a las exigencias y demandas urbanas. Se explican así, fenómenos como el presente auge del turismo rural en contraste con el tradicional turismo de masas, las políticas de conservación medioambiental que tratan de convertir al agricultor en guardián verde, o la nostalgia del mundo rural de ciertos novelistas y cineastas.
En este marco es posible introducir las estrategias de turismo en los espacios rurales, ya que a través del turismo se plantean alternativas de arraigo y revitalización de las comunidades rurales.