Prólogo

Los destinos patrimoniales se enfrentan a profundos cambios funcionales y sociales. En ellos o en sus entornos mas cercanos se imbrican realidades históricas, económicas, culturales, turísticas y simbólicas, también se configuran como territorios donde conviven en tensión permanente, la tensión del cambio, viejas y nuevas funciones. En el momento de afrontar las problemáticas relacionadas con la planificación y la gestión turística es necesario tener una visión transversal innovadora, dinámica e integradora que, superando las limitaciones de la ordenación urbanística, de la protección pasiva del patrimonio o de la mera promoción turística, tenga presente las dimensiones culturales, económicas, medioambientales y funcionales que el turismo y el patrimonio cultural plantean.

La investigación que presentamos, Las Ciudades Históricas como Destinos Patrimoniales: Potencialidades y Requisitos, abordada en el marco de una perspectiva transversal, se preocupa por clarificar cuestiones no siempre bien definidas y, también, por aportar respuestas, desde la lógica patrimonial, al complejo tema de las relaciones entre ciudades históricas y turismo. A nivel más concreto, indaga y reflexiona sobre las condiciones que deben reunir las ciudades históricas para que puedan ser consideradas, en sentido estricto, como destinos patrimoniales.

Marcelo Brito, en el marco de un planteamiento dialéctico, efectúa una adecuada formulación de preguntas con la preocupación explícita, desde el primer momento, de contribuir a avanzar desde el ámbito de las formulaciones teóricas a la instrumentación de la gestión coordinada de las competencias.

Para ello realiza una lectura interpretativa selectiva de la situación de ciudades históricas españolas y brasileñas, tomando como referencia casos tan significativos como Sevilla, Córdoba, Granada, Santiago y Toledo, en España, y Ouro Preto, en Brasil. Hay una búsqueda selectiva de claves que permitan lograr la gestión turística sostenible de las ciudades históricas.

Tras precisar, por un lado, el sentido que se asigna al turismo cultural y, por otro, las razones que justifican la atención prestada a las ciudades históricas, se plantea la cuestión central de los destinos patrimoniales, poniendo de relieve como no toda ciudad histórica por haberse convertido en destino turístico puede considerarse como destino patrimonial, especialmente cuando se detectan profundos desencuentros entre la gestión patrimonial, la urbanística y la turística. En el marco de una visión dinámica de la protección se plantea la necesidad de planificar de forma adecuada para realmente lograr que la ciudad histórica sea un destino patrimonial, algo imprescindible en el caso de las ciudades Patrimonio Cultural de la Humanidad por los valores universales que encierran y los compromisos adquiridos de cara a su preservación.

Planteada la cuestión de los destinos patrimoniales, se avanza en una línea constructiva que persigue evidenciar tanto las potencialidades que las ciudades históricas tienen como los requisitos que deben cumplir para configurarse como destinos patrimoniales, aprovechando las tendencias cualitativas tanto en la demanda como en la oferta turística, buscando conexiones con el desarrollo local y regional. Hay una búsqueda inteligente de nexos entre patrimonio y desarrollo, entre lo público y lo privado, entre especialidad y transversalidad, entre la corresponsabilidad y la concertación.

La gestión de las competencias se vincula a nuevas fórmulas de gobernanza institucional y, en este contexto, se plantea la posibilidad de establecer una certificación "P" como marca de calidad de los destinos patrimoniales. Para ello, se fijan las variables básicas para el establecimiento del sistema de certificación, los indicadores de permanencia de los valores universales excepcionales de las ciudades históricas, los indicadores para evaluar la gestión y, finalmente, se plantean algunas medidas operativas para el desarrollo de los destinos patrimoniales.

La propuesta formulada avanza hacia un proyecto transversal de gestión integrada de los destinos patrimoniales y tiende puentes de comunicación entre políticas urbanísticas, territoriales, turísticas y culturales. En suma, se configura como una estrategia de actuación, entendida como proceso institucional y social de reflexión y concertación interadministrativa, que debería ser liderada por las instituciones locales, compartida por el sector privado y asumida por los agentes sociales. Para ello hay que dotarse de instrumentos de gestión innovadores que superen la fase promocional de los destinos patrimoniales y afronten el reto de ordenar y gestionar el turismo, utilizándolo como oportunidad de recuperación patrimonial y renovación funcional, ya que su capacidad transformadora es muy potente y, por eso mismo, hay que ser consciente de las oportunidades que genera y también de sus límites.

Miguel Ángel Troitiño Vinuesa