Movimiento asociativo del emigrante balear en Uruguay

No podemos dejar de lado que otro lugar de encuentro muy importante fue, sin dudas, los centros asociativos que perduraron a través del tiempo. Es evidente una tendencia espontánea a privilegiar socialmente los lazos que los unen a una misma tierra y a un mismo destino.

El nacimiento del movimiento asociativo balear en el Uruguay se sitúa dentro del contexto de las primeras etapas del desplazamiento insular al país.

Las necesidades económicas que tenían algunos de aquellos primeros emigrantes que llegaban motivaron la creación en 1875 de una Sociedad de Socorros Mutuos, entidad que tenía una finalidad asistencial auxiliando a los isleños desocupados, ofreciendo servicios sanitarios gratuitos a los emigrantes más pobres y encargándose incluso de enterrar a los indigentes en un panteón llamado "Balear", propiedad de la sociedad. En 1890, presidía la institución el pintor mallorquín Miguel Jaume Bosch.

El periodista balear Pedro A. Bernat, el 9 de octubre de 1880, expresaba respecto al tema del asociacionismo:

"Asociación es educación: el hombre civil, precisa el trato social como primer instrumento de su propia cultura, es el yunque donde se acrisola el entendimiento; es la piedra de prueba para el mérito individual; es el juicio colectivo funcionando ordenadamente.

Muchos creen que la gran multiplicidad de centros españoles con carácter provincial muy determinado, puede retardar o entorpecer el sentimiento de unión y del mutuo concurso.

No debe existir tal temor. (...)

Si es cierto que bastante hay hecho, no es menos cierto que nos queda mucho por hacer, y que el fecundo principio de la asociación, que estamos alimentando bajo el techo de estos centros españoles, pueda dar espléndidos resultados para la colectividad y para la República amiga, en cuyo suelo nos sustentamos.

El modo de propender a la realización de esas instituciones benéficas y previsoras, que preconiza la civilización moderna como oasis ó punto de descanso en medio de nuestras luchas morales, es el medio de la asociación misma."

Y en relación a la Sociedad Española de Socorros Mutuos dirá: "Pero no está circunscrita de gloria la Sociedad Española de Socorros Mutuos a ser la creadora de las sociedades de su índole. Las sociedades protectoras, de instrucción y recreativas que existen en Montevideo y fuera de él, son retoños de ese tronco vigoroso, pedazos de ese corazón..."

En los primeros años de 1900 se inaugura en Montevideo otra institución balear, más precisamente el día 4 de diciembre de 1906, en un local social ubicado en Punta Carretas que pretendía la unificación mallorquina con un sentido recreativo. A su vez, sobre mediados del año 1910 se constituye el Centro Eivissenc que integró también a la colectividad formenterense muy numerosa en ese momento, instalado en un discreto local en la calle Piedras, en la parte vieja de la ciudad, pero con una breve existencia al ser absorbida por otra institución que agrupó a todos los inmigrantes del archipiélago, el Centro Balear.

El 26 de octubre de 1919 se constituye en Montevideo el Centro Balear, entidad que abandona la característica mallorquina e ibicenca de las instituciones anteriores para ser de todas las Islas Baleares. Los festivales artístico–danzantes, las matinés bailables y las representaciones teatrales fueron, sin duda, los actos recreativos que consolidaron la relación entre los asociados. En 1923 va a crear su propio órgano de expresión en la revista "Baleares" que tenía un apartado denominado "De las Islas" que ofrecía noticias de las diversas localidades, pueblos y ciudades de Baleares. Su objetivo era sin duda incrementar las relaciones entre los emigrantes baleares y mantener por medio de la información el recuerdo de su tierra de procedencia. Se podría decir que esta etapa institucional se ubicaría dentro de los límites cronológicos de la gran corriente de emigración balear con capital humano oriundo, que llegó a tener el mayor índice de afiliación entre 1923–24 en el orden de los 200 asociados. Sin embargo, sin un motivo contundente, la asociación desaparecerá en la segunda mitad de los años ‘20.

Hacia finales de los años ’30, la vocación asociativa de los emigrantes baleares en el Uruguay, como lo expresa Joan Buades y otros, lleva a una nueva etapa institucional dentro del conflicto de sentimientos planteado por la Guerra Civil en España. En el mes de setiembre de 1938 se funda el Círculo Democrático Balear que tiene dos etapas claramente diferenciadas. La primera, desde su fundación hasta la segunda mitad de los años cincuenta, es un momento de real auge y esplendor caracterizado por una intensa actividad institucional. La segunda marca la decadencia que lleva a la desaparición progresiva del Círculo. Su funcionamiento abarcó un período de 35 años convirtiéndolo en el centro regional de más duración de los creados hasta el momento por los baleares en Uruguay. A diferencia del Centro Balear no tenía ninguna publicación periódica pero se editaba un programa mensual donde se marcaban las actividades organizadas por la Directiva. Se pueden rastrear hasta su desaparición tres localizaciones diferentes de su sede social: la primera de 1941 a l943, desde 1943 al 47 y desde setiembre del 47 hasta su cierre en 1973. Curiosamente tanto en la etapa anterior como en ésta, no se conservaron los locales sociales o sedes, como sí lo hicieron otras asociaciones baleares en América, a pesar de haber pasado épocas difíciles con actividad prácticamente nula. De los documentos conservados figura la firma de los socios habilitados concurrentes a la Asamblea del día trece de enero de 1945 para la aprobación de estatutos y reglamentos sociales en procura de la solicitud de la personería jurídica del Círculo Democrático Balear. Estatutos que fueron aprobados, con sede en Montevideo y personería jurídica según los fines determinados por el Art. 21 del Código Civil, el 11 de junio de 1951. Entre las firmas que se distinguen encontramos las de: Guillermo Fiol, Matías Morey, Antonio Morell, José Estrades, Matías Pons, Benito Juan, Pedro Rullan, Miguel Rocco, Gorge Antich, Francisco Torres, Domingo Torres, Pedro Más, José Guasch, Bruno Vila, Jorge Monserrat Bosch, Antonio Ferrer, Miguel Estarás, Antonio Pons Más, Gaspar Palmer, Martín Pons, Juan Coll, Bernardo Vadell, Oscar Monserrat, Jorge Llladó, Rafael Torres, Guillermo Quintana, Francisco Morey, Guillermo Más, Juan Terrasa (hijo), Eduardo Quintana, Jaime Mercant, y otras firmas ininteligibles.

El Círculo Democrático Balear a lo largo de su trayectoria se caracterizó por poseer una intensa actividad cultural, social y recreativa cuyo objetivo coincidía plenamente con el anterior Centro Balear. El mejor exponente será el grupo teatral compuesto por aficionados de ascendencia balear y algunos no baleares cercanos a la casa por relaciones de parentesco y de amistad que marcará un alto grado de integración dentro de la sociedad montevideana escenificando muchas obras en castellano.

El Círculo desaparece en el año 1973 a consecuencia del fallecimiento de los miembros más antiguos, el cese del flujo de la emigración balear y la pérdida del local social que los nucleaba, subastándose los bienes cuyo producto fue entregado en donación al Hogar Español de Ancianos de Montevideo.

Paralelamente en 1954 se produce la aparición de una asociación llamada Agrupación Catalano – Mallorquina cuyo objetivo era fomentar la relación entre los españoles de habla catalana y sus descendientes establecidos en Uruguay. En sus estatutos se declaran como una asociación católica, española y regionalista. Dirigida básicamente por el sacerdote dominico manacorí, Pere Adrover Rosselló tuvo un carácter muy religioso aunque con múltiples manifestaciones culturales y recreativas. Entre los lugares de encuentro se destacan la Iglesia del Sagrado Corazón del barrio del Reducto, y la Iglesia del Sagrado Corazón de los jesuitas. Precisamente al desvincularse por ser trasladado el padre Adrover a una zona en las afueras de Montevideo, asumió la conducción por un corto período, el sacerdote jesuita catalán Grilfus hasta fines de los años sesenta.

Por espacio de 20 años, después del cierre del Círculo Democrático Balear, cuyo último presidente fue Don Jordi Lladó Lladó, la colectividad balear se vio desprovista de representatividad institucional. Así, hacia fines de 1991 volvió, en un grupo de antiguos dirigentes y socios del Círculo, la idea de recuperar la actividad asociativa interrumpida en 1973. La gestación del proyecto coincide con el interés del Parlamento Balear para la elaboración de una legislación que contemplará el hecho migratorio de origen balear. El 15 de julio de 1992 fue aprobado por el Parlamento Balear la Ley 3/1992 que reconoce la presencia de colectividades originales de las Islas Baleares y sus descendientes establecidos fuera del ámbito geográfico de la Comunidad Autónoma.

Así se recobra con enorme fuerza y pujanza a partir de 1993 la vocación asociativa. El 29 de noviembre de 1993 se re– funda el Centro Balear del Uruguay, nueva sociedad que eligió el mismo nombre de la entidad creada en 1919 como manera de establecer un puente con los primeros emigrantes baleares a Uruguay. El texto de los estatutos fue firmado por 133 socios fundadores, 74 hombres y 59 mujeres, muchos de ellos con un estrecho vínculo al pasado a través de relaciones directas con los presidentes del Círculo Democrático Balear, hijos de Lladó, Bujosa, Terrasa y Monserrat e incluso un antiguo dirigente como Rúben Torres. La asociación, con domicilio legal en la ciudad de Montevideo, tuvo como primer presidente de este nuevo período al Dr. Manuel Mercant.

La aparición del Centro Balear en el contexto de las sociedades regionales de hoy en día no obedece a los mismos motivos que impulsaron la creación de las primeras asociaciones a partir de aquel lejano 1875, en que fue fundada la primera de las entidades baleares.

Hoy el Centro Balear es un permanente desafío para mantener las raíces de una tierra lejana pero de enorme cercanía en el sentir de cada uno de los descendientes, hijos, nietos o bisnietos que tiene un origen común y que lo viven a través de la cultura balear. Las comidas, la vestimenta, los bailes, los juegos o la lengua son signos vitales de un presente que busca en la tradición más pura el sentido de pertenencia que le marcaron sus antepasados. Así un profundo sentimiento balear acrecentó el vínculo a pesar de no contar con algunos elementos importantes para funcionar, lo que determinó no obstante, un significativo avance en pos de incorporar nuevos integrantes a aquel núcleo de la refundación en 1993.

Los objetivos del Centro se recogen en el artículo segundo del primer capítulo de sus estatutos: "Propiciar e impulsar los intercambios sociales y culturales entre la colectividad balear y sus descendientes establecidos en Uruguay, así como aquellas personas vinculados con ellos, y la Comunidad autónoma de las Islas Baleares y el Estado Español. Difundir por todos los medios posibles la lengua, cultura, historia y tradiciones de las Baleares. Mantener y favorecer las relaciones entre entidades nacionales e internacionales que planteen objetivos similares a las del Centro Balear. Ayudar a los miembros más desfavorecidos de la colectividad. Realizar actividades sociales, culturales, artísticas y de asistencia con la finalidad de conseguir los objetivos antes planteados."

Finalmente diremos que aún en el contexto actual el papel de los ancianos, que son pocos, es fundamental. Los grupos familiares que cuentan con un abuelo o abuela han resultado conservar, en sus integrantes más jóvenes, referentes que en otros grupos familiares que carecen de dichos integrantes no aparecen. Sobre todo en el manejo de la lengua con la variación lingüística tradicional.

Muchos nietos han reaccionado favorablemente en actitudes y comportamientos que implican valoraciones positivas de referentes culturales asociados a las tradiciones de sus antepasados. Recordar costumbres, cantar una canción o preparar una comida se remiten a los referentes de los lugares que sus antepasados, padres o abuelos, les transmitieron. Vaya como ejemplo de la colectividad balear en el Uruguay, el encuentro de jóvenes descendientes de baleares realizado en el balneario Piriápolis en el año 1999. En un entorno despojado de toda connotación que no fuese balear, más de 100 jóvenes de Uruguay y Argentina de diversos puntos compartieron un fin de semana en un encuentro cuyo objetivo era confraternizar en torno a las costumbres de sus antepasados comunes de las Islas Baleares.

Como expresaba una de las jóvenes participantes se pretendía "acercar utopías" en la idea de jugar, porque en Mallorca, Menorca, Ibiza y Formentera "nuestros abuelos jugaron". Así como cocinar recetas baleares que se han trasmitido durante generaciones mezclando "recuerdos, aromas y gustos" de las cuatro islas. Y bailar, porque la vida es una danza permanente en contacto con el pasado.

Verdaderamente se sentía en ese encuentro las vivencias de un grupo de jóvenes uruguayos y argentinos que a través del juego, la comida o el baile se remitían a los referentes regionales que sus padres o abuelos le transmitieron. Así pasaron entre otros juegos, parella a terra, que em coneixes?, els ambaixadors, el formiguer, el crancs y otros. Y, entre las comidas, se pudo degustar coca amb trempó, mazapán, empanadas mallorquinas de verdura, flaó, greixonera de brossat. En tanto, la sala principal se llenaba de música de boleros bailados con avidez y gracia por decenas de jóvenes de ambos sexos.

Fue sin dudas la visualización de la identidad de generaciones que, si bien no habían emigrado, habían adquirido un campo de referencia de sus antepasados en relación a lo étnico–regional, de la comarca o aún nacional incorporándolo a sus vivencias propias de la sociedad receptora de sus abuelos o padres. La resignificación de los referentes en jóvenes cuyo lugar de origen fue hecho cuerpo en el relato oral y por la memoria étnica de los adultos que llegaron al Río de la Plata. Como expresa Susana Mazzolini muy explícita en este punto, aquellos inmigrantes que se desplazaron en grupos familiares contaron con un contexto más apropiado para reconstruir la inmigración, las identidades culturales originarias, independientemente que mantuvieran o no fluidos contactos con inmigrantes del mismo origen o se vincularan a las instituciones españolas o de las colectividades. Es una realidad que el inmigrante balear que logró conservar su identidad cultural empleó una estrategia, muchas veces involuntaria, de desarrollar sus referentes tradicionales en el ámbito privado del hogar, de los amigos o de los clubes regionales.

No podemos dejar pasar además otra experiencia muy significativa en el contexto de los referentes culturales. Otro fenómeno interesante es el retorno de los inmigrantes a su tierra balear de origen y el recuerdo que el país que los albergó, dándoles un lugar para crecer e incluso prosperidad económica. Particularmente explicito en la comunidad de valldemossines que retornaron en diferentes momentos a Mallorca sobre los años ‘70 con sus hijos algunos de los cuales son nacidos en Uruguay. Casi como un rito muchos de ellos se reúnen el 25 de agosto de cada año para festejar una fecha patria del Uruguay. Conmemorando como un uruguayo más este momento en el puerto de Valldemossa, "Sa Marina" con un " asado" de carne vacuna al mejor estilo del Río de la Plata que recuerda la integración de aquellos mallorquines a una tierra que les fue pasando sus costumbres alimenticias.

Explicar de dónde venimos y hacia dónde vamos es un ejercicio que los descendientes de inmigrantes intentamos pronunciar. Leer estas explicaciones es estar más cerca de la cultura de una comunidad en parte vivida en parte imaginada por años de esperanza, de alegrías y dolores compartidos.