Conclusión
El derrumbe de la URSS en 1991constituyó la concreción histórica más evidente de los efectos radicales de la globalización, y abrió una década de transición hasta el 11de setiembre del 2001, la de la postguerra fría, caracterizada por la crisis del sistema internacional, la aparición de un nuevo tipo de conflictos y la extinción de la estructura bipolar de las relaciones internacionales.
La oportunidad histórica que constituyo la caída del comunismo se ha desperdiciado. Vivimos en un mundo de Interdependencia compleja y dinámico en el cual han aparecido nuevos actores y nuevos problemas que de alguna manera redefinen las interacciones entre los actores del sistema. No se trata solamente del hecho de que han hecho su aparición nuevos actores dentro del sistema, sino además del hecho de que las normas que regulan las interacciones entre los actores del sistema no parecen ser suficientes para enmarcar las nuevas dinámicas que caracterizan al sistema. Es particularmente importante destacar el hecho de que han aparecido dentro del sistema nuevos temas de agenda que son tan complejos y tan dinámicos que no pueden ser resueltos de manera individual por ninguno de los actores del sistema, sin importar cuales son sus potencialidades de poder.
El fin del sistema bipolar ocurrido tras el desmembramiento del bloque soviético a principio de los noventa, le proporcionó a Estados Unidos un poder absoluto en el escenario mundial.
Desde que se configuró el nuevo esquema de poder mundial a principios de los noventa, Estados Unidos de Norteamérica se convirtió en la única potencia con capacidad militar y económica suficientemente autónoma como para incidir (directa o indirectamente) en los asuntos globales. Sin embargo, fue a partir del 11 de Septiembre de 2001 que el hiperunilateralismo se hizo más evidente que nunca.
Estados Unidos de Norteamérica continúa siendo la primera potencia, tiene el poder económico, pero por otra parte está China que compra su deuda y sin la cual EE.UU. quebraría. La carta imperial de Bush hijo, la idea de exportar la democracia interviniendo militarmente ya no tiene posibilidades. No tienen la fuerza, los soldados ni los recursos para pagar ocupaciones, no pueden ser hegemónicos. No pueden seguir pensando que ganaron la Guerra Fría y que están destinados a gobernar. Sin embargo, sí pueden ser líderes, pero para serlo tienen que ganárselo.
En base a lo anterior planteado se deduce que, el comienzo del siglo XXI estuvo lejos de ser la de paz que pareció anunciar el fin de la Guerra Fría. Vieron por el contrario tan rápida expansión y transformación de los conflictos que hizo que se hablara de “nuevas guerras”.
Los veinte años transcurridos desde la caída del Muro de Berlín permiten observar en perspectiva la magnitud de los cambios ocurridos en la escena internacional, así como las brechas entre las expectativas que ese acontecimiento despertó en todo el mundo y las complejas y contradictorias realidades que se vivieron desde entonces hasta el presente, tal como lo demuestran las invasiones a Afganistan e Irak.