Dante Rocco. Un uruguayo, descendiente de italianos, que se siente balear por adopción
Llevados por la inquietud de conocer una riquísima historia vivida en el más puro asociacionismo balear visitamos al Sr. Dante Iocco, un hombre que hace más de 60 años se encuentra vinculado a lo que él mismo denomina "el Balear". Vivencias que fueron extensamente recogidas en 1995 para el libro "Emigrantes isleños al Río de la Plata" por los autores Joan Buades, M Manresa y Margalida Más.
En medio de carpetas que guardan los tesoros riquísimos de un pasado exuberante de la comunidad balear, un archivo fotográfico y documental formidable, nos zambullimos en recuerdos que tocaron todas las etapas vividas desde aquel lejano 8 de noviembre de 1941, fecha en que Don Dante se vincula, quizás por casualidad, a las Islas Baleares. Ese día conocerá a la que será su señora, Atlántida Dalmedo, de Menorca, que formaba parte de aquella fiesta en el Círculo Democrático Balear de la calle Andes 1471.
Desde ese entonces, como él dirá:
Quedé dividido, porque soy hijo de italianos y me siento italiano, soy uruguayo y me siento uruguayo, me casé con una menorquina y soy balear por adopción. Es decir esa confusión me lleva a pensar que estoy compartimentado en tercios que los vivo intensamente.
Esa noche, que tanto recuerda Don Dante se ponía en escena una obra, muchas veces representada a lo largo del tiempo, "Ilusiones del viejo y de la vieja", que se transformaron en ilusiones de un joven que comenzaba un camino del que él mismo no sabía las repercusiones.
Los años de noviazgo lo pondrán en contacto con los padres de la novia, el Sr. Francisco Dalmedo Pons, de una familia de Mahón de sobrenombre "Ca Sobrasada" y Emilia Triay de Dalmedo, que a partir de su relación le hablarán en forma permanente en menorquín. Fue una forma de entrar por la puerta grande de Menorca a través de la lengua. Así con el tiempo y las palizas recibidas tanto en el Círculo Democrático Balear como en la casa de su novia, Dante logrará entender con fluidez aunque nunca hablará el catalán de Menorca. Durante todo ese período tendrá contacto con los amigos de la familia, todos de las islas Baleares.
Así conocerá a:
...la familia Tudurí, granjeros que trabajaban de sol a sol, la familia Marti Pons, carretero, un hombre modesto de Mahón que trabajaba en la Administración Nacional de Puertos y tocaba muy bien la guitarra, también un ex presidente de apellido Salvá. Todos ellos se encontraban los domingos a medio día para almorzar con mis suegros pero tenían una comunicación permanente entre sí. Muchos se encontraban en el Círculo Democrático Balear, curiosamente en esta etapa con pocos mallorquines y si muchos ibicencos casi todos ellos de profesión cocineros. Era otra época en que se vivía con intensidad los matrimonios, donde las hijas, sobre todo, estaban siempre en contacto con sus madres. De tal manera que éstas acompañaban a las jovencitas al cine, al teatro e incluso a pasear; como expresé, era otro tiempo donde no había la libertad de hoy en día. Desde luego que la sociedad uruguaya era igual.
Finalmente para cerrar esta etapa e iniciar otra diferente pero no menos importante, contraje enlace con Atlántida, en agosto de 1950, en la Iglesia de San Francisco, en el mismo lugar donde integré el Coro y el Cuadro Escénico, durante años, que me dio la base que aproveché en las representaciones teatrales del Círculo Democrático Balear. Quiso el destino que bendijera el matrimonio un sacerdote cuyos padres eran de origen balear (de Sineu), el padre Juan Mestre Mayol.
Su incorporación al medio balear será inmediata, casi sin darse cuenta estará viviendo a la par de cualquier socio del Circulo D. Balear, oriundo de las islas, alegrías y tristezas, luchas y logros.
Pero lo más importante será cuando Eduardo Quintana lo invita a formar parte del Cuadro Artístico. No lo sorprende porque su suegra lo había motivado y ya, en forma amateur, había incursionado en ese medio sobre todo teatral. En un largo peregrinaje de los lugares de representación, que no importaba demasiado, paralelamente se fueron sucediendo las diferentes sedes del Círculo Democrático Balear, en la calle Andes 1471, en la calle 18 de julio 896, integrados a la gente del Casal Catalá, en la calle 18 de julio 1318, en el momento de máximo esplendor y posteriormente en la calle Colonia que verá la dolorosa etapa del cierre sobre los años ‘70. Todas ellas tenían un lugar privilegiado para la representación. Incluso en algunas casas se realizaron reformas a los efectos de poder instalar un escenario en algún lugar.
En un esfuerzo titánico, el Centro ofrecía una obra de teatro cada treinta días muchas veces para una sola función, además de un espectáculo de variedades cada 15 días, más los bailes todos los fines de semana.
Pero siempre dentro del máximo respeto al país y a su capital Montevideo. ¿Por qué expreso esto? Simplemente por la razón que en estos espectáculos estaba presente la integración de los valores culturales uruguayos a través de una resignificación de los referentes del país. Así no podía faltar en los espectáculos de variedades el "pericón nacional" – danza nacional uruguaya que surgió a fines del S. XVIII con vigencia folclórica hasta entrado el S. XX ejecutada con guitarras y acordeón– así como también el festejo de las fechas patrias tradicionales como lo son el 18 de julio y el 25 de agosto. También con la incorporación de obras gauchescas o bailes regionales de la patria. El Balear en ese sentido respetó e integró la cultura del país en medio de las manifestaciones típicas. Lo que contribuyó a que se tuviera enorme consideración en el medio hacia la colectividad balear estableciendo una contribución cultural de significación de inmigrantes que vinieron a estas tierras a trabajar.
También el Balear será un punto de encuentro en los festejos del Carnaval que en el Montevideo de los años ‘30 al ‘50 tuvo una gran importancia. El Balear se transformó en un lugar de referencia sobre todo cuando estuvo ubicado en la principal avenida del momento, en la calle 18 de julio 1318. Tengo presente y aún lo vivo como si fuera hoy el carnaval de 1945 cuando se engalanó la sede con motivos que podría decirse íntimamente vinculados a la emigración. El tema era una gran barco cuya proa figuraba en los balcones de la casa con sus salvavidas en la borda. La gente al salir al balcón para ver el desfile de los grupos carnavaleros simulaba estar sobre el buque que no se sabía si partía o arribaba a puerto. Todo aquel que pasaba por el frente no podía evitar levantar la vista para ver aquel espectáculo. Pero esto seguía dentro del Centro cuyas paredes estaban decoradas y pintadas con paneles de 4 metros, realizados por el hermano político de Atlántida, Hamlet Vidal, también con motivos que pasaban por diversos países, relacionados con el carnaval. Se sucedían escenas de Argentina, Cuba, Brasil, países de recepción de emigrantes españoles sobre todo los dos primeros por donde imaginariamente llegaba y partía aquel barco.
Pero uno de los puntos altos será la representación teatral. Como expresaba Dante, ensayos sobre ensayos, tratando de lograr niveles de actuación relevantes. Incluso apelando a la colaboración de escenógrafos, sonidistas, apuntadores, electricistas, maquilladores (se tuvo un profesional, uno de los mejores en el rubro, Raúl Cepellini) que aproximaban la puesta en escena a la máxima profesionalidad. Hasta en una oportunidad se apeló al consejo de Carlos Brussa, un hombre vinculado al teatro como actor y director, quién desinteresadamente asesoró en los últimos ensayos de una obra de Florencio Sánchez.
Esa laboriosidad también tenía su presencia anónima como lo expresa Dante:
Mi suegro era zapatero fino y mi suegra era aparadora. Eran artesanos del calzado realizando tareas magníficas a mano, incluyendo trabajos para los equipos de fútbol de primera división y haciendo los guantes de boxeo de un gran boxeador de los años ‘40–‘50, Dogomar Martínez, para sus peleas en Montevideo. Esta señora menorquina, mi suegra, se levantada a las seis de la mañana para trabajar y a las 20 horas, en la noche, cuando terminaba su labor de 13 horas, partía con su hija a los ensayos de las obras del Balear para retornar a su casa sobre las 23:30 de la noche. En realidad, mi suegra no era la excepción sino que todas las madres de una manera u otra realizaban los mismos esfuerzos pero con la enorme satisfacción que significaba luego que sus hijas pudieran representar una obra teatral para el Balear.
En relación a las obras que Dante Iocco recuerda, ya sea por relatos de otros antes de 1941 o por presencia como actor o director, se destacan entre la infinidad que se representó algunas de ellas:
En Agosto de 1939, El único camino, comedia dramática en dos actos y cuatro cuadros de Julio C. Teysera.
En el año 1940, entre otras, se representaron en la calle 18 de julio 876 con el Casal Catalá: La barra provinciana, una obra en dos actos de Collazo e Insausti cuya acción transcurría en Buenos Aires; La cosa es no trabajar, comedia en dos cuadros de Bossi y Botta; el 12 de Octubre, en los festejos se representó, Ilusiones del viejo y de la vieja de Juan Villalba cuya acción también transcurría en Buenos Aires. Esta obra llegó a ser un clásico del elenco del Balear de tal manera que durante años estaba en el repertorio. Una comedia en dos actos de Ramos Carrión y Vital Aza llamada El oso muerto, cuya acción era en Madrid. Este año fue formidable por esto me extendí en las obras que se representaron. Para terminar la temporada se representó un drama en tres actos con dirección de Eduardo Quintana, El señor Feudal, de un magnifico escritor español llamado Joaquín Dicenta. Diría el programa, una obra "llena de situaciones atractivas en las que campea en todo instante un sentido fuerte y directo".
Unos años después, en 1942, se volvió a representar otra obra de Dicenta, esta vez "Juan José", un clásico del teatro español donde Dante Iocco tendrá el papel de Cano, un presidiario que actúa en una sola escena plena de emotividad.
Llevado por mi inquietud de representar bien aquel papel realicé el trabajo de lectura en todo tiempo disponible tratando de posesionarme del personaje, recurriendo a la ayuda de un veterano de la representación como lo era en aquel entonces José Fuxa que desempeñaba el papel de Juan José.
Sin duda este autor era de enorme importancia en la dramaturgia española como respuesta al siglo del romanticismo con su drama social de matiz naturalista, en la que "Juan José" (1885) tuvo una influencia que alcanzó bien entrados los años cuarenta.
Ya en el año 1944, se montan dos obras de enorme repercusión como: "¡Hacete el muerto Julián!", de Jean Rieux y Pierri Dartenil, obra cómica en tres actos de enorme éxito, con dirección de Eduardo Quintana y, hacia noviembre del mismo año," M’hijo el Dotor", de Florencio Sánchez, una obra dramática de uno de los más importantes autores uruguayos y uno de los grandes dramaturgos del continente americano.
Vale la pena detallar dos aspectos importantes respecto a esta obra. En primera instancia, la importancia de la obra medida como respuesta a la creciente inmigración al Río de la Plata que buscaba que sus hijos fueran profesionales pero exponiendo un sentido rebelde de la sociedad. Un teatro que buscaba una tendencia hacia el realismo y naturalismo con fuentes en Ibsen, Zola. Más allá que el teatro de Sánchez será original y auténtico partiendo de ideas claras que intenta marcar sobre el escenario. El otro aspecto será que, para poner a punto la representación de la obra, recurrimos a un especialista de Florencio Sánchez como lo fue Don Carlos Brussa que llevó al autor por todo el interior del país. Este hombre, director y actor, nos asesoró gentilmente en los últimos ensayos para que aquella representación se ajustara a la profesionalidad que requería. Era todo un desafío del elenco para este autor uruguayo.
En ese mismo año también se representó Paloma, del escritor español Felipe Sassone, obra en la que trabajó Nelly Robledo, actriz que poco después termina consagrándose en la Comedia Nacional, elenco oficial del Uruguay, habiendo comenzado con orgullo sus primeros pasos en las tablas del Cuadro Artístico del Círculo Democrático Balear.
La variedad de las representaciones llevará a que los actores del Círculo Democrático Balear, en una experiencia sin igual, salgan por los barrios. Así, en octubre de 1945, invitados por Alfredo Moreno (su verdadero nombre era Alfredo Venditto), un promotor del teatro de barrio con conjuntos artísticos de los clubes sociales, deportivos o culturales lleváramos la obra en tres actos El peor de la escuela, de A.Malfatti y T. Insausti, a uno de los barrios más modestos de Montevideo. Todo un aporte cultural para aquellos que nunca habían ido al teatro por estar muy lejos de sus expectativas cotidianas. Se representó en el Salón de Actos Públicos del Barrio Instrucciones. En esa oportunidad nos acompañó el crítico teatral más importante del momento, llamado Cyro Scocería, la primera pluma como crítico teatral, animador en el ámbito cultural del Sodre, un hombre que estudió en la Sorbona de Paris y estuvo en Italia y España y vivió esta experiencia junto a nosotros.
La llevamos al Teatro de Barrio del Paso de las Duranas y Aires Puros y en el Teatro de Barrio de la Av. Millán y Raffo. Una de las experiencias más lindas y enriquecedoras. Esta obra la dirigió Eduardo Quintana pero yo comencé ayudar en la codirección.
También actuamos en el Quinto aniversario de la fundación del Teatro de Protección de Empleados de Carnicerías donde se representó El sexo débil.
Pero no solo obras de autores españoles y rioplatenses representó el elenco balear; así, en diciembre de 1946 se lleva a cabo la puesta en escena de la obra teatral francesa de Jean Aicard, "Papa Lebonnard".
En la fecha de celebración del cincuentenario del estreno del drama en tres actos de la obra de Angel Guimerá, Tierra Baja, el Casal Catalá nos invita en nombre de su colectividad para realizar la puesta en escena en su sede. Esta se llevará cabo en junio de 1947 con la actuación, entre otros, de Atlántida Dalmedo (mi señora), Germán Giberet, Sofía Ciancio, Marta Ocampo, Hugo Vial, bajo dirección de Eduardo Quintana, con especial aporte en el asesoramiento de la caracterización de los personajes de la montaña y los pueblos de Cataluña de don Guillermo Mulet.
Cabe destacar con respecto a este autor de enorme importancia en la dramaturgia europea que será un representante de las obras más emblemáticas de la tradición romántica como, "Mar i Cel" (1888), "Terra Baixa" (1896), representada por el elenco balear, y "Filla del Mar"(1900), que hicieron de Guimerà una dramaturgo muy popular, un autor de cuya mano la escena catalana transitó del romanticismo al realismo. Algunos críticos expresan que Guimará se movió hacia una tendencia socializante emparentada con la obra "Juan José", de Dicenta. El ruralismo naturalista caminaba hacia lo social.
Una relato cuenta que, en 1936, cuando Erwin Piscator visita Barcelona propone montar un espectáculo pero no encuentra demasiadas obras para hacerlo, sino solamente la posibilidad de realizar una lectura política de la obra de Guimará, "Tierra Baja". Un proyecto que no se realizó nunca pero que valora la importancia de este autor que fue representado en Uruguay.
Sobre el año 1955, en la última etapa del "Círculo Democrático Balear" de la calle Colonia 1326, encontraremos a Dante Iocco dirigiendo obras como "Juan José", de Dicenta así como también "El peor de la escuela", en el Centro Gallego, "El Sexo Débil", "Tres Maridos mucho amor y nada más" de Alcira Olivé.
Fueron días en que se trabajó con enorme entusiasmo pero con gran sacrificio para llevar adelante puestas en escena de categoría dentro del amateurismo. Es de destacar la presencia en cada obra, además de los actores y del director, de apuntador, traspunte, escenografía con no menos de cuatro personas encargadas, peluquería y maquillaje y los aportes de utilería que se tenían que conseguir para engalanar la obra.
Además, es también digno de destaque la existencia de una Comisión de Fiestas y Damas del Círculo Democrático Balear que promovía los espectáculos que iban mucho más allá de las representaciones teatrales. A modo de ejemplo, digamos que un espectáculo de varietté estaba constituido en general por: un recitado, a veces de Francisco Oleo (recitador mallorquín), Julio Caro (cantor nacional), Asunción Bochs y Benito Juan (bailarines mallorquines), Romeo Freda y Alegris Andreoli (guitarristas), dúo Julia Rossi de Grecco (soprano) y Daniel Grecco (barítono español) interpretando Los Gavilanes, bailadores profesionales como Iris Sagrera "La Mora". Esta diversidad significó un gran esfuerzo de organización pero que daba enormes satisfacciones.
El pasaje de la calle 18 de Julio a la Calle Colonia marcó un cambio fundamental y, aunque en los primeros años se continuó con toda la actividad, incluso con la presencia en nuestra sede de un grupo de valencianos, Centro Regional de Valencia que en ese momento no tenían casa, comenzó una declinación irreversible que llevó, al cabo de ciertos años, al cierre de la institución una vez más. Días muy duros para mantener económicamente una institución social, pero es cierto que en esos momentos después de los años ‘60, la inmigración balear decreció en forma notoria a lo que se sumaba el fallecimiento de varios de aquellos hombres que habían llevado a cabo tantas jornadas inolvidables.
Durante muchos años, cerca de veinte, quedó un vacío que muchos de nosotros teníamos en el corazón, hasta que en el año 1991 algunos de los viejos, incluso ex–presidentes decidimos reunirnos con la presencia de José Fuxa, Jorge Monserrat y Sra., Ruben Torres y Sra., Leonel Dalmedo, Antonio Calafat, Juan Terrasa preparando una reunión más amplia que se concretó en 1992 en el Casal Catalá como antaño. Un año después, el 29 de noviembre de 1993, se refundó el nuevo Centro Balear del Uruguay, con la presencia de las más altas autoridades como el Embajador de España, Sr. Don Salvador Bermudez de Castro, el Intendente de Montevideo, el Dr. Tabaré Vazquez, el presidente del Centro Balear de Buenos Aires y toda la colectividad balear, quedando sellado un grato acontecimiento de enorme trascendencia para los descendientes de baleares.
Todo esto ha quedado registrado en mi familia. A mi hijo lo dormíamos con canciones de Menorca por ejemplo "un senyor damunt un ruc" que a su vez duerme a mis nietos con la misma canción. Esto no es casualidad, es producto de una vivencia que perdura y perdurará en el tiempo. Así como expresiones que casi inconscientemente aparecen en mi hijo como "res més" o "bona nit" y otras que son el reflejo de una riqueza que aparece permanentemente.
Las carpetas con los recortes de diarios, fotos y programas de teatro se van cerrando con la lentitud propia de aquel que no quiere dejar esos recuerdos reflejado en lo que Dante Iocco alguna vez manifestó:
...estas remembranzas de las vivencias me crearon una posición antagónica a la canción que dice "mirándome en el espejo me he visto viejo" porque al repasar los años mozos, hablar sobre estos temas, me miré al espejo y me sentí, fresco, joven y lozano junto a la presencia, que extraño profundamente, de mi señora menorquina Atlántida Dalmedo.