La apicultura profesional española: ¿Productos convencionales, productos de calidad o productos ecológicos?
F.PUERTA, JA RUIZ, JM FLORES, JM RUZ, F CAMPANO
Centro Andaluz de Apicultura Ecológica (CAAPE). Campus Universitario de Rabanales
14071 Córdoba (España).
INTRODUCCIÓN
Esta comunicación pretende dar nuestra visión de las posibilidades de producción ecológica en una modalidad ganadera con unas características muy diferenciadas del resto de las producciones animales: la apicultura. No se trata de un trabajo de investigación, pero resume la experiencia de un grupo de investigación que colabora con el sector apícola profesional andaluz para poner a punto herramientas que eviten la aplicación de productos de síntesis en el tratamiento de las enfermedades de las abejas.
Ello está enfocado a obtener unas mieles de calidad que permitan la supervivencia de un sector que compite con unos productos apícolas procedentes sobre todo de China y Argentina de calidad media, pero que se venden a unos precios con los que el apicultor español no puede competir. En este caso, la producción de miel de calidad se obtiene cuidando muchos aspectos en los que incide la normativa ecológica para la producción apícola, recientemente aprobada. De estos aspectos, de sus posibilidades, y del papel dinamizador que puede tener en este sentido la colaboración entre las organizaciones agrarias y la Universidad es de lo que trata esta comunicación.
EL MERCADO DE LOS PRODUCTOS APICOLAS EN ESPAÑA. LA APICULTURA ESPAÑOLA
La polinización es, con diferencia, la principal aportación de las abejas al hombre, pero la miel es el principal producto de las colmenas que consumimos. A pesar de ello, existe una clara aunque lenta tendencia a la diversificación en el consumo de productos apícolas, como el polen, la jalea real o los propóleos. Aunque el consumo de miel en España es de los más bajos entre los paises de la UE, la tendencia actual al uso de productos naturales no mantiene malas perspectivas en cuanto al incremento en su utilización.
La miel es actualmente para el consumidor español un alimento con un alto valor simbólico. Multinacionales que la comercializan en España han apoyado a través de la publicidad la visión de un producto natural, fresco y sano, que se mantiene con las mismas características de esa primera golosina que nos dieron nuestros abuelos (Izquierdo, 1996). El problema es que aunque la publicidad explote esas características, la producción apícola puede caer en prácticas que vayan en sentido contrario, anulando así el único camino que, a nuestro juicio, puede permitir la supervivencia a medio-largo plazo del sector: la producción de mieles de calidad.
La industria también ha intentado adaptar el producto a sus necesidades, ofreciendo algo estandarizado, homogenizado y fácil de consumir, una miel líquida que siempre tiene el mismo color y sabor. Un producto único y uniforme, aunque la miel sea algo que varíe tanto en sus características como los propios vinos.
España es el principal productor de miel dentro de la UE, siendo también el que presenta un mayor grado de profesionalización. Mientras que la mayor parte de la apicultura centroeuropea es no profesional, en nuestro país se llega al 75% de profesionales en regiones como Extremadura, o al 50% en Andalucía o la zona de Levante (COAG, 1996).
LA PRODUCCIÓN APICOLA DESDE EL PUNTO DE VISTA ECOLÓGICO
La normativa aprobada recientemente sobre los requisitos que una explotación apícola debe de cumplir para ser calificada de ecológica no sólo es un juego de medidas encaminadas a ofrecer un producto de calidad producido naturalmente. Es, a nuestro juicio, y en muchos aspectos, una invitación para evitar caer, dentro de este tipo de producción, en los mismos problemas a los que nos enfrentamos ahora con otras ganaderías dentro de lo que conocemos como producción intensiva.
La llamada Revolución Verde prometió acabar con el hambre e incrementar las bondades que la agricultura y la ganadería nos aportaban a través de una intensificación productiva, cuya principal base era el incremento en el aporte energético a la explotación (abonos químicos, uso de combustibles fósiles y maquinaria...) y el monocultivo de especies seleccionadas genéticamente. La utilización de este planteamiento a lo largo de menos de medio siglo ha demostrado que son muchos los problemas que aparecen, esencialmente derivados de que es este un modelo que no ha sido generado a partir de las reglas que los sistemas productivos naturales, los ecosistemas, cumplen y obligan a cumplir a todo lo que en ellos está integrado. Por poner un ejemplo, apenas existen en la Naturaleza grandes concentraciones de individuos de una sola especie, ya que el ecosistema los presiona a través de lo que conocemos por una epidemia: un elemento con alta tasa reproductiva que utiliza la materia orgánica viva de la especie a producir (y que denominamos microbio y a veces parásito) se multiplica anormalmente, produciendo lo que conocemos por enfermedad. Si se quiere controlar la enfermedad, la producción intensiva ofrece una serie de sustancias químicas que controlan el microbio o el parásito, pero cuyos residuos frecuentemente contaminan el producto vegetal o animal.
Muchas de las enfermedades que atacan a nuestros animales y plantas son factoriales, es decir, no es suficiente la mera presencia del agente causal para que se desarrolle el proceso patológico. Necesitan de lo que conocemos como condiciones predisponentes, o factores cuya presencia coadyuva a que el agente patógeno prolifere. Por centrarnos en la apicultura, mencionar como más importantes el desequilibrio cría/nodrizas, el desequilibrio nutrientes/cría, la falta de renovación del material con el que está hecho el nido: la cera, y el manejo defectuoso que conduce a la deriva y el pillaje entre las colmenas. Las normas de la apicultura ecológica no sólo intentan que exista el mínimo contacto de los agentes químicos con el elemento productivo y el producto, tratan además de evitar que estas situaciones aparezcan. Intenta que no se rompa el equilibrio que garantiza una producción llamémosle "natural".
Las principales dificultades para llevar a cabo una apicultura ecológica residen en el control de las enfermedades, es decir, en el aspecto sanitario. Como norma general se intenta conseguir la máxima resistencia natural a las enfermedades, no sólo evitando la aparición de las causas predisponentes que antes hemos mencionado, sino a través de la selección genética. El uso de productos de origen natural inocuos para el hombre es otra de sus bazas.
LAS INVESTIGACIONES DEL CAAPE
El Centro Andaluz de Apicultura Ecológica (CAAPE) nace en 1996 fruto de la colaboración entre la Universidad de Córdoba y la Unión de Agricultores y Ganaderos de Andalucía (UAGA). Sus objetivos son desarrollar investigaciones que ayuden al sector profesional apícola a mejorar sus productos, así como aportar servicios de apoyo en los campos del diagnóstico de enfermedades y de la formación continuada.
En este marco, se desarrollan dos líneas, dentro de un modelo de investigación participativa, en el que el sector es implicado tanto en el proceso de elaboración de las líneas de investigación, como en los ensayos de campo a nivel de colmenares comerciales en producción, con los que finaliza el proceso de investigación:
1. Desarrollo de productos naturales para el control de las enfermedades apícolas. En este sentido, el tratamiento más avanzado actualmente utiliza timol para tratar la principal enfermedad de las colmenas: una parasitosis denominada varroasis, producida por el ácaro Varroa jacobsoni Oudemans
2. Selección de abejas tolerantes de forma natural a las enfermedades. Para ello se seleccionan colmenas con un elevado comportamiento higiénico, es decir, colonias cuyas abejas son capaces de detectar y retirar con rapidez aquellos individuos, fundamentalmente en su fase de desarrollo, que sufren el ataque de algún agente patógeno. De esta forma se evita o reduce la extensión de la enfermedad y por tanto la necesidad de aplicar tratamientos.
CONCLUSIONES
1. La apicultura profesional española tiene como única salida a medio-largo plazo la producción de mieles de calidad. En muchos sentidos, la producción de estas mieles de calidad se consigue aplicando muchos de los criterios exigidos para la producción ecológica.
2. El principal problema que tiene la producción apícola ecológica en España es el control de las enfermedades.
3. El Centro Andaluz de Apicultura Ecológica trabaja en este sentido para dotar al sector de herramientas útiles en el control de las enfermedades apícolas con sistemas naturales, lo que redundaría en la calidad de los productos ofrecidos
BIBLIOGRAFIA
COAG (1996). Datos estadísticos del sector. En II Jornadas Nacionales de la Apicultura profesional. Sevilla.
Izquierdo, M. (1997) La apicultura ecológica. En Jornadas Técnicas. Feria Apícola de D.Benito. Noviembre .1997.
Puerta, F. 1997. El Centro Andaluz de Apicultura Ecológica: origen, finalidad y medios. Vida Apícola, 82, 16-19.