PARTE IV. Consideraciones finales: a modo de conclusión
Aunque el turismo sea una actividad inminentemente de carácter privado, su desarrollo en sitios patrimoniales debe darse acusadamente bajo la atención y el fomento del sector público, por los intereses de carácter colectivo que supone la puesta en valor del patrimonio cultural existente.
A raíz de ello, esta investigación se ha centrado principalmente en la actuación del sector público, con sus obvias consecuencias para la iniciativa privada, teniendo en cuenta los mecanismos e instrumentos de gestión que puedan estar al servicio del desarrollo turístico de sitios patrimoniales, siempre de cara a su preservación, salvaguardia y puesta en valor.
Si bien pueda ya estar asumida en algunas latitudes la cuestión de la puesta en valor turístico de sitios patrimoniales, no se puede afirmar que su comprensión sea compartida universalmente.
Para ello, se puede hacer una síntesis de las claves principales para el establecimiento de ciudades históricas como destinos patrimoniales, entre ellas:
- las iniciativas de adecuación de ciudades históricas al consumo turístico debe ser objeto y premisa para el desarrollo sostenible de esa actividad;
- el proceso de conocimiento previo, sobre la marcha y tras las actuaciones llevadas a cabo es fundamental para alcanzar respuestas innovadoras y resultados adecuados, acotados a la justa medida de las posibilidades del patrimonio cultural en cada situación específica;
- el desarrollo efectivo de las acciones deseadas, de cara a promover el turismo cultural, por excelencia y como actividad principal, y los demás segmentos turísticos, con carácter complementario, debe apoyarse siempre en una base territorial definida, por lo que es fundamental considerar aquellas iniciativas que son necesarias al núcleo espacial de esa base territorial preestablecida – la ciudad histórico-turística – sin olvidar aquellas que son suplementarias, pero no menos importantes, en función de la visión de conjunto y de la perspectiva del sistema turístico en cuestión;
- el consumo de productos turístico-culturales supone una acción interactiva de mayor o menor grado entre visitantes y residentes y de estos con los productos en cuestión, lo que demanda un proceso continuo y permanente de comunicación para hacer sostenible la actividad, conferir niveles aceptables de satisfacción de ambas partes y asegurar la preservación y salvaguardia del patrimonio cultural;
- en un mundo competitivo,promover destinos turísticos exige creatividad, innovación y competencia, por lo que la singularidad de los sitios patrimoniales resulta un distintivo que importa realzar, pero no es condición suficiente para hacerlo exitoso;
- el desarrollo planificado de la actividad turística en esas localidades puede ser un argumento para el desarrollo estratégico urbano de la ciudad, lo que no puede ser tratado de modo aislado ni puntual;
- apostar por la calidad en esa área demanda conocimiento especializado y experiencia en el campo del patrimonio, por lo que exige por parte de los gestores turísticos mayor interacción con los gestores patrimoniales y, de estos últimos, mayor apertura conceptual para contribuir en el proceso de puesta en valor del patrimonio cultural urbano;
- un buen proyecto turístico en una ciudad histórica depende de la existencia de un buen proyecto cultural y de un buen proyecto urbano, por lo que puede constituirse en un oportuno eslabón para promoverlos si son una asignatura pendiente para una localidad específica;
- los conflictos, si son evidenciados, pueden ser reducidos desde la gestión urbana de sitios patrimoniales si se asume como premisa para su permanencia la necesidad de aliar las acciones de preservación a la dinámica urbana de la ciudad, especialmente en función de las funcionalidades que la actividad turística demanda y de sus repercusiones en el territorio donde se manifiesta – tanto en el área nuclear como en su entorno inmediato;
- el turismo puede y, en el caso en cuestión, debe aliarse a las estrategias de difusión del patrimonio, constituyéndose como una vía para la sensibilización, el descubrimiento, el conocimiento y la defensa del patrimonio cultural, todo lo contrario, cuando se hace un mero instrumento de explotación económica de los recursos existentes, postura acusadamente insostenible, reprochable y condenable;
- el desarrollo de destinos patrimoniales exige información cualificada – existente o que deberá ser producida –, planificación transversal – esencialmente multisectorial, enmarcada en los ámbitos del patrimonio, urbanismo y turismo – e infraestructura de gestión compatible con la complejidad de cada caso, inherente a la tipología de bien cultural en cuestión;
- el éxito en la conformación de destinos patrimoniales depende de una disposición real para el diálogo y negociación entre las partes involucradas, así como de una postura incremental para incorporar contribuciones que se sumen al compromiso de proveer tanto a los ciudadanos locales como a los ciudadanos del mundo – los turistas – el buen vivir y la buena convivencia en las ciudades.
Por último, desde la perspectiva de la preservación y salvaguardia del patrimonio cultural, cabe avanzar en las iniciativas llevadas a cabo, más en Brasil que en España, como una oportunidad que brindan las políticas turísticas para las ciudades históricas que se basen por la sostenibilidad, por la cualificación y por un escrupuloso respeto a los valores del patrimonio cultural, a su autenticidad e integridad y que, de este modo, pueden constituirse en importante motor para su desarrollo.