IV. El concepto de microcrédito

Una de las posibles conceptualizaciones del microcrédito, al no existir un solo criterio, consiste en ser pequeños montos de dinero destinados exclusivamente al desarrollo de microempresas, a la promoción de actividades productivas y/o de servicios, destinados a la mejora de las condiciones de vida de las personas de bajos recursos, que no pueden acceder a oportunidades y servicios financieros formales.

Es decir, los programas de microcrédito son focalizados hacia un grupo poblacional conformado mayoritariamente por personas de sectores sociales más desfavorecidos o carentes de recursos, que no cumplen con los requisitos para acceder a un crédito ofrecido por los bancos comerciales.

Según el Grupo Consultivo de Ayuda a la Población más Pobre del Banco Mundial (CGAP) que lleva a cabo un Programa de Microfinanzas, el microcrédito es realmente eficaz si existe un nivel mínimo previo de actividad económica que asegure oportunidades de mercado, así como capacidad empresarial y talento gerencial, ya que de no ser así, los beneficiarios simplemente se endeudarían.

Genéricamente es posible mencionar una heterogeneidad de organizaciones que desarrollan actividades microcrediticias en la Provincia de Buenos Aires que juegan un papel relevante en el desarrollo de un conjunto de tecnologías y servicios crediticios de rango variables aplicables y adaptados a sectores poblacionales en contextos de pobreza.

Los programas de microcrédito realizados desde el Estado se encuentran distribuidos a nivel Nacional, Provincial y Municipal dando respuesta a la gran demanda de microempresarios y de otros sectores aún más carenciados. La fuente principal de financiamiento de sus programas son los respectivos presupuestos destinados para tal fin. El riesgo por el que atraviesan estos programas es mantener sana la cartera de deudores a causa de la vulnerabilidad de sus beneficiarios, por la existencia de políticas asistencialistas, por el denominado clientelismo político, por la falta de estabilidad económica y la ausencia de un marco jurídico y legal para la actividad de las microfinanzas.

No obstante, los gobiernos locales tienen un rol preponderante para promover los programas de microcrédito; y pueden hacerlo como ejecutores, como promotores y facilitadores para el apoyo de servicios financieros y no financieros tanto a la pequeña y micro producción como para servicios.

Tal como fue expresado por Eric Duflos y Kathryn Imboden: "los gobiernos (tanto nacionales como locales) pueden crear las condiciones jurídicas y normativas que faciliten el acceso y la competencia en el mercado del microfinanciamiento. Para ello, los ministros de finanzas, los bancos centrales y otros organismos gubernamentales deberían convencerse de que el microfinanciamiento es una actividad financiera legítima dentro del sistema financiero, y no una práctica marginal ni un mecanismo de transferencia de recursos." (Eric Duflos (CGAP) y Kathryn Imboden (Banco Mundial de la Mujer) en "La función de los gobiernos en el microfinanciamiento" en Reseña para Agencias de Cooperación N° 19, Junio de 2004:1).

Por otro lado, las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) han desarrollado diferentes experiencias de microcrédito en cuanto a la metodología aplicada. En general, son financiadas con fondos de la Cooperación Internacional o aportes del Estado y también acceden a donaciones de las que en la actualidad se denominan Empresas Socialmente Responsables (ERS).

Un aspecto a señalar es que las OSC trabajan directamente en barrios, zonas, sectores poblacionales de bajos recursos, donde desarrollan sus actividades en forma focalizada.

Se caracterizan por dedicarse no sólo a la actividad del microcrédito sino que implementan una serie de servicios no financieros destinados a mejorar la situación de su población objetivo. Este tipo de organizaciones mayoritariamente otorgan créditos sin garantía material. Cabría decir, que las OSC que llevan a cabo programas de microcrédito, en general, no alcanzan la sustentabilidad ya que los costos operativos que deben cubrir son muy altos.

La mayor parte de ellas están constituidas como asociaciones o fundaciones sin fines de lucro según las disposiciones de los códigos civiles, leyes especiales y por la Inspección General de Justicia (IGJ). Las asociaciones y fundaciones tienen un funcionamiento diferente a las sociedades comerciales, estando su misión y objetivos pautados en el estatuto elaborados según condiciones y requisitos establecidos por la IGJ. Los miembros fundadores son los que crean las fundaciones y asociaciones que contribuyen con recursos económicos y no económicos para iniciar las actividades como tal. Gestionadas por un Consejo de Administración y dirigidas por un Presidente.

Existen algunas exenciones impositivas para las fundaciones y asociaciones sin fines de lucro además, de otros beneficios dependiendo del destino de sus acciones.

La importancia de las OSC, dedicadas a actividades de las microfinanzas, es que se focalizan en sectores pobres de la sociedad otorgando microcréditos y apoyan de ese modo la labor del Estado.

Según lo demuestra la experiencia, para estas organizaciones, la correcta identificación de la población objetivo es importante para la creación y el mantenimiento de la disciplina crediticia, que es una condición necesaria para la sustentación y continuidad del programa.

Un aspecto a mencionar es el rol de la mujer en el desarrollo de las actividades microfinancieras, ya que mayoritariamente, son ellas las que participan en este tipo de operaciones. Esto se fundamenta en la práctica, por haber demostrado poseer cualidades empresariales y mejores tasas de repago que los hombres; además, de un mayor involucramiento, que puede ser explicado porque son las que permanecen más tiempo en el ámbito de la comunidad. Por otra parte, el ingreso percibido por las mujeres usualmente tiene un importante impacto en el bienestar familiar.

A partir de la inclusión de las mujeres en dichas actividades, muchas han alcanzado habilidades básicas de lecto-escritura, de operaciones matemáticas elementales y también han aprendido a desempeñar diferentes roles, redactar Actas, elaborar materiales de difusión e informativos para presentar temas sociales, de salud o de interés de su comunidad y a través de entrenamientos han obtenido conocimientos sobre el modo de desarrollar y dirigir una microempresa, como organizar una Asamblea, y entre otros, lograron la capacidad de dirigirse a un grupo de personas y poder dar sus opiniones fundamentándolas.

El microcrédito, permite mejorar la situación de la mujer en su hogar, aumentar su autoestima y "empoderarse", entendido como la concientización, movilización y adquisición de poder de los miembros de una organización en forma individual y colectiva.

En síntesis, la función del microcrédito en respuesta a las necesidades de los sectores empobrecidos ayuda a mitigar la pobreza creando autoempleos y dignificando al ser humano, por ende, las organizaciones dedicadas a tal fin junto al Estado deben fortalecer aún más las actividades de las microfinanzas en la sociedad.