El desarrollo entendido como mejoramiento de las capacidades de la gente

El problema del desarrollo, entendido en su acepción contemporánea, tiene más que ver con la satisfacción de las necesidades humanas superiores que con la tasa de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), variable que no sería más que un medio para lograr los objetivos auténticamente humanos, esto es superar la pobreza y generar empleo, sin deterioro de la base natural en la que se desenvuelven los procesos productivos.

Para Ecuador, la noción de desarrollo sigue siendo esquiva. Es imperioso repensarlo desde su realidad, fundamentalmente en los aspectos vinculados con el desarrollo humano (educación, salud, atención básica) y productivo. Esta discusión se ha delegado a los organismos internacionales de crédito y a ciertas ONGs. Pero debe ser retomada a partir de los agentes involucrados y especialmente por parte del gobierno. El resultado esperado sería una visión multiparadigmática del desarrollo.

Las preocupaciones alrededor del modelo propio de desarrollo podrían articularse en torno a varios temas. Como se indicó en la parte introductoria, para el caso ecuatoriano, es indispensable discutir la viabilidad de largo plazo de la dolarización y sus impactos en el crecimiento del producto y en las condiciones de vida de la población. Las materias relacionadas al capital humano –migración, condiciones de vida, mercado de trabajo, desigualdad y pobreza, investigación y desarrollo- deben ser también abordadas.

Una investigación publicada recientemente hace hincapié en que hay una crisis del pensamiento económico contemporáneo (Falconí, Oleas, 2004). Prueba evidente de ello, es la discusión en torno al desarrollo. Mientras los neoclásicos, y en especial su vertiente más pragmática, el neoliberalismo, parecen haber ganado la partida, también se ha venido impulsando un pensamiento alternativo y renovador que incluso ha logrado posicionarse en varios órganos de las Naciones Unidas.

No existe una definición acabada e incuestionable sobre desarrollo. A diferencia de lo que se considera, el desarrollo humano no es un objetivo de fácil cuantificación, determinable a partir de un cierto nivel de PIB per cápita. Además no existe un criterio unívoco sobre los componentes cualitativos de lo que comprende el término.

Parafraseando a Amartya Sen (1992), el desarrollo es más bien un proceso mediante el cual los objetivos, las libertades y las oportunidades reales de los individuos se amplían para lograr aquello que se valora. El desarrollo consiste en la expansión de las capacidades de la gente, es decir de las opciones de funcionamiento que dispone una persona. Sen (1999) entiende por funcionamientos las formas de ser y hacer de una persona. Estos incluyen aspectos materiales (como leer, escribir, estudiar, estar nutrido, estar sano, evitar la mortalidad prevenible, etc.) y no materiales (participar en la vida pública de la sociedad, expresarse libremente, etc.). Tradicionalmente se ha tendido a confundir entre medios y fines. El crecimiento económico, la modernización y el cambio tecnológico son medios para el desarrollo. El fin de éste es la ampliación de las capacidades (o libertades) de los seres humanos. Estas libertades tienen un valor sustantivo (son esenciales como valor en sí mismas, a las que todo ser humano tiene derecho) y también uno instrumental (su ampliación ayuda, a su vez, a tener un mayor crecimiento, democratizar la sociedad, etc.). Las libertades son de dos tipos: civiles y políticas (libertad de expresión, de participación, de elección, etc.), y sociales (eliminar el hambre, la mortalidad y la morbilidad prevenibles, la desnutrición, etc.).

En esta perspectiva el crecimiento deja de ser un fin en sí mismo para transformarse en un medio –uno más– para facilitar el logro de los dos componentes del desarrollo humano: la formación de capacidades humanas, como un mejor estado de salud, conocimientos y destrezas; y, el uso que hace la población de esas capacidades adquiridas (el descanso, la producción y las actividades culturales, sociales y políticas). El equilibrio de estos dos componentes minimiza el aparecimiento de frustraciones y desengaños sociales (Sen, 1992). Así, el ingreso –estrechamente relacionado con el crecimiento– es solo una de las oportunidades que la población desea adquirir, pues la vida no se reduce a aquel. En consecuencia, el desarrollo comprende, más que el incremento de la riqueza, la satisfacción de las necesidades intrínsecas del ser humano.

El planteamiento de Sen sugiere algo diferente a la emulación de las pautas de desarrollo de los países ricos del Norte. Lo que es, en sí mismo, una alternativa radical. Sin embargo, no es la única que se ha propuesto a lo largo de los últimos diez años. En todo caso, los aspectos más conflictivos en el pensamiento de punta de la teoría del desarrollo son, hoy por hoy, la cuestión distributiva intra e intergeneracional, la asignación tecnológica, y la relación entre desarrollo económico y medio ambiente.

El marxismo tiene su propia visión sobre el desarrollo. En su enfoque histórico (que contrasta con la concepción neoclásica ahistórica y basada en un tiempo virtual) las fuerzas productivas (tecnología disponible) y las relaciones de producción (establecidas por los derechos de propiedad) determinan un "equilibrio" que puede ser modificado por cambios tecnológicos exógenos o de las relaciones de producción. Para esta escuela las relaciones de producción capitalistas reemplazaron a las feudales una vez que los cambios tecnológicos determinados por la revolución industrial las tornaron obsoletas. Una nueva versión de este paradigma, el marxismo de la elección racional, concibe un mundo menos determinístico y permite que los individuos se desenvuelvan con cierta holgura dentro de su historia (Chenery y Srinivasan, 1988).

Alrededor del desarrollo existen reflexiones muy diversas. Se abren en un abanico que va desde los planteamientos de una economía social y solidaria; el ecologismo «profundo» y el planteamiento de economistas ecológicos que proponen limitar biofísicamente al crecimiento económico; hasta la radical postura de la ruptura del sistema capitalista. Muchos pensamientos están todavía en estado embrionario y son motivo de profundos debates al margen de la corriente principal (Falconí, Oleas, 2004).

La base de esta investigación es el análisis de este fracaso del desarrollo ecuatoriano en alcanzar de manera equitativa el bienestar a todos los grupos poblacionales. Lo anterior implica un "severo fracaso en las capacidades claves para el bienestar de las personas", esto es en la habilidad de las personas para adquirir lo necesario para poder funcionar adecuadamente (5). Este fracaso en las capacidades claves para el bienestar de una persona está directamente ligado al funcionamiento de los derechos de acceso que un individuo tiene y sus capacidades para adquirir un conjunto de bienes y servicios claves para su adecuado desempeño. Una de las principales causas para que se produzca un fracaso en las capacidades de una persona puede darse por una falla en sus propias dotaciones (pérdida de activos o pérdida de su fuerza de trabajo debido a enfermedad) o debido a un cambio desfavorable en el intercambio de dotaciones (6) (como la pérdida de empleo, la caída en el poder adquisitivo de los salarios y el incremento en los precios de consumo básico, la reducción en los precios de los productos que el/ella venden o una disminución de la producción para el auto-consumo). Lo anterior es importante debido a que para la gran mayoría de la población ecuatoriana una de las principales dotaciones (o el principal medio para acceder a otras dotaciones) es la venta de su fuerza de trabajo; si se producen cambios en el funcionamiento de los mecanismos de generación de empleo (o un deterioro de los precios relativos del trabajo en función de las otras mercancías que requiere el trabajador) se generan fracasos en las capacidades y con ello un deterioro en las condiciones de vida de la población.

Es importante, en este último aspecto, analizar el funcionamiento del mundo del trabajo en su dimensión estructural, la hipótesis de trabajo en este caso es que el nuevo patrón de acumulación a escala global (7) genera una ampliación de los procesos de exclusión a la gran mayoría de la población de la lógica de la producción capitalista, y con ello se incrementan las posibilidades de fallas en las capacidades de las personas. Por tanto, desde este punto de vista, uno de los elementos determinantes en garantizar un adecuado funcionamiento de las personas tiene que ver con el carácter o no inclusivo del modelo de desarrollo.

Otra forma de acceder a los funcionamientos claves de un individuo es a través de la acción pública. Esta última entendida en términos de fomento de capacidades (como el desarrollo de capacidades humanas, a través de la inversión en educación y salud entre otros) o en términos de prevención del deterioro de las condiciones de vida ante un fracaso en el funcionamiento del sistema de dotaciones (a través de programas de asistencia social). En este sentido se observa, en el caso ecuatoriano, que la acción pública tiene un carácter excluyente: beneficia de manera principal, como se vio arriba, a los grupos blancos, masculinos, medios y altos de las zonas urbanas del país. Los grandes componentes de la acción pública no llegan preferentemente a los grupos más necesitados, situación que ahonda sus niveles de exclusión y genera una especie de "círculo vicioso de exclusión".

Tomando en cuenta este enfoque conceptual se puede formular la siguiente hipótesis de trabajo: la ausencia de un carácter incluyente en el tipo de desarrollo aplicado en el Ecuador se debe a la existencia de severos mal funcionamientos en el sistema de dotaciones y en la acción pública del país.