Invasión a Afganistán

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Capital: Kabul.

Gobierno: República islámica (segundo gobierno de Hamid Karzai).

Población: 32.738,376 (estimada hasta 2008)

Después del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos de Norteamérica firmó una guerra contra el terrorismo internacional. El Presidente norteamericano inició esta respuesta con la firma de una orden tendente a bloquear los activos financieros de los grupos terroristas. A diferencia de otros conflictos anteriores, esta guerra se iba a librar tanto sobre suelo propio como extranjero. En consecuencia, los días posteriores a los ataques, se inició un despliegue de tropas americanas al Sudoeste de Asia y países circundantes a Afganistán.

La respuesta militar al 11 de septiembre de 2001 fue denominada "Operation Enduring Freedom (Operación Libertad Duradera)", aunque antes se había denominado "Justicia Infinita". Dado que para los musulmanes solo Alá puede proporcionar Justicia Infinita, y con el ánimo de no ofender convicciones religiosas se sustituyo la denominación inicial por "Libertad Duradera".

Luego del atentado, Estados Unidos de Norteamérica encontró un manto de legitimidad bajo el Consejo de Seguridad para ejercer la fuerza en Afganistán. Lo hizo bajo el Art. 51 de la Carta: derecho a la legítima defensa.

La Operación Libertad Duradera comenzó el 7 de octubre de 2001. Las operaciones iniciales de combate incluyeron ataques aire suelo a cargo de los bombarderos B-1, B-2 y B-52, de los caza-bombarderos F-14 y F/A-18, así como misiles de crucero Tomahawk lanzados barcos y submarinos americanos y británicos.

Los objetivos militares iniciales de la Operación Libertad Duradera, fueron expuestos por el Presidente Bush el 20 de septiembre durante la Sesión Conjunta del Congreso y su alocución al país el 7 de octubre, e incluía la destrucción de campos de entrenamiento terroristas y su infraestructura dentro de Afganistán, la captura de líderes de Al-Qaeda y el cese de actividades terroristas en Afganistán.

El Secretario de Defensa Donald Rumsfeld indicó que los objetivos estadounidenses contemplaban explicar a los líderes Talibán que albergar terroristas era inaceptable, adquirir datos de inteligencia sobre Al-Qaeda y recursos de los Taliban para desarrollar relaciones con grupos de oposición a los mismos, evitar la utilización de suelo afgano como una zona segura para terroristas y destruir el potencial militar Talibán, lo que permitiría a la oposición tener éxito. Finalmente, la fuerza militar ayudaría a proporcionar ayuda humanitaria al pueblo afgano.

Decir los talibanes es una simplificación. Cuando se combate a una simplificación se pierde la guerra. En Afganistán hay cuatro tipos de insurgencia que se financian con el comercio del opio. (...) En muchas zonas rurales no hay presencia del Estado y la gente se fía más de los insurgentes que de las autoridades de Kabul y las tropas extranjeras. Los talibanes son inteligentes, han aprovechado sus errores, el último el desastre de las elecciones. Sin un Gobierno respetado por los afganos, toda estrategia, nueva o vieja, acabará en desastre. Estas son algunas de las frases de un experto en asuntos de seguridad desde el anonimato: 40.000 rebeldes luchan contra más de 100.000 soldados de Estados Unidos de Norteamérica y la OTAN[2].

En Afganistán se encuentran 112.000 soldados extranjeros que luchan contra la rebelión de los talibanes. Casi 70.000 de ellos lo aporta el gobierno de Estados Unidos de Norteamérica.

Desde el año 2001 y hasta el 1 de diciembre de 2009, 1.532 soldados extranjeros murieron en Afganistán, entre ellos 929 estadounidenses, 236 británicos y 133 canadienses. [3]
Este es el detalle de las fuerzas por país al 22 de octubre de 2009:
- Estados Unidos de Norteamérica: 34.800
- Gran Bretaña: 9.000 (El gobierno anunció el envío de 500 más)
- Alemania: 4.500
- Francia: 3.750
- Canadá: 2.830
- Italia: 2.795
- Holanda: 2.160
- Polonia: 1.910
- Australia: 1.350
- España: 1.000
- Rumania: 990
- Turquía: 720
- Dinamarca: 690
Con cantidades menores de efectivos, siguen Bélgica (530), Noruega (480), República Checa (480), Bulgaria (460), Suecia (430), Hungría (360), Nueva Zelanda (300), Croacia (290), Albania (250), Lituania (250), Eslovaquia (245), Letonia (175), Finlandia (165), Macedonia (165), Estonia (150), Grecia (145), Portugal (145), Eslovenia (130), Azerbaiyán (90), Emiratos µrabes Unidos (25), Bosnia Herzegovina (10), Ucrania (10), Singapur (9), Irlanda (7), Luxemburgo (8), Jordania (7), Austria (4), Islandia (2) y Georgia (1).

El peso fundamental de las operaciones recaería sobre Estados Unidos de Norteamérica, aunque incluirían contribuciones significativas de la comunidad internacional. Hacia 2002, la coalición estaba formada por más de 68 naciones, con 27 naciones que tienen representantes en la oficina central CENTCOM[4].

En cierto sentido, la victoria fácil que lograron los operativos de las Fuerzas Especiales de Estados Unidos de Norteamérica –aliados con la Alianza del Norte– lograron sobre el Talibán en otoño de 2001 probó ser una invitación fatal del entonces Presidente Bush y a los arrogantes hombres que lo rodeaban a internarse en el pantano de Irak. Como resultado se declaró la victoria en Afganistán prematuramente. El Talibán no desapareció, sólo cambió el color de sus turbantes y continuó luchando.

Estados Unidos de Norteamérica y sus aliados han perdido tiempo en Afganistán. Entre 2001 y 2007 la insurgencia talibán pudo haber sido derrotada por completo. Sin embargo, la falta de estrategia de la Administración Bush en el país centroasiático y la mala gestión del Gobierno afgano de Hamid Karzai han revertido los logros que se consiguieron inicialmente, cuando las tropas internacionales consiguieron derrocar al régimen de los talibán y expulsar a Al Qaeda.

El deterioro de la situación en Afganistán no hace más que agravarse. Política y económicamente, el país hace aguas, mientras, los talibán están reconquistando gran parte del territorio. Según Ahmed Rashid, escritor y periodista paquistaní experto en Afganistán, los talibanes controlan ya dos tercios del territorio. Todo, como consecuencia de no dedicar los suficientes recursos militares y económicos al país desde que en 2003 Irak se convirtió en el nuevo frente de la 'guerra contra el terror' de Bush en su momento.

La nueva Administración demócrata intenta corregir el rumbo. Nada más llegar a la Presidencia a comienzos de 2009, Barack Obama, abogó por una estrategia global que integre los esfuerzos militares y civiles en la reconstrucción del país. La solución para el conflicto de Afganistán no es sólo militar. Esta nueva estrategia también establece como una cuestión crucial entrenar al Ejército y la policía afganos. Otra de sus claves es poner en marcha una iniciativa diplomática que incluya a los países vecinos.

Afganistán ya es la guerra de Barack Obama. A diferencia de Irak, cada vez más en segundo plano ante el relativo declive de la violencia, el país atacado tras los atentados del 11-S ha centrado los esfuerzos del presidente de EEUU, pero ésta no es sólo la guerra del presidente Obama. Lo que está sucediendo en Afganistán representa las mismas amenazas para todo el mundo: terrorismo, drogas, extremismo. Al respecto “la producción de opio, el ingrediente básico de la heroína, se disparó y ahora el 93% del opio en el mundo proviene de este país, según Naciones Unidas. Este comercio constituye el 60% de la economía y expertos estiman que provee unos US$100 millones al año a la insurgencia”[5].

En el transcurso de 2010 habrá un aumento considerable del número de soldados procedentes de los países de la OTAN aparte de Estados Unidos. Eso se añade a los aproximadamente 36.000 soldados no estadounidenses que ya están sobre el terreno. Pero no se trata sólo de cifras. Se trata de estrategia. En enero de 2010, Estados Unidos envió otros 30 mil soldados a Afganistán, pero a su vez anunció que se retiraría en 2011.

Políticamente el presente de esta nación, esta representado por las elecciones de fines de 2009.  Hamid Karzai con segundo mandato, es el vencedor de unas elecciones en las que todos han perdido. Perdió él, que se dejó casi todo su crédito político y la legitimidad en el camino; pierden los afganos que tras 30 años de guerras y ocho de supuesta democratización y reconstrucción siguen siendo las víctimas principales, y pierde Occidente que ha invertido más de 65.000 millones de dólares y entregado la vida de 1.502 de sus soldados en un conflicto que se ha empantanado en todos los frentes, en el militar, ante los talibanes que en 2007 recuperaron la iniciativa, y en el político, por la inestabilidad. Es el peor escenario para Barack Obama y la OTAN.



[1] Fuente. http://www.elpais.com/todo-sobre/pais/Afganistan/AFG/

[2] Fuente: icasualties.org.

[3]Fuente:http://www.elpais.com/articulo/internacional/talibanes/hay/combatir/elpepiint/2009110

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[4] Con socios nacionales e internacionales, Comando Central de EE.UU. promueve la cooperación entre las naciones, responde a las crisis, y disuade o derrotas estatales y no-agresión, y apoya el desarrollo y la reconstrucción, cuando sea necesario, a fin de establecer las condiciones para la seguridad regional, la estabilidad y la prosperidad

[5]Fuente:http://www.bbc.co.uk/mundo/internacional/2009/11/090821_elecciones_afganas_analisis_alf.shtml