Evaluación de microartrópodos en suelos de cítricos ecológicos y convencionales. Posibilidades de uso como bioindicacores
A. Domínguez-Gento(1); R. Laborda Cenjor(2); F. Martínez Díaz(2); J. Roselló-Oltra(1)
Estació Experimental Agraria de Carcaixent, Pda. Barranquet, s/n, 46740 Carcaixent; tf: 96 243 04 00; e-mail: esexag.carcaixent@agricultura.m400.gva.es; alfonsdgento@wol.es; josros@nexo.net
Universidad Politécnica de Valencia, Dpto. Producción Vegetal, EUITA, Avda. Blasco Ibáñez, 21, 46600 Valencia; tf: 96 387 93 39, fax: 96 387 71 49; rlaborda@upv.es; framardi@euita.upv.es
Resumen
El suelo es el principal recurso para la producción de nuestros alimentos. Las prácticas modernas y el abuso de los productos químicos, bien fertilizantes, bien plaguicidas producen un deterioro de las capas superficiales de los terrenos de cultivo. El suelo no es algo inerte, está lleno de vida. La posibilidad de utilizar las comunidades del suelo como indicadores de su estado es una realidad por la que se han interesado varios científicos e investigadores.
En este trabajo se lleva a cabo un estudio de los microartrópodos que habitan el suelo y la posibilidad de ser utilizados como bio-indicadores del estado sanitario de un suelo.
La experiencia se realizó en un cultivo de cítricos ecológicos en Alcira y en un cultivo convencional en Carcaixent. Durante un periodo de ocho meses. Al final de la experiencia se pudo comprobar que había mayor número de población en la parcela ecológica, libre de químicos y que se encontraron grupos de microartrópodos (colémbolos y ácaros oribátidos y gamásidos) que podrían ser utilizados como bio-indicadores del estado sanitario de un suelo.
INTRODUCCIÓN
El suelo está ahí, eso es algo patente. Quizás tan evidente que por eso le prestamos menos atención de la que merece. Estamos acostumbrados a ver el suelo como un soporte para las plantas que cultivamos. Sólo indagamos un poco más allá de la cota 0 cuando nuestras cosechas no producen como debieran, o nuestro campo no es capaz de absorber todo el agua de riego que aportamos. Entonces ya nos preocupamos un poco más y empezamos a hablar de cationes, aniones, compactación, porosidad, bloqueo de nutrientes, etc..., sin darnos cuenta que el suelo es algo más. El suelo es una compleja comunidad biológica.
El suelo es uno de nuestros recursos más importantes, tanto o más como el aire o el agua. Necesitamos suelos sanos para producir nuestro alimento, nuestro ganado y productos básicos que usamos diariamente. Sin un suelo sano las capas superficiales se vuelven estériles.
El suelo está lleno de vida, de grandes comunidades, algunas de ellas con funciones muy distintas y complejas. El trabajo de estas comunidades biológicas es importante. Ellas fertilizan el suelo, descomponen los organismos muertos y transforman los nutrientes para ser usados por las plantas. Algunos de estos organismos son microscópicos, otros son visibles fácilmente a simple vista. Pero aunque los veamos o no, son vitales para la salud del ecosistema.
LA FAUNA DEL SUELO
El tamaño de la fauna edáfica depende, a la vez, del alimento disponible y de las condiciones del suelo, Wild (1992).
Unos datos a tener en cuenta son las distribuciones de los organismos en el suelo que para Bennett y Humphries (1985), se encuentran distribuidas agregativamente y no de una manera uniforme.
Wild (1992), también aporta datos de interés, ya que para él las poblaciones de invertebrados del suelo presentan sus poblaciones más numerosas y diversificadas en los horizontes superficiales de los suelos de bosque y viejos pastizales. La mayor proporción de animales en el suelo se congrega en los 20 a 75 mm más superficiales.
Tradicionalmente los seres vivos del suelo se han clasificado tróficamente, según el tipo de alimentación o la función que ocupan en el suelo. Así, hay descomponedores, detritívoros, saprófagos, bacteriófagos, fungívoros, fitófagos o carnívoros.
En algunos tipos de hábitats tienen importancia los diplópodos, y otros artrópodos como las larvas de dípteros, que pueden convertirse en los principales detritívoros de la superficie del suelo, cuando no hay lombrices; en este caso bajo la hojarasca, suele aparecer cubierto de gran cantidad de heces, que son la base de alimentación de hongos y bacterias. Así ocurre en las zonas áridas mediterráneas en algunos ambientes con exceso de materia orgánica y con poca tasa de degradación.
Otros pobladores del suelo son los colémbolos. El número de especies que encontramos en el suelo es muy elevado: unas 80 especies en una localidad y su función en el suelo es muy importante. (Jordana, 1998).
Lo mismo sucede con los ácaros, que se encuentran en poblaciones muy numerosas y con muchas especies.
En cualquier caso las poblaciones de colémbolos o ácaros son siempre superiores a las poblaciones de los otros habitantes del suelo. En viejas praderas de Irlanda las poblaciones de colémbolos y ácaros suponían el 90% de la población total de artrópodos, Wild (1992); en Pinares de la zona media de Navarra las poblaciones suponían entre un 40% y un 67% según zonas (Jordana,1998).
FUNCIONES DE LA FAUNA
Hay que tener en cuenta que la fauna realiza funciones de enorme importancia para la actividad y estructura de los suelos como soporte de las plantas. Básicamente son tres las funciones a destacar: Una acción mecánica, una acción química y una acción biológica.
1) Acción mecánica.- Se produce una formación de agregados estables y mejora de la porosidad. Los animales del suelo fragmentan y distribuyen la materia orgánica y con sus movimientos construyen pequeñas galerías. Todo esto en conjunto produce una mayor aireación y mejor circulación del agua y el aire en el suelo.
Los microartrópodos en los diferentes niveles del suelo realizan unas funciones parecidas a las de las lombrices. Actúan como trituradores en partículas finas de la materia orgánica, haciéndola más asimilable para la planta.
2) Acción química.- Se produce una mejora en la lixiviación y un enriquecimiento en minerales asimilables. Así como una degradación de los compuestos orgánicos a moléculas más sencillas.
Una mineralización de componentes orgánicos a formas inorgánicas: liberación de nutrientes para las plantas.
Una síntesis y excreción de productos orgánicos en el suelo.
También intervienen en el ciclo de numerosos elementos como, C, N, P ;Ca, Fe y Mn entre otros.
Producen compuestos biorreguladores, sustancias alelopáticas, así como de acción bactericida y fungicida entre otras.
3) Acción biológica.- Se produce una estimulación de la flora microbiana del suelo.
El material que ha atravesado el intestino de los animales es atacado más fácilmente por la microflora edáfica ( hongos y bacterias ), y con ello, aumenta su velocidad de mineralización (Wild, 1992).
IMPORTANCIA DE LA BIODIVERSIDAD
La vida del suelo, su respiración, la movilización de nutrientes, la percolación del agua, la humificación de la materia orgánica, etc., depende de la biomasa, pero de una biomasa formada en el suelo de cada localidad, por unas especies determinadas y propias. La actividad y fisiología de los suelos ante una variación del medio, su respuesta y capacidad de reacción ante las perturbaciones depende de las diferentes especies que en él viven. (Jordana, 1998).
Para Altieri (1992), la biodiversidad en los agroecosistemas puede ser tan variada como los diversos cultivos, malezas, artrópodos o microorganismos del suelo, de acuerdo a localidades geográficas, climáticas, edáficas, humanas y a factores socio-económicos. Las interacciones complementarias entre los diversos componentes bióticos pueden ser utilizadas para inducir efectos positivos y directos en el control biológico de plagas específicas de cultivos, en la regeneración y/o aumento de la fertilidad del suelo y su conservación.
En el caso de los suelos una baja biodiversidad de las poblaciones nos puede indicar la alteración de la red trófica por acciones antrópicas, desastres naturales, estacionales, fuego, etc..Por ello la biodiversidad de la fauna del suelo en los sistemas agrícolas puede utilizarse como indicación de la situación de un agroecosistema, además tiene importancia por el control que puede realizar sobre la fauna fitoparasitária, ya que una parte de la fauna útil de los cultivos está presente en el suelo. Hay que tener en cuenta el tipo de agroecosistema, ya que según el tipo de agricultura que se practique influirá de una u otra manera sobre la biodiversidad Según Altieri (1992), las consecuencias de la reducción de la biodiversidad son particularmente evidentes en el campo del manejo de plagas agrícolas.
Pero no todo es negativo en agroecosistemas modernos, la evidencia experimental sugiere que la biodiversidad puede ser utilizada para mejorar el manejo de plagas, (Altieri,1992). Por ejemplo, las activas larvas depredadoras de carábidos y estafilínidos utilizan el suelo y la capa de hojarasca superficial como refugio, y consiguen la mayoría de sus presas en la superficie del suelo, Wild (1992).
La materia orgánica es fundamental para la fauna edáfica. Por tanto los índices de biodiversidad están relacionados con la materia orgánica que se encuentre en el suelo. Está demostrado que el estercolado de campos de cultivo o pastos produce un aumento de la biodiversidad y disminuye por un descenso en la materia orgánica.
Así, los efectos de las prácticas en cultivos sobre el suelo son de índole muy distinta. "Hay efectos directos sobre la comunidad animal del suelo cuando se utilizan insecticidas nematicidas o acaricidas, el efecto suele no ser discriminatorio y muere la fauna útil (predadores y detritívoros) juntamente con los fitoparásitos, y queda disminuida la diversidad con muy difícil recuperación.
Hay también efectos indirectos. Así, la rotura de la estructura del suelo con el laboreo aumenta, a la larga, la compactación del suelo, disminuye la porosidad y el tamaño de los poros en el suelo, la fauna tiende a ser más pequeña, menos numerosa y por tanto disminuye la biodiversidad" (Jordana, 1998).
MICROARTRÓPODOS COMO INDICADORES
Dentro del grupo de pobladores del suelo, se encuentran determinados taxones que son exclusivamente dependientes del suelo, por ser este, el medio en el que realizan su actividad. Es este el caso de colémbolos y ácaros del suelo. Por estar estos animales ligados al suelo, todo aquello que ocurra en su hábitat, influirá en su comportamiento y hábitos de vida. Por lo que son una claro reflejo del estado en el que se puede encontrar un suelo. Pueden ser usados como indicadores biológicos, refiriéndonos a organismos vivos que nos indican el estado o la situación de un medio en concreto, como puede ser el suelo.
Hay que tener en cuenta que los agro-ecosistemas son sistemas modificados por el hombre para su explotación. Dependiendo del tipo de prácticas que se lleve en cada agro-ecosistema influirá en las poblaciones de suelo que en él habiten.
Para obtener un sistema de referencia, buscaremos ecosistemas poco transformados por el hombre, como son las superficies de bosques o viejos pastizales, en los que, por decirlo de alguna forma las cadenas tróficas no han sido modificadas por el hombre, son llevadas a cabo de una forma natural. En este tipo de ecosistemas no se realizan prácticas agrícolas (laboreos, fertilización, tratamientos químicos,...). El principal sustento de los organismos del suelo se obtiene de forma natural, ya que la materia orgánica se obtiene del mantillo formado por las hojas, cortezas, raíces de los árboles o los excrementos aportados por los animales a lo largo de los años que pastaron en las praderas Estos ecosistemas los podemos comparar con nuestros agro-ecosistemas ya que en ellos vamos a encontrar una gran diversidad y cantidad de población.
La diversidad es un factor importante, ya que según vayan aumentando la cantidad de factores limitantes esta irá disminuyendo. Por lo que, cuanta más diversidad tengamos, en mejores condiciones se encontrará un suelo. Un claro ejemplo es la compactación del terreno. Cuanta más compactación haya en un suelo, la población tenderá a ser de menor tamaño y los grandes artrópodos a escasear.
Otro factor a tener en cuenta es la cantidad de población que podemos encontrar dentro de un determinado taxón. La limitación de alimento, restos de residuos químicos, metales pesados, afectan al número de individuos y puede ser otro de los factores que nos indiquen que algo no funciona en el suelo.
Las aplicaciones en campo de plaguicidas, aguas de riego procedentes de depuradoras o incluso últimamente la aplicación de lodos de la misma procedencia tienen un impacto negativo en la fauna edáfica. Así que, tras la aplicación de estos productos podemos evaluar el estado de las poblaciones edáficas, que de esta forma nos sirven como indicadoras del impacto producido por estos.
Distintos estudios se han realizado demostrando lo anteriormente expuesto. Ensayos en campo demostraron la toxicidad de tres insecticidas (Wiles y Frampton,1996), clorpirifos, cipermetrina y pirimicarb sobre cuatro especies distintas de colémbolos (Isotoma viridis, Isotomurus palustris, Folsomia candida y Sminthurus viridis). La toxicidad de los residuos se comparó entre especies, insecticidas y tipo de suelo donde se realizó el tratamiento. Los resultados fueron que cipermetrina y pirimicarb sólo causaron un 10 % de mortalidad en las especies, mientras que clorpirifos resultó muy tóxico para las cuatro especies de colémbolos en el siguiente orden (de mayor a menor) S. viridis > F. candida > I. palustris > I. viridis. Los residuos resultaron ser más tóxicos en un suelo arenoso-limoso que en uno arenoso.
Monlford (1997) demostró que tratamientos con los organoclorados endosulfan y lindano en maíz a dosis de 1 y 0,75 Kg/ha respectivamente redujeron las poblaciones de colémbolos, arañas y hormigas, recuperándose solamente durante el periodo de cosecha las poblaciones de las dos últimas.
Otros ensayos realizados con colémbolos, mostraron la influencia de la presencia de metales en suelo. Una experiencia estudió los efectos en la reproducción, crecimiento y mortalidad de una especie de colémbolos (Folsomia fimetaria) a distintas dosis de Cobre (Scott-Fordsmand et all,1997). Los resultados expresados en EC 10 (Dosis efectiva al 10%) fueron que a dosis de 38 mg Cu/Kg afectaba a la reproducción, entre 509 y 845 mg Cu/Kg afectaba al crecimiento, dependiendo del sexo y del estado del desarrollo y no se observaron efectos de mortalidad hasta sobrepasar los 1000 mg Cu/Kg.
Otro estudio realizado por Sandifer (1997) con una especie de colémbolos (Folsomia candida), estudió el efecto en su reproducción a distintos grados de temperatura (15, 20 y 25ºC) de la toxicidad de Cadmio, Cobre, Plomo y Zinc. Todos ellos parecían afectar a la población de colémbolos, siendo a los 25° C cuando el comportamiento de los metales era más agresivo.
También los ácaros han sido objeto de estudio para evaluar el impacto de las prácticas agrícolas en el suelo.
Kay et al. (1999) evaluaron las poblaciones de ácaros del suelo como indicadores del stress medioambiental en pastos situados en el Desierto de Chihuihuan, México. Las conclusiones del estudio fueron que las poblaciones de ácaros aumentaban en periodos en los que no se aplicaban herbicidas, ni se utilizaba la maquinaria en los pastos. También se relacionó el descenso de la presencia de microartrópodos en general a causa de la compactación del suelo, bajo crecimiento de la biomasa vegetativa, presencia de capas impermeables en el suelo y residuos de herbicidas. En este estudio los ácaros fueron considerados como un sensible indicador de la salud del suelo de las praderas del Desierto de Chihuahuan.
Otro estudio realizado por Egwuatu et al. (1997) en plantaciones de maíz en Nigeria demostraron que las poblaciones de ácaros y colémbolos disminuyeron durante un periodo de seis semanas tras la aplicación de Lindano.
Koehler (1999), realizó un estudio con ácaros gamásidos en el que se utilizaba su carácter depredador como bioindicadores del estado sanitario de un suelo. A mayor número de ácaros encontrados, mayor número de presas, por lo que había una gran actividad biológica en el suelo y por tanto estaba mejor que otro en el que hubiera menor número de ácaros.
Behan-Pelletier (1999), utilizó el carácter detritívoro de los ácaros oribátidos para establecer el efecto de la aplicación de plaguicidas, la práctica del monocultivo y la rotación de cultivos sobre los microhábitats. Como resultados concluyó que las poblaciones de oribátidos se ven afectadas por plaguicidas y que las poblaciones en cultivos son menores que en los bosques.
2. MATERIAL Y MÉTODOS
DESCRIPCIÓN DE LAS PARCELAS
Las parcelas donde se lleva a cabo el estudio se encuentran en los términos de Alcira y Carcaixent.
La finca situada en Alcira está emplazada dentro de la Sierra Corbera, concretamente en "La Casella", situada en la cara Sur-Oeste de la sierra y en la que se concentran un gran número de fincas de cítricos, debido al carácter arenoso del suelo que resulta excelente para el cultivo de cítricos y frutales. En esta finca se practica desde hace cinco años el cultivo ecológico de cítricos.
En el término de Carcaixent se encuentra la otra finca de estudio, justamente en los terrenos de la Estación Experimental de Carcaixent de la C.A.P.A. Las condiciones climáticas y edáficas de las dos fincas son prácticamente las mismas. Pero hay que destacar que esta finca esta dedicada al cultivo convencional de cítricos, utilizando plaguicidas, herbicidas y abonos químicos para la producción de frutos.
MÉTODOLOGIA UTILIZADA
Para el estudio se tomaron 6 zonas de muestreo por campo al azar dentro de la finca para la recogida de microartrópodos. De las 6 zonas 3 fueron para plantones y 3 para árboles adultos. Se recogieron muestras a 10 cm y 20 cm de profundidad en cada punto con una periodicidad mensual, a una distancia del tronco de 1.5 metros aproximadamente. En cada punto se tomaba la temperatura del suelo con una sonda para después obtener la media de toda la parcela.
La recogida de muestras se realizó con un cilindro extractor para no alterar la estructura del suelo y nos permitieran extraer el suelo en condiciones intactas. En ningún caso se tomaron muestras con azada, para evitar la mezcla de superficies.
Una vez extraídas las muestras se depositaron en bolsas para su traslado y se procedió al perfecto etiquetado de estas. En la etiqueta figuraba el día y punto de muestreo de donde se tomó la muestra. Una vez en el laboratorio las muestras se conservaron en nevera a una temperatura de 11-13ºC. Hasta su extracción mendiante embudo Berlesse.
Los resultados se expresaron en individuos/ 100 g de suelo.
En el embudo de Berlesse se usan la luz y el calor moderado para hacer caer a los animales de una muestra de suelo o de hojarasca situada sobre un tamiz. Los organismos pasan a través de este a un embudo que los dirige a un recipiente de recogida. Para que resulte eficaz, el embudo a de ser perfectamente liso, y no debe permitir la condensación, que atraparía a los organismos más delicados antes de que alcancen el extremo. La hojarasca o el suelo se colocan en el tamiz y se calientan desde arriba mediante una bombilla eléctrica. La presa no podrá escapar si en el frasco de recolección hay líquido. Utilizamos una mezcla a base de 60% de Etanol, 30% de agua y 10% de glicerina.
3. RESULTADOS
ARTRÓPODOS ENCONTRADOS
Se han tomado muestras de suelo en doce puntos correspondientes al sistema ecológico y otros doce al convencional, con una frecuencia mensual durante ocho meses, lo que hace un total de 192 muestras en las cuales se han contado e identificado mas de 1600 individuos. De los doce puntos correspondientes a cada parcela la mitad son de muestreos a 10 cm de profundidad y la otra mitad a 20 cm.
En la siguiente tabla podemos observar los grupos de artrópodos encontrados y la frecuencia con la que han aparecido en los muestreos realizados.
Tabla I: Frecuencia de aparición de los grupos de artrópodos en los 192 muestreos realizados.
Artrópodos encontrados | Frecuencia |
Colémbolos | 111 |
Oribátidos | 82 |
Gamásidos | 63 |
Acarídidos | 34 |
Larvas coleópteros | 17 |
Actinédidos | 16 |
Larvas Dípteros | 9 |
Tisanópteros | 7 |
Coleópteros | 5 |
Pulgónes | 3 |
Chilopodo | 1 |
Chinche | 1 |
Dipluro | 1 |
Díptero | 1 |
Isópodo | 1 |
Como se puede observar en la tabla I los tres grupos más encontrados pertenecen al orden colémbolos (insecta) y a ácaros oribátidos y gamásidos (acari). Dichos grupos se han situado entre los valores máximos del 31.5 % y 23 %. Esta distribución es muy parecida por sistemas de cultivo (tablas V Y VI).
Tabla II: Nº total de individuos encontrados y frecuencia en cultivo ecológico y convencional.
Ecológico | Nº individuos | Frecuencia |
Colémbolos | 1022 | 79 |
Oribátidos | 120 | 53 |
Acarídidos | 87 | 29 |
Gamásidos | 86 | 44 |
Actinédidos | 29 | 14 |
Larvas coleópteros | 17 | 16 |
Larvas dípteros | 7 | 6 |
Trips | 7 | 4 |
Coleópteros | 5 | 5 |
Chinches | 1 | 1 |
Isópodos | 1 | 1 |
Pulgones | 1 | 1 |
Convencional | Nº individuos | Frecuencia |
Colémbolos | 58 | 31 |
Oribátidos | 37 | 28 |
Gamásidos | 35 | 19 |
Acarídidos | 12 | 5 |
Larvas dípteros | 3 | 3 |
Actinédidos | 2 | 1 |
Trips | 2 | 2 |
Pulgones | 2 | 2 |
Larvas coleópteros | 1 | 1 |
Dipluro | 1 | 1 |
Chilópodo | 1 | 1 |
Lo primero que podemos observar es que los grupos más frecuentes y numerosos en los dos sistemas son los colémbolos y los ácaros. Y el más numeroso de todos es el de los colémbolos . Estos resultados se pueden contrastar con los estudios realizados por (Cloudsley-Thompson (1974), Parissi (1979) y Jordana (1998).
Entre los ácaros el más numeroso, como frecuente, ha sido el de los oribátidos, que es el grupo dominante entre los arácnidos del suelo (Paoletti, 1999).
CAPTURAS REALIZADAS EN LOS AGROSISTEMAS ECOLÓGICO Y CONVENCIONAL.
Se ha observado una gran diferencia de capturas obtenidas en el sistema de cultivo ecológico frente al convencional, donde se establece una proporción de 11:1 a favor del ecológico. La media de capturas alcanzada en el agrosistema ecológico es de 12,78 individuos / 100 g de suelo, mientras que en convencional es de 1,35 individuos / 100 g de suelo. Lo que nos da una primera aproximación de que la cantidad de fauna edáfica es más rica que en el convencional. Esta situación se cumple durante todos los meses en los que se realizaron los muestreos (figura 1).
Figura 1: Capturas totales de artrópodos en ecológico y convencional.
INCIDENCIA DE LOS DIFERENTES FACTORES SOBRE LAS POBLACIONES DE COLÉMBOLOS, ORIBÁTIDOS Y GAMÁSIDOS
El planteamiento de la experiencia permite realizar un ANOVA factorial de los resultados en función del cultivo, la edad, profundidad de muestreo. Se ha realizado para los grupos más importantes encontrados.
En la tabla IIIpodemos ver en qué grupos han sido significativos los factores considerados.
Tabla III: Factores significativos para los tres grupos más numerosos.
Factores | Colémbolos | Oribátidos | Gamásidos |
Cultivo | Si | Si | Si |
Edad | Si | Si | Si |
Profundidad | Si | No | No |
Mes | No | No | No |
Cultivo * Edad | Si | Si | No |
Cultivo * Profundidad | Si | No | No |
Cultivo * Mes | No | No | No |
Edad * Profundidad | No | No | No |
Edad * Mes | No | No | No |
Profundidad * Mes | No | No | No |
Los factores cultivo y edad son significativos para los tres grupos, mientras que el factor profundidad solo lo es para colémbolos. Las interacciones cultivo*edad son significativas para colémbolos y oribátidos y cultivo*profundidad sólo es significativa para colémbolos.
INFLUENCIA DEL CULTIVO:
El cultivo es claramente un factor que afecta a la actividad biológica de las parcelas. Como se puede observar en la tabla IV los valores obtenidos en el cultivo ecológico son superiores al convencional en los tres grupos. Los valores obtenidos en colémbolos son 17 veces superiores en ecológico que en convencional, mientras que oribátidos y gamásidos son solamente 3.
Tabla IV: Valores medios de los individuos encontrados en ecológico y convencional.
Grupos | Ecológico | Convencional |
Colémbolos | 10,64 | 0,6 |
Oribátidos | 1,24 | 0,38 |
Gamásidos | 0,9 | 0,37 |
INFLUENCIA DE LA PROFUNDIDAD:
Los datos encontrados a distintas profundidades son muy interesantes. Los muestreos realizados a 10 cm son en los que mayor número de artrópodos se han conseguido. Como podemos ver en la tabla V las diferencias importantes se encuentran en el grupo de los colémbolos en los que los resultados son cuatro veces mayores a 10 cm en ecológico y 3 veces más en convencional. En los otros grupos las diferencias no han sido tan grandes. De hecho este valor sólo ha sido significativo para el grupo de los colémbolos.
Tabla V: Valores según la profundidad.
Grupos | Ecológico | Convencional | ||
10 cm | 20 cm | 10 cm | 20 cm | |
Colémbolos | 16,67 | 4,62 | 0,92 | 0,3 |
Oribátidos | 1,37 | 1,1 | 0,37 | 0,39 |
Gamásidos | 0,92 | 0,87 | 0,54 | 0,2 |
INFLUENCIA DE LA EDAD:
La edad también ha sido un factor importante, siendo significativo para los tres grupos. Los resultados encontrados fueron mayores en adultos que en plantones. Es en colémbolos donde más diferencia encontramos, 28 veces más en adultos sobre plantones en ecológico y 8 veces en convencional (tabla VI).
Tabla VI: Valores según la edad de los árboles.
Grupos | Ecológico | Convencional | ||
Adultos | Plantones | Adultos | Plantones | |
Colémbolos | 16,8 | 0,6 | 4,5 | 0,54 |
Oribátidos | 1,83 | 0,64 | 0,42 | 0,35 |
Gamásidos | 1,23 | 0,56 | 0,56 | 0,19 |
4. DISCUSIÓN DE LOS RESULTADOS:
Como se ha visto, el sistema de cultivo, la edad de los árboles y la profundidad son factores que afectan al comportamiento de los microartrópodos. La edad de los árboles podría influir de manera distinta en los adultos por el mayor volumen de copa sobre los plantones, ya que esta permitiría un mayor sombreado que evitaria las Tº extremas de los meses cálidos. A parte el mayor número encontrado en adultos ecológico podría ser debido a la cubierta vegetal que se mantiene todo el año y que tiende a conservar la humedad, igualar las temperaturas y proteger de la desecación a los microartrópodos (Cloudsley-Thompson, 1974). El abonado aportado en los plantones ecológicos, que se localiza en el plantón y no se aporta en toda la superficie de parcela como en adultos, podría ser una explicación al mayor número de individuos encontrados. Esta idea coincide con Jordana (1998), de que a menor aporte de materia orgánica, menor población.
La profundidad también nos aporta datos interesantes. Según Parissi (1979), cada grupo asume en el suelo una función en el suelo y se distribuye por capas según esa función. Esto podría explicar el elevado número de colémbolos a 10 cm sobre 20 cm en los dos sistemas de cultivo, ya que como la materia orgánica se suele encontrar en las capas superficiales, es en los primeros 10 cm donde los colémbolos tienen su mayor actividad biológica.
Por último el tipo de cultivo es un factor clave, debido a las distintas prácticas culturales que se realizan en cada uno de ellos, las aplicaciones de plaguicidas y herbicidas, el laboreo y uso de maquinaria, influyen negativamente en los microhábitats (Koehler ,1999). Y la sustitución de la materia orgánica por la aplicación de abonos químicos y fertilizantes para poder ser aplicados mediante el riego disminuyen la población de fauna edáfica.
5. CONCLUSIONES:
A partir de los resultados obtenidos en esta experiencia llegamos a las siguientes conclusiones:
Se han encontrado artrópodos en todas las muestras de suelo estudiadas.
El número de las poblaciones del suelo varia según el sistema de cultivo adoptado, siendo mayor en un cultivo ecológico que en convencional.
Las poblaciones de microartrópodos más numerosas fueron las del grupo colémbolos y la clase acaros, subórdenes oribatida y gamasida.
Los árboles adultos y el sistema ecológico presentan una mayor abundancia de microartrópodos.
La profundidad y la edad del árbol son factores que influyen directamente sobre las poblaciones de estos artrópodos. Siendo a la profundidad de 10 cm y en árboles adultos donde mayores niveles de población han habido en ambos sistemas de cultivo.
Los sistemas de cultivo influyen claramente en los dos grupos de microartrópodos encontrados. Los colémbolos y los ácaros fueron más numerosos a 10 cm en ecológico, mientras que apenas se encontraron diferencias entre 10 y 20 cm en convencional.
Los ordenes collembola y oribatida pueden ser utilizados como bioindicadores del estado sanitario de los suelos.
6. BIBLIOGRAFÍA:
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- Behan-Pelletier, Valerie M.; 1998 , "Oribatid mite biodiversity in agroecosystems: role for bioindication", Agriculture, Ecosystems and Environment, Vol. 74, p 411-423.
Bennett, D.; Humphries, D.; 1985, " Ecologia de campo ", El suelo, 131-158. 3ª Ed. Hermann Blume. Madrid.
Cloudsley-Thompson, J.L., 1974, " Microecología ", Ed. Omega. Barcelona.
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