La Iglesia Parroquial de Lobatera: Patrimonio Monumental del Táchira

I. Historia constructiva

I.1.- Primeras edificaciones

El actual templo parroquial de la población de Lobatera, construido entre 1950 y 1967, se encuentra donde existió y fue fundado el anterior, en el mismo lugar consagrado por la tradición y santificado por la oración continua de las generaciones cristianas desde la época en que fuera un sencillo oratorio privado ubicado en la casa principal del hato de don Pedro de Torres Vera desde 1593.

De estas primeras edificaciones no se conserva ninguna relación documental, salvo lo especificado, esporádicamente, en los libros de la iglesia parroquial de Lobatera que se remontan a 1767. Libros de fábrica sólo existen –muy fraccionados- referentes a los trabajos de reedificación iniciados por el Pbro. Gabriel Gómez (1848-1920), a raíz del sismo del 18 de mayo de 1875. La construcción se emprendió sobre las ruinas del anterior templo, levantado después del terremoto del 26 de febrero de 1849, el cual a su vez se levantó sobre las ruinas de otro iniciado muy probablemente fines del siglo XVIII.

Ante la continua falta de recursos económicos, los trabajos del templo iniciado en 1875 se prolongaron y en una primera etapa, la construcción de la Iglesia de Lobatera guardó, en su fachada, la misma apariencia arquitectónica de la actual Capilla del Humilladero. La construcción del actual frontis se inicia en 1905 y es en 1908 cuando el mismo es bendecido por el Obispo de Mérida Mons. Dr. Antonio Ramón Silva el día 26 de febrero, siendo párroco y director de las obras el Pbro. Br. Pedro María Morales (1875-1925) quien finalizado el interior se dedicó a levantar las imponentes torres concluyendo la totalidad de las obras el día 14 de mayo de 1914.

La descripción de este edificio, el iniciado en 1905 y finalizado en 1914, se pudo estructurar –en forma generalizada- con el escaso material fotográfico existente y la relación dada por personas de avanzada edad que lo conocieron.

Por fuentes documentales, se conoce que para 1913 estaba prácticamente finalizado el nuevo templo, ya que así lo describe el Dr. Juvenal Anzola, inspector de los trabajos de la Gran Carretera Central del Táchira, en su visita a la región el referido año. De su estancia en Lobatera nos relata, en cuanto al templo y a su cura párroco, lo siguiente:

Pasado el Rubicón de la jornada de ese día, tomamos el flanco del valle, el camino bueno, casi plano, y llegamos a una quebrada con abundante agua muy pedregosa, seguimos costeando el Lobaterita, lo atravesamos, subimos una cuesta de un kilómetro, y llegamos a una planicie, vimos un cementerio, y a pocas cuadras más allá, la hondonada de una pequeña quebrada y destacándose en la ribera opuesta en una planicie, a Lobatera con su hermosa iglesia, de artística fachada, con dos torres altas y blancas coronadas de elegantes cúpulas... El Cura de Lobatera es un sacerdote joven, estudioso, ilustrado, progresista: la iglesia la ha transformado, la fachada toda nueva, es obra de arte recomendable: el templo material lo engrandece y lo quiere para su Dios, con la mayor magnificencia: en su casa parroquial, ilustra y engrandece su espíritu, entre una biblioteca de selectos autores: sabe cuidar de las almas y busca en el estudio los caminos de la luz para ser útil: conoce de leyes, de medicina bastante, y de los Santos Padres sus maestros, es apasionado admirador. Es hombre el Presbítero Doctor Pedro María Morales, llamado por sus méritos a sobresalir en la milicia sagrada.

La traza estilística del templo descrito por el Dr. Anzola, respondía el patrón arquitectónico religioso colonial español: planta rectangular, de tres naves divididas por pilares de piedra que, por descripciones, debieron tender a ser de sección ochavada, a imitación del estilo toscano y recubiertos con pinturas al óleo a imitación del mármol. De seis capillas laterales que sobresalían de la forma geométrica rectangular. No poseía ábside ni crucero por lo que su testero o cabecera era del tipo plana. La techumbre, cubierta con teja, era de dos vertientes o caídas (conocida en la región como de cañón, dos aguas o medias aguas). La armazón del techo, que no sobresalía de la fachada, consistía en vigas de madera empotradas en la cumbrera (palo o viga que sostiene el techo en su centro en la parte más alta) y caña brava que se unían por alambres y fibra vegetal o bejucos. Esta cumbrera se ayudaba a sostener por medio de entrecintas (entre los constructores de la región denominado gatos o barrotes) y nudillos. Algunas secciones del techo tenían pares con entrecintas y jabalcones para así dar refuerzo a las mismas entrecintas en sus partes más deterioradas.

Toda la estructura respondía al típico sistema de construcción, heredado desde la época colonial española, donde predominaban los pares y nudillos. La techumbre descargaba su fuerza sobre columnas empotradas en las gruesas paredes de bahareque y tapia pisada. Las paredes fueron pintadas con frescos que representaban temas religiosos y naturales (flores, ramas de palma y otros), obra del pintor marabino Ciro Romero, quien se estableció en Lobatera a principios de la década de los años veinte. Como singularidad arquitectónica se ha observado que el techo de la capilla del Corazón de Jesús (actual Capilla del Calvario) estuvo cubierto por una especie de linterna con mezcla de formas barrocas y neoclásicas y de la cual no se ha encontrado aún referencia documental en los libros de fábrica de la iglesia.

El altar mayor era del tipo fijo pero adosado al muro de cerramiento de la pared Este que a su vez cumplía funciones de sostén de un techo de cuatro vertientes. Este techo intentaba hacer las veces de cúpula del templo, no poseía cuerpo o tambor y ninguna ornamentación; descargaba su fuerza directamente sobre la armadura del techo de la nave principal.

En el centro de este muro se abría un vano oval que daba paso al camarín de Nuestra. Señora del Rosario de Chiquinquirá. El camarín, aún cuando daba la sensación de ser una especie de ábside, no era sino la continuación de la nave central de la iglesia. Aquí se guardaba el lienzo con la imagen de la virgen el cual estaba enmarcado y dentro de un trono de madera conformado por cuatro delgadas columnas que sostenían un frontón o cornisamento triangular en cuyo tímpano se inscribía un arco de medio punto con radios concéntricos. Posterior a los trabajos de remodelación, este espacio desapareció y el trono, desprovisto de su cornisamento se siguió utilizando como portaimagen procesional, hasta el 18 de noviembre de 1984 cuando la imagen fue sacada por última vez en procesión por las calles de la población, ya que por razones de conservación se desaconsejaba cualquier nueva movilización que no se efectuara con los procedimientos técnicos que garantizaran la integridad del tricentenario lienzo.

La antigua sacristía ocupaba el área de la actual y poseía un techo de media agua o vertiente de pares y viga.

Sobre ornamentos, libros litúrgicos y otros objetos del servicio religioso de la época que estudiamos, no se conserva nada. Solamente se ha encontrado, dentro de los objetos de la Colección Sandoval Zambrano un libro de cantos que perteneció a la Srta. Delfina Sandoval y está fechado en 1920. El mismo era utilizado por los integrantes del coro de la iglesia dirigido por el maestro Horacio Cáceres. El libro, en sí, es el producto de la unión de varios textos (en latín y francés), dirigido a la lectura e interpretación del canto llano o gregoriano. La secuencia de los textos respondía al siguiente orden: "Cantorum quæ habentur in Ordinario Missæ, Cantus ad processiones et Benedictiones SSMI Sacramenti y Principes déxécution du Chant Grégorien-rythmé d’après la Méthode des Bénédictins de Solesmes".

En cuanto a estructura física de las capillas, estas eran de planta cuadrangular y sus techos, cubiertos de teja, eran de cuatro vertientes. Las dimensiones de las capillas variaban ya que las inmediatas a la fachada (de Santa Leocadia y Bautismal), al igual que ahora, se caracterizaban por ser de mayores dimensiones que las restantes.

Es de destacar que la planta de la antigua iglesia se mantuvo y sobre esa traza se levantó la actual.

Desde sus orígenes y hasta 1967 la iglesia sirvió de sepultura a las personas más notables de la población. Así tenemos que en la capilla de Santa Leocadia se encontraba el panteón de la familia Vivas Sánchez. Allí reposaban los restos de don Abdón Vivas y doña Leocadia Sánchez de Vivas, personajes de destacada actuación en la vida cultural, social y política tachirense del pasado siglo. Asimismo en el piso de la nave principal, hacia el presbiterio, se encontraba la tumba del Dr. Ezequiel Vivas Sánchez fallecido en París en 1919. Estas sepulturas fueron retiradas y trasladadas al Cementerio Municipal al comenzar los trabajos de remodelación y construcción del nuevo templo.

Como importante referencia histórica sobre esta costumbre colonial, de sepultar en las iglesias o junto a ellas a los feligreses de la parroquia, destacamos que desde principios del siglo XVII, el terreno circundante a la iglesia de Lobatera, por su lado norte, sirvió como primer cementerio de la población. El mismo funcionó hasta mediados del siglo XVIII. Su ubicación exacta está sobre los terrenos que hoy en día ocupa la Casa Parroquial de Lobatera. Esta ubicación respondía a la antiquísima tradición europea y española de establecer los lugares de enterramiento dentro de los recintos religiosos o en los solares adyacentes a estos motivado a ser la Iglesia la propietaria y encargada de la administración de los cementerios. El presente hecho se ha confirmado en un extracto de las comunicaciones que recibía para 1850 el Cura Vicario de San Cristóbal. Allí los vecinos de Lobatera le manifestaban que no debía autorizar la venta de un solar contiguo al templo, que había sido avaluado en 400 pesos, "porque decían allí se enterraba antes a los muertos".

Según los libros sacramentales, recibieron sepultura en este primitivo cementerio, personajes del más rancio abolengo de la Lobatera dieciochesca como Don Virgilio Chacón de Torres y su esposa Doña Josefa de Mora y Chacón de Torres, descendientes directos del fundador del pueblo. Criollos como Antonia Pérez y Felipe Rosales, Sebastiana Quintero y Antonio Ruiz, María Petronila Contreras y Francisco Ruiz, Fernando Zambrano y María Antonia Mora. E igualmente personajes integrantes de los niveles más bajos de la sociedad de la época como Pedro Campos negro libre y Paula Pérez libertina, María Damiana hija de Micaela esclava de Juan José Roxas hacendado en esta jurisdicción. María Isabel esclava hija de Antonio Celis y su mujer Juana esclavos de Miguel Celis de esta parroquia. Y un pobre negro a quien el cura párroco, al registrar su partida de bautismo, le llamó Francisco de Borja hijo de una zamba soltera vagamunda.

La confirmación arqueológica del anterior hecho histórico documental quedó manifiesta cuando en diciembre de 1986, y al momento de preparar una improvisada tumba para ser utilizada como sepultura de Mons. Manuel García Guerrero (1908-1986), obreros municipales levantaron el piso de la capilla del Baptisterio y al excavar bajo el mismo encontraron una fosa y restos óseos, restos que no poseían identificación alguna, ni existían crónicas sobre los mismos Esto obligó a cambiar la dirección de la excavación. El hallazgo se explica ya que la capilla del Baptisterio se adentra en los terrenos de la Casa Parroquial, exactamente donde se ubicó el primer cementerio de Lobatera.

Retomando la descripción del antiguo templo, en cuanto al tipo de diseño de la construcción, según una cata fotográfica de templos de la región andina de fines del siglo XIX y principios del XX, podemos observar que la iglesia de Lobatera (1875-1908) respondía al patrón constructivo colonial que permanecía para la época. En el diseño de la planta del templo de Lobatera se repetía la traza de las plantas de varios templos de la región andina, especialmente el de la antigua iglesia de Timotes en el Estado Mérida.

Sobre la fachada, diferente estilísticamente al interior por ser construida según los patrones del eclecticismo (neoclásico en este caso) predominante a principios de siglo, es la misma que se puede apreciar actualmente, con excepción del segundo cuerpo, que para la época no existía. Era y es, quizás, una de las partes más nobles de todo el conjunto. Estaba conformada por el frontis y las torres, siendo levantada entre 1905 y 1914 por iniciativa y diseño del Pbro. Pedro María Morales. Esta fachada, de un sólo cuerpo o nivel, era rematada sólo en la puerta principal por un frontón (idéntico al actual que remata el segundo cuerpo) y sobre cuyo cornisamento habían sido colocados, en 1913, las imágenes en bulto de Nuestra. Señora del Rosario (de Chiquinquirá), San Antonio y San Andrés en tamaño natural, las mismas desaparecieron como producto de la remodelación finalizada en 1967.

El frontis ha sido el único elemento, de la antigua edificación, que no fue alterado sustancialmente y que ha llega con pocas variaciones hasta nuestros días.

Tabla cronológica de las construcciones

Orden Época Estilo

1era Iglesia Siglo XVII-1849 Colonial español
2da Iglesia 1849-1875 Neocolonial español
3era Iglesia 1875-1905 Neocolonial español
4ta Iglesia 1905-1950 Neocolonial español-neoclásico
5ta Iglesia 1950- Neoclásico-neorrománico

I.2.- Edificación actual

Las naves, capillas y presbiterio que se observan actualmente se reconstruyeron en una uniformidad estilística por iniciativa de Mons. Manuel García Guerrero, entre el 16 de mayo de 1950 y el 17 de octubre de 1967. Siendo consagrado solemnemente por Mons. Alejandro Fernández Feo Obispo de la Diócesis de San Cristóbal el sábado 18 de noviembre de 1967, y colocado dentro del altar mayor las reliquias de los santos mártires romanos Gaudioso, Teófanes, Perpetua y Helidoro. Fue el encargado del diseño arquitectónico y de los planos el Pbro. Leonardo González OSR, sacerdote español que ejercía funciones ministeriales en la parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro (El Santuario) de San Cristóbal. Estos planos, aprobados originalmente en 1949, debieron ser modificados especialmente en la sección del presbiterio para adaptarlos a las nuevas disposiciones litúrgicas del Concilio Vaticano II (1962-1965).

En cuanto a la dirección de los trabajos, ejerció el puesto de alarife de la obra el maestro Ricardo Ruiz Ortiz junto a su hijo Alfonso Ruiz quien laboró como primer asistente.

La idea de realizar los trabajos de refacción en el deteriorado templo surge a partir de 1949, a proposición del Pbro. Mons. Manuel García Guerrero (cura párroco de Lobatera desde el 23 de noviembre de 1943 hasta el 1 de diciembre de 1985) quien propuso la remodelación del antiguo templo, cuya estructura estaba cediendo, ya que las vigas y columnas de madera estaban siendo atacadas por el comején y las paredes de tapia pisada y bahareque presentaban un avanzado deterioro. Así el 1ero de mayo de 1949 se conformó una Junta Pro-Templo que estuvo integrada en sus inicios por: Pbro. Manuel García, Presidente y los señores Alejandro Rojas Figueroa, Pedro José Gutiérrez, Jesús María Mora, Miguel Porras, Raúl Mora, Carlos Alviárez, José Rojas y Antonio Porras. Al año y quince días de conformada esta junta se dio inicio a la obra, previa aprobación de los planos del proyecto por parte del Obispo de San Cristóbal. Durante diecisiete años, cinco meses y un día se efectuaron los trabajos de construcción, de los cuales, trece fueron ininterrumpidos (para la renovación de los obreros se organizaron turnos semanales por aldeas) pero ante la falta de recursos económicos se paralizaron prácticamente por cuatro años.

Su culminación se logró gracias al aporte económico de la población del municipio que en la medida de sus posibilidades ayudaba al coste de los trabajos. Se recibieron importantes aportes de sacerdotes oriundos de Lobatera como Mons. José Teodosio Sandoval (quien era cura párroco de Ntra. Sra. de los Ángeles de La Grita); el Pbro. Delfín Medina Sandoval (párroco de San Juan Nepomuceno de Michelena) y el R.P. Elio Nereo Sandoval Sandoval O.S.A (quien laboraba en la diócesis de Los Teques). La Asamblea Legislativa asignó una partida especial de 30.000 Bs; el Concejo Municipal aumentó la ayuda mensual de 200 Bs. a 600 Bs; CADAFE donó el sistema de alumbrado indirecto (segundo que se instalaba en un templo del Táchira); el Sr. José María Parra donó los pisos de granito; la madera para los escaños la dio el Ministerio de Agricultura y Cría - Región Los Andes y se encargó el trabajó de realizar los escaños al Sr. Hernán Chacón de San Juan de Colón.

El costo aproximado de la obra, para el momento, se calculó en 500.000 Bs. y el Pbro. Delfín Medina Sandoval dio un aporte final, para la culminación de los trabajos, de Bs. 5.000.

Finalizados los trabajos de albañilería y decoración, la noche del 17 de noviembre se efectuó el ejercicio de vigilia a las sagradas reliquias de los mártires romanos y para la solemne consagración del día 18 de noviembre de 1967, los actos se rigieron según el siguiente programa:

5 a.m. Repique de campanas anunciarán el amanecer del grandioso día. 6 a.m. Misa armonizada y comunión general de los fieles. 8 a.m. Recepción al Excelentísimo y Rvdo. Mons. Dr. Alejandro Fernández Feo, frente al Grupo Escolar ‘Ciudad de Carúpano’. 9 a.m. Inauguración. Consagración del templo y del altar mayor, y misa pontifical por el Sr. Obispo. 3 p.m. Procesión con la preciosa y venerada imagen de la Santísima Virgen de Chiquinquirá rodeada por la fe y la devoción de toda la feligresía. Ocupará la cátedra sagrada Monseñor Dr. Carlos Sánchez Espejo.

Como concelebrantes del señor obispo de San Cristóbal Mons. Dr. Alejandro Fernández Feo estuvieron los venerables sacerdotes Mons. José Teodosio Sandoval Mora, Mons. Raúl Méndez Moncada, Pbro. Delfín Medina, Pbro. Alejandro Figueroa, Pbro. Luis Abad Buitrago, Pbro. Domingo Guerrero, Pbro. Abilio Basterra, Pbro. Juan Dumont, Pbro. Eduardo Fajardo Rueda y Pbro. Hilario Briones. Las autoridades civiles del estado y del municipio estuvieron representadas por el Dr. Fabio Méndez Moncada, Presidente de la Asamblea Legislativa del Estado, la diputada Carmen de Valera, el diputado Agustín Briceño y la Dra. Nelly Hernández de Azara. Por el Concejo Municipal del Distrito Lobatera estuvieron su presidente Gabriel Marquina, los concejales José del Rosario Guerrero Briceño, Delfina Sandoval, Virgilio Morales, Antonio Gómez y Doralisa Rojas de Colmenares.

I.3.- Proceso constructivo

La dirección de construcción del templo y derribo de la vieja edificación se inició desde el antiguo presbiterio hacia la fachada y terminó en las juntas o uniones de las naves principal y laterales con la pared posterior de la fachada. Así, el primer elemento que se desmanteló de la antigua estructura fue el techo cuadrangular que, a manera de cúpula cubría el presbiterio y el altar mayor. Los trabajos de remodelación se iniciaron por esta área en 1950 y ya para el 19 de marzo de 1952 (según consta en material fotográfico) estaba totalmente levantado el nuevo presbiterio con las capillas laterales y la cúpula neorrománica, la cual contaba ya con los dos cuerpos del tambor central (cuyos vanos estaban desprovistos de la cristalería); de la semiesfera propiamente sólo sobresalían los gruesos nervios que terminaban en las bases verticales de lo que sería el futuro cupulino.

Por el mismo material fotográfico podemos deducir que el sistema constructivo estaba basado en andamiajes construidos en madera rústica (horcones para las bases y tablones lisos para los soportes de los obreros). Aun cuando en la construcción de todas las paredes se utilizó el ladrillo cocido se observa que la técnica de construcción empleada era idéntica a la del sistema de tapia pisada ya que las paredes, sin friso, permiten ver los vanos cuadrados donde se fijaban los parales o guías para el andamiaje. Posteriormente, finalizado el trabajo de hechura previa utilización moldes de cemento para las formas y detalles más acabados (capiteles, pilastras, columnas con sus fustes acanalados, molduras y entablamentos) se procedía a colocar el friso con base en mezcla de cemento.

En el proceso de construcción de todas las bóvedas del templo se colocaron andamiajes y vigas que sostenían unas estructuras de madera (denominadas técnicamente cimbras) las cuales sostenían el conjunto hasta que la curva se cerrara. Todos los elementos de la bóveda se encontraban unidos, no retirando la cimbra, hasta que se verificara el secado el mortero de las juntas. Las losas de ladrillo tablita que se utilizaron en la construcción de estas bóvedas, vienen a constituir las dovelas de las mismas.

I. Descripción del templo

I.1.- Fachada

I.1.1.- Tipo

La fachada, una de las partes más nobles del edificio, armónica por ubicarse las torres a los lados de la misma, en línea con ésta pero fuera del rectángulo que conforma la planta de la iglesia, es de clara inspiración neoclásica al presentar pórtico clásico triple, con una puerta principal y dos laterales, siendo la principal de mayor altura y proporción que las laterales. Las puertas están axialmente posicionadas con el eje longitudinal de las naves del templo.

Esta fachada, de clara composición palladiana se puede inscribir dentro de un contexto de portada en arco de triunfo de tres vanos que avanza levemente sobre el muro y se configura en dos niveles sobre el zócalo.

El estilo de construcción de la fachada está inspirado en patrones clásicos con unicidad del orden dórico.

Históricamente, la construcción de fachadas para los edificios religiosos que copiaban el patrón de los arcos triunfales romanos, tiene su origen en la fachada que ordenara construir (ca. 320-330 d.C.) el emperador Constantino, con motivo de su victoria en el puente Milvio, y que servía de entrada a la basílica de San Pedro, erigida sobre la colina vaticana en Roma. En esta portada, mandó se colocara la siguiente inscripción: "Porque guiado por Ti el mundo se eleva triunfante a los cielos – Constantino, un víctor te edificó esta casa".

De esta forma, el templo parecía concebirse como estructura que celebraba un doble triunfo: de Cristo sobre la muerte y del emperador sobre sus enemigos.

I.1.2.- Puertas

Son las puertas de madera y de dos batientes que, por medio de un sistema de bisagras, cierran todos los vanos de la fachada. Contiene la principal, en su parte baja (batiente izquierdo), una puerta o batiente más reducido que permite el acceso al templo en los momentos cuando no hay servicios litúrgicos.

Vistas las puertas desde el contrafrontis (desde el interior de la iglesia) se puede observar como las mismas se inscriben en el muro partiendo de un rectángulo con derrame, coronado por un arco escarzano que finaliza en un rectángulo perfecto cerrado en su parte superior por un arco de medio punto. No poseen sistema de cerradura ya que los batientes se cierran por medio de una viga de madera que es atravesada horizontalmente por su parte interior y cuyos garfios de sostén están incrustados en las jambas.

Estas puertas son las originales de la iglesia que fue consagrada en 1908. Vistas desde el exterior de la fachada, al estar cerradas, ofrecen la impresión de tener los batientes en su parte superior la forma de arcos de medio punto, pero esto es sólo un efecto visual producto de la presencia de las enjutas formadas por los arcos de medio punto de los vanos del muro del frontis.

La estructura o fábrica de las puertas se puede apreciar al estudiar su parte posterior, el maderamen de la misma presenta como marco general un dintel y dos jambas. Cada batiente lo estructuran dos largueros, dos lazos, siete tirantes y en la parte superior un cabestrillo que toma la forma de arco de cuarto de punto. Sobre este maderamen están colocados cuarterones o paneles que cierran los espacios comprendidos entre las vigas y maderas de las puertas. El arco de cuarto de punto, que al cerrarse los dos batientes forman uno de medio punto, están ornamentados en la parte exterior de las puertas por cinco quinquefolios adosados a un arco menor y quince dentículos ubicados entre el arco menor que sirve de base a los quinquefolios y otro de menor tamaño. Otros adornos exteriores son dos figuras cuya figura de flamas alanceadas recuerda la forma de los eslabones del collar de la antigua orden española de caballería del Toisón de Oro. En la parte inferior de las puertas, en cada batiente, se encuentran dos círculos formados por radios concéntricos sobre un círculo menor, que a la vista dan la impresión del movimiento generador de un espiral. Están cubiertas por pintura de aceite de color rojo oscuro.

I.1.3.- Primer nivel:

El primer nivel está formado, a la altura de los vanos las puertas laterales, por arcos moldurados de medio punto cuya imposta se encuentra sobre falsas pilastras de sección cuadrada. Las puertas laterales se encuentran encuadradas entre dos columnas dóricas de cantería almohadillada (once secciones; seis completas y cinco fraccionadas), de sección cuadrada, con éntasis y capitel sencillo que sostienen un entablamento compuesto por un arquitrabe en el que destaca las gotas de los triglifos. Sobre el friso encontramos cuatro triglifos y cinco metopas de las cuales la central contiene figuras religiosas (en la puerta sur un cáliz radiante y en la norte un corazón de Jesús radiante), las metopas restantes son los típicos relieves circulares concéntricos. Sostiene este friso un frontispicio (cornisamento) engolado clásico de forma triangular. El espacio donde finaliza el muro de la fachada y que se encuentra sobre los frontones triangulares de las puertas laterales está coronado por pináculos de cuerpo bulboso estriado y tras estos se encuentra un antepecho de balaustres torneados sencillos que une el espacio existente entre las torres y el segundo nivel de la fachada.

El marco ornamental dentro del cual se inscribe el vano de la puerta principal, de mayor dimensión que las laterales, está conformado por un arco moldurado de medio punto, encontrándose en el espacio ocupado por las enjutas del arco dos rosetones y sobre la clave la siguiente inscripción: DEDICADA A NTRA. SRA. DE CHIQUINQUIRÁ AÑO / 1908. El arco referido tiene su imposta en pilastras de sección cuadrada que a su vez está enmarcada a lado y lado por columnas geminadas dóricas (dos a cada lado), cilíndricas estriadas, con éntasis, encontrándose apoyadas sobre un basamento o estilóbato común (tiene en el centro del dado un adorno en bajorrelieve de núcleo rectangular con formas lobuladas sobresaliendo de los flancos).

Estas columnas sostienen un entablamento que repite las características del de las puertas laterales. Aquí encontramos nueve triglifos y ocho metopas circulares concéntricas. Este cornisamento da paso al cuerpo superior de la fachada, más estrecho por prolongar estructuralmente al inferior sólo en el área de la puerta principal.

I.1.4.- Segundo nivel:

Está conformado por ocho columnas cilíndricas estriadas del orden dórico, de pronunciada verticalidad al no presentar éntasis en su basa. Se distribuyen por pares: dos exentas y dos adosadas a la pared que cierra la tribuna de la cantoría, sumando cuatro a cada lado de este segundo nivel. Los capiteles de las columnas reproducen exactamente al de las columnas que enmarcan la puerta principal del primer nivel. A su vez sostienen un entablamento de triglifos y metopas que igualmente reproducen las características del cuerpo inferior. Presentan un lineamiento denticulado en el punto de unión con el remate de la fachada así como un frontón curvo de arco de medio punto, rebajado escarzano y con formas denticuladas en el punto de unión con la pared del tímpano). El frontón presenta ruptura de entablamento en la cornisa inferior (por lo que se le denomina frontón con quiebre inferior). En el centro del tímpano se encuentra una figura en altorrelieve que representa el Ojo de Dios inscrito entre rayos desiguales. Bajo este frontón se abre un amplio y acabado rosetón de perfección geométrica. De clara inspiración románica tanto por su ubicación como por su diseño, se presenta como una circunferencia con dovelas radiales entrecruzadas inscrita en un vano circular moldurado cuya función es la de permitir la iluminación natural de la tribuna de la cantoría y de la nave principal.

II. Torres:

II.1.- Descripción:

Las torres, de esbelta solidez cuyas proporciones logran aumentar el empaque monumental del conjunto, se encuentran en el extremo oeste del templo, poseen cuatro cuerpos superpuestos y cúpula semiesférica. El primer cuerpo es cuadrangular y los tres últimos cuerpos, escalonados y ochavados, sobresalen bastante por encima de la altura de las bóvedas de las naves.

II.2.- Tipo de construcción:

Levantadas en mampostería de aparejo rústico, están cubiertas en su exterior por estuco y friso y en su interior por sillares escuadrados, con la cara exterior sin tallar que forman un estilo de construcción denominado opus incertum. Gruesas vigas de madera oqueadas en las paredes unen a éstas a la altura de los últimos cuerpos. El estilo artístico de los cuerpos, responde a la visión clásica renacentista con predominio de columnas, entablamentos, cornisas dóricas, vanos circulares y con arcos de medio punto. Estilo que se interrumpe en el coronamiento de las torres ya que las cúpulas, de marcado carácter oriental, recuerdan el diseño de las cúpulas que coronan a las catedrales de Moscú (Rusia) de inspiración bizantina.

II.3.- Cuerpos

De planta o base cuadrada, se componen en su alzado de cuatro cuerpos separados por cornisas dóricas (entablamento con metopas –en el segundo cuerpo presentan formas arabescas y en el cuarto círculos concéntricos- y triglifos) voladizas. Los tres cuerpos superiores son octogonales u ochavados, terminando en una imposta también de base octogonal que se va cerrando hasta trasdosarse y dar la forma circular que sirve de sostén al cupulino (una bóveda maciza de mampostería, frisada con cal en su interior, especial para el reflejo de las ondas sonoras de las campanas). En el espacio donde comienza a trasdosarse en cúpula existen cuatro pequeñas troneras de arco de medio punto ubicados cardinalmente. Como línea de impostación de la cúpula encontramos un pequeño friso con dentellones.

La cúpula, interiormente semiesférica, es exteriormente del tipo semibulbiforme (con cierta influencia oriental, específicamente bizantina) conformada por ocho paños de aristas, cuatro de las cuales se encuentran en altorrelieve; dichos paños convergen en una contracurvatura a manera de capitel que es apuntada y rematada por una cruz latina perfecta trabajada en hierro forjado.

Según se asciende en la torre, va disminuyendo el perímetro de los cuerpos. Las torres son del tipo geminadas ya que ambas presentan idénticas características arquitectónicas.

II.3.1.- Base

Entre el nivel del suelo, que en este caso es al nivel de donde finalizan las escaleras de ascenso al atrio, y el primer cuerpo de la torre existe un arranque o base que finaliza en una moldura, ubicada a la misma altura de la base de las columnas en la puerta principal, y que da paso al primer cuerpo.

II.3.2.- Primer cuerpo

Lleva una ventana rectangular enmarcada en estilo clásico, rematada por un sencillo frontón curvo (de arco elíptico peraltado). En el espacio que debería ocupar el friso, en la torre norte, se encuentra la siguiente inscripción en altorrelive: LEVANTADA POR DISPOSICIÓN DEL PBRO. PEDRO MARIA MORALES . En la torre sur, la ventana tiene las mismas características que la anterior a diferencia de la inscripción que reza: LOBATERA 29 DE MAYO DE 1914. Estos vanos, desprovistos de rejas originalmente, le fueron instaladas rejas metálicas en las reformas finalizadas en 1967.

II.3.3.- Segundo cuerpo

Sobre el cornisamento del cuerpo base, se encuentra el segundo cuerpo de forma octogonal, un pequeño recorte en las aristas de la construcción predominantemente cúbica le da la forma octogonal. En los lados formados por el recorte, se encuentran cuatro columnas dóricas almohadilladas, con éntasis, que repiten las mismas características y divisiones de las columnas que enmarcan las puertas de las naves laterales. Siendo de sección cuadrada, sostienen un entablamento y cornisamento dórico (triglifos, metopas –con figuras que semejan arabescos-, gotas y denticulados). En los lados del cuerpo, que dan a los cuatro puntos cardinales, se encuentra inscrito un marco cuadrangular con adornos del tipo veneras, estas se encuentran en las enjutas de los ángulos. En el centro de este marco aparecen cuatro vanos circulares, a manera de troneras, con molduras y derrames (uno en cada lado del segundo cuerpo de la torre).

II.3.4.- Tercer cuerpo

En el tercero, se encuentra el habitáculo del campanario propiamente dicho, su forma es octogonal, posee cuatro ventanales de medio punto con molduras y balaustrada. Las campanas son del tipo fijo, sus yugos están encajados en aros metálicos que se incrustan en la clave del arco de medio punto de los vanos. El sonido de las mismas se obtiene haciendo mover el badajo contra la forma copiforme o panza de las campanas por medio de unas cuerdas que llegan desde el campanario hasta la puertecilla de entrada a la torre.

Las dimensiones de la campana mayor responden a la fórmula H=D (altura igual al diámetro). Da una nota vibrada y no seca de do#5; es de falda gruesa, al ser su diámetro de 0,72 cm; debe oscilar su peso entre 210 y 260 kg. Las campanas de Lobatera poseen en su tono los armónicos habituales tridentinos (octava primera, quinta, tercera menor y octava baja).

En cuanto a la cronología de estas campanas nos encontramos que, previas a estas, existieron otros bronces de los cuales la primera información que se puede registrar hasta ahora, nos lleva a 1776 y se encuentra en el Libro de la Cofradía de Ntra. Sra. del Rosario de Chiquinquirá donde el primer cura párroco del pueblo, Don Manuel Antonio de Nava especificaba:

Diziembre 27 de 1776 En este dia rindio quentas Juan Simón Chacón como Prioste desta Cofradia ysolo apruevan las que estan arregladas, yde la aprovacion del Señor Cura parroco; del (ilegible) Alcalde y de la confraternidad que a este fin seconvoco ason de campana en esta santa yglecia que como la firmamos...

Otra referencia indica:

En esta Parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquira en 29 de Diziembre de 1779 (ilegible) el DoctorDon Manuel Joseph Arizizabal cura Propio de ella hise tañer las campanas para las elecciones de Alferes...

Sobre las actuales, podemos afirmar que la campana mayor de Lobatera, ubicada en el vano oeste de la torre norte de la iglesia, fue una donación hecha por Sixto Zambrano, católico devoto vecino de la aldea Zaragoza, quien en acción de gracias costeó los gastos de adquisición de la misma y su posterior donación a la Iglesia Parroquial. Su altura, desde la base hasta la corona, es de setenta y cinco (75) centímetros y el diámetro de la base es de setenta y dos (72) centímetros. En su panza se puede leer lo siguiente: "REGALO DE SIXTO ZAMBRANO Á LA CHIQUINQUIRÁ DE LOBATERA AÑO 1894 - Importada por Branger hermanos de San Cristóbal - Bell Foundry. Baltimore Md. 1894". Su acabado es perfecto y su timbre es sonoro, prolongado y armonioso.

La campana ordinaria (menor), ubicada en el vano sur, tiene una altura de cincuenta y cinco (55) centímetros y un diámetro de sesenta (60) centímetros. En su panza se lee: "Iglesia Parroquial de N.S. de Chiquinquira de Lovatera Año de 1872 - Troy Bell Foundry Jones & Company, Troy N.Y. 1872". Donación hecha por el Padre José Amando Pérez, por orden del Obispo de Mérida en enero de 1872, en restitución de la campana mayor de Lobatera que el Padre Pérez había donado en 1848 a la Iglesia de Lobatera y como consecuencia del terremoto se había llevado a la nueva Iglesia de Michelena y donde permanece actualmente.

La campana menor, por su apariencia y por la inscripción es la más antigua de aquel campanario. Ubicada en el vano este, su altura es de sesenta (60) centímetros y su diámetro de cincuenta y cinco (55) centímetros. En su panza se lee "Dona que le hiso Pedro María Reina a Nuestra Señora de las Mercedes en el año de 1860". Su acabado, a diferencia de las otras, es rústico y tosco. Posee una forma atípica para una campana ya que no se diferencia la panza de la base siendo muy similar a la forma de antiquísimas campanas (del siglo X que se conservan en el Museo Arquidiocesano de Mérida). Sobre su donante, don Pedro María Reina, conocemos que fue un personaje destacado de Lobatera, ocupó varios cargos públicos, fue uno de los encargados de hacer la nueva traza del pueblo de San Juan de Lobatera (actual San Juan de Colón), y murió el 3 de agosto de 1859. Se encuentra enterrado en la sacristía de la capilla del Humilladero, siendo la única tumba que permanece hasta nuestros días como relictus, con su respectiva lápida sepulcral, del antiguo cementerio que funcionó allí, cuyo dato más antiguo se remonta a 1805 ya que en el libro de defunciones del referido año es mencionado con el nombre de Cementerio de la capilla del Humilladero.

La ubicación de su tumba en esta capilla es de difícil explicación ya que fue este mismo personaje quien clausuró, como Jefe Político del Cantón de Lobatera para 1849, el cementerio del Humilladero a consecuencia del terremoto de marzo del referido año. Así se desprende de una carta enviada al Obispo de Mérida donde le informaba que:

Había comenzado a hacer una Capilla provisional en la plaza, con restos de las ruinas, y también un Cementerio porque el antiguo hubo que clausurarlo. Se emprendió la construcción de la Iglesia, aunque en medio de muchas dificultades por la extrema indigencia en que vivían todos.

El nuevo cementerio al cual hace referencia don Pedro María Reina es el actual cementerio municipal de Lobatera, ubicado en la vía de la autopista hacia La Parada y San Pedro del Río.

Sobre la campanilla, ubicada en el ventanal norte, no posee ninguna inscripción. Sus dimensiones nos dan treinta y cinco (35) centímetros de alto por treinta y cinco (35) centímetros de diámetro. Por su estilo, las líneas que adornan la panza y la corona, así como por el acabado de la misma, por ser idénticos a la campana ordinaria, nos indican que tienen una misma edad que se remonta hasta 1872.

Se encuentran en los ángulos de este cuerpo, ocho columnas dóricas estriadas, con éntasis, que sostienen un entablamento con triglifos y metopas y una cornisa de voladura que dan paso al siguiente cuerpo.

II.3.5.- Cuarto cuerpo

En el cuarto cuerpo, de forma octogonal, encontramos cuatro vanos circulares con ubicación cardinal, intercalados por cuatro ventanas de arco apuntado o alanceadas ubicadas en el entremuro formado por los vértices del octógono. Ocho columnas dóricas de fuste exento y con éntasis, sostienen un entablamento sencillo con una cornisa de gola pronunciada y sobre el cual se levanta un pequeño muro que se trasdosa en la cúpula circular de la torre por medio de un esgucio inverso. Esta cúpula, con marcada influencia bizantina y rusa, no fue muy común en la región. Una construcción similar sólo la encontramos en las cúpulas de las torres de la Catedral de Mérida las cuales responden al mismo lineamiento. El remate de las cúpulas de las torres es una cruz latina en hierro forjado

II.4.- Funciones

La torre norte cumple la función de campanario y la torre sur corresponde al reloj público cuyas esferas y maquinaria pertenecen al estilo clásico francés de principios de siglo. El mismo fue instalado el 17 de noviembre de 1913 y donado por el Dr. Ezequiel Vivas. Las cifras son de numeración romana y la esfera de cristal; para su iluminación en las noches, posee un foco interior de luz blanca. Las esferas ocupan los vanos circulares del cuarto cuerpo.

El acceso a las torres se da desde el interior del templo, por medio de unas puertecillas junto al contrafrontis, cuyo marco es rematado por un arco de medio punto sencillo y exento de molduras. Las escaleras, que en su interior permiten el ascenso hasta el campanario, en sus orígenes eran de madera, adosadas a los muros y del tipo molinero (aún se pueden observar los vestigios de las mismas junto a los muros) y terminaban por medio de un entarimado, también en madera, en el campanario. Después de las reformas de 1967 fueron sustituidas por unas escaleras metálicas del tipo caracol que finalizan en una plataforma, también metálica, en el habitáculo del campanario.

III. Interior

III.1. Planta

III.1.1.-Orientación, superficie y planta

El templo parroquial de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá de Lobatera, organiza su espacio en una planta basilical, con orientación litúrgica correcta (orientación este-oeste). Se inspira en los modelos constructivos clásicos romanos y griegos representados en la sobriedad de líneas, definición de la simetría y amplitud de las perspectivas.

De simetría axial rigurosa, planta longitudinal con simetría bilateral (con las partes distribuidas hacia los lados de un eje longitudinal), conforma un rectángulo con seis espacios adosados que estructuran las capillas. No presenta ábside ni crucero y su superficie inscribe una nave principal con colaterales, siendo la anchura de la nave principal de mayor altura y el doble del de las laterales. La nave principal consta de ocho módulos de arista y las laterales de ocho módulos de bóvedas de arista de cuarto de punto con lunetos. Sostienen estos espacios cuarenta columnas. Las capillas laterales al presbiterio están abovedadas por módulos de bóvedas de arista perfecta.

La cúpula, que inscribe un octógono sobre un espacio cuadrado es sostenida por cuatro pilares sobre los cuales se encastran parte de las columnas (columnas embebidas) que sostienen la bóveda de las capillas laterales del presbiterio y de la nave principal. Las dos capillas próximas a la fachada están cubiertas por módulos de arista y las cuatro restantes por bóvedas de medio cañón con un espacio que representa la mitad del de las capillas próximas a la fachada.

En total, reciben la descarga de la fuerza ejercida por las bóvedas y cúpula de la iglesia cincuenta y cuatro (54) columnas y dieciséis (16) pilastras. Las bóvedas de las naves son sostenidas por treinta y tres (33) arcofajanones y dieciséis (16) arcos formeros, asimismo la cúpula es sostenida por cuatro (4) arcos torales.

Históricamente, el diseño arquitectónico, la distribución y el orden de los espacios del templo de Lobatera en naves, cúpula y torres, tienen su origen en el tipo de construcción de las basílicas cristianas de los primeros años del cristianismo. A principios el siglo IV de nuestra era, y con la conversión de Constantino, los cristianos se encontraron con dos modelos constructivos para sus lugares de celebración religiosa: (a) las basílicas romanas, con sus amplias naves y techos abovedados para las celebraciones litúrgicas, y (b) las formas centralizadas y circulares de los baños termales romanos o de los mausoleos con cúpula para los baptisterios y memorias de los santos denominados martyria, o también denominados edificios de circunstancia ya que se levantaban sobre lugares de santidad especial como las tumbas de los mártires, los lugares relacionados con la vida de Jesús y los bautizos. Estas dos construcciones fueron unidas por los arquitectos de Constantino quienes diseñaron distintos esquemas sobre la base de un martyria unido a una basílica. Así se construyeron las primeras basílicas monumentales como fueron la de la Anastasis (conocida como de la Resurrección para los griegos y del Santo Sepulcro para los latinos, 328-336 d. C.) en Jerusalén, la de la Natividad en Belén y la de San Pedro en Roma. De esta forma la cúpula de los martyria pasó a ser la cúpula de las basílicas y su simbología correspondía a una analogía terrestre de la bóveda celestial o el cielo; su forma preferida fue el octógono por las connotaciones asociadas a la resurreción y el renacer que se atribuían antiguamente al número ocho.

Es necesario aclarar, que aún cuando el primer templo cristiano con diseño basilical se construyó en Fenicia (actual Líbano) a principios del siglo IV, los especialistas reconocen que el modelo decisivo de construcción se dio en la época de Constantino. En este sentido, los estudios del arqueólogo israelita Yoram Tsafrir son concluyentes:

La primera basílica en la región fue construida en Tiro, Fenicia, y no en Palestina. Fue erigida por el obispo Paulino hacia el 314 de nuestra era (Eusebio, Historia Eclesiástica, X, 4.). Aproximadamente al mismo tiempo que era construida en Roma, sobre la colina laterana (San Juan de Letrán), la primera gran basílica congregacional. Sin embargo, el paso decisivo en el diseño de las iglesias cristianas se tomó posteriormente, bajo el gobierno de Constantino, en la tercera y cuarta década del siglo IV de nuestra era.

En cuanto a las torres, son un elemento que se suma a los anteriores a partir del siglo V, surgiendo específicamente en el Medio Oriente con las iglesias de mampostería sirias que presentaban una fachada con torres laterales apuntadas y con fines defensivos, una entrada central con arco de medio punto al igual que nichos de medio punto a lo largo de la misma. Un ejemplo de este tipo de arquitectura es la iglesia de Turmanin (Siria) construida hacia el año 480 d. C.

Arte y religión se unieron en los primeros cinco siglos del cristianismo y con mayor fuerza en los primeros dos siglos después de su reconocimiento como religión del imperio. La antigua domus ecclesia, comunitaria y con un sentido inmaterial, se transformó en un molde sustituto del cielo por el que se pudiera caminar cada domingo y cada día de fiesta. La casa de reunión de los cristianos era ahora la casa real de Dios, y por lo tanto estaba obligada a tener un diseño apropiado.

En los siglos posteriores, y con la sucesiva aparición de nuevos estilos, se levantaron templos monumentales que intentaban aproximarse a la infinita grandeza del Creador. Procopius, historiador de la corte del emperador bizantino Justiniano resume el papel de la divinidad en la planificación de las iglesias:

Cuando uno entra en esta iglesia a rezar (a la catedral de la Divina Sabiduría o Santa Sofía en Constantinopla), entiende de golpe que no ha sido realizada gracias a ningún poder o habilidad humanas, sino que esta obra ha sido tan bellamente labrada por la influencia de Dios. Y así, su mente se eleva hacia Dios y exaltado, sintiendo que Él no puede estar lejos, no puede sino fascinarle de un modo especial habitar este lugar que Él ha escogido.

III.1.2.- Naves

La nave principal se encuentra flanqueada por dos naves laterales que cumplen la función de sostén de la misma lo que le permite a ésta ganar mayor altura. Cada nave se divide en ocho tramos o módulos a cuyos lados, adosadas a los muros de cerramiento laterales se encuentran las capillas.

III.1.3.-Capillas

Por cada nave lateral se encuentran tres capillas adosadas de las cuales las próximas inmediatas al muro de la fachada son de planta cuadrangular y bóveda de arista. Las demás capillas de las naves laterales son de menor dimensión al presentar la mitad de la longitud que las anteriores; su planta es rectangular y están abovedadas por bóvedas de medio cañón. Todas se comunican con las naves laterales por medio de un vano en el muro de cerramiento que consiste en un arco de medio punto con impostación directa en el muro (sin columnas o pilastras), y sin ninguna molduración. Cada capilla sólo contiene tres ménsulas (molduradas en forma de talón) sobre las que se asienta un plinto cuadrangular. Estas ménsulas están adosadas a la pared del fondo de la misma las cuales sirven de basamento a las imágenes religiosas. La iluminación se logra por medio de un amplio rosetón en la parte superior de este muro. Por su corto espacio, no cumplen ninguna función litúrgica y sólo se usan para la oración individual.

III.1.4.-Cabecera

La cabecera, cuadrada exterior e interiormente, es cerrada por el muro oriental y ocupada por el presbiterio donde se encuentra el altar mayor y dos capillas con sus respectivos altares que a su vez presiden las naves laterales. Adosada al exterior del muro de la cabecera se encuentra la sacristía, de forma cuadrangular la cual no presentan detalles arquitectónicos de relevancia. Posee ventanales de medio punto y está dividida en tres secciones de diferentes niveles. Es importante hacer referencia a la completa colección de vestiduras litúrgicas que se conservan aquí, las cuales fueron utilizadas en la liturgia anterior a las reformas del Concilio Vaticano II. Destacan las mismas por la riqueza de los bordados, el perfecto acabado de las imágenes pintadas en ellas, de marcada influencia bizantina. Se compone esta colección de casullas, dalmáticas, amitos, albas, estolas, cíngulos, manípulos, capas pluviales, paños humerales, roquetes y los paños para recubrir los vasos sagrados. Su estado de conservación es bueno a pesar que muchas presentan roturas, desgarros y mutilaciones por el tiempo y el desuso. Los variados colores de estos ornamentos responden a una simbología en cuanto a su utilización; así tenemos que el blanco se utilizaba en las solemnidades mayores de Nuestro Señor, de la Virgen, de los confesores y de las vírgenes. El encarnado, en la fiesta de Pentecostés y para las fiestas de los mártires. El verde para los domingos y demás días comprendidos entre la Octava de Epifanía y Septuagésima, y entre la Trinidad y Adviento. El morado para los días de penitencias, que eran el Adviento, la Cuaresma, días de rogativas, vigilias y témporas. El negro se utilizó para los servicios del Viernes Santo, misas funerales y demás servicios de difuntos.

III.1.5.- Pie

El último tramo de la nave principal, junto al muro occidental o de la fachada, es ocupado por el contrapórtico en el primer nivel, y en el segundo la tribuna de la cantoría, protegida por un antepecho armado en hierro que da a la nave principal. Su espacio ocupa la medida de la mitad de un módulo de la bóveda.

III.1.6.- Niveles

Para adaptarse a las características del terreno, una superficie reducida y con una notable pendiente este-oeste, la iglesia presente dos niveles, el primero de mayor altura, ocupado por el presbiterio y las capillas laterales a éste, y un segundo nivel de menor altura ocupado por el resto de la edificación. Salva esta diferencia una solución de gradas, de cuatro escalones, que en la antigua iglesia eran cerradas por la balaustrada del comulgatorio.

III.2.- Aparejos

La fábrica presenta dos tipos de construcción, producto de su historia constructiva. Las naves, muros de cerramiento y bóvedas, de nueva construcción, están construidos en sillería de ladrillo unidos por hormigón y aparejo de friso continuo. La fachada y torres, de antigua construcción, fueron realizadas en mampostería y argamasa y recubiertas en los lados exteriores por friso continuo.

III.3.- Columnas y pilastras

Las columnas son de sección circular, de fuste estriado y sin éntasis, diseñadas en el austero orden dórico, soportan la descarga de las cubiertas por medio de arcos de medio punto. El modelo de capitel dórico de la iglesia de Lobatera, que se repite en todas las columnas y pilastras de la misma fue tomado del capitel de las columnas que forman el arco triunfal de la puerta principal con la diferencia de que el collarín de las columnas del frontis posee tres rosetones y los de las columnas del interior son exentos.

Las columnas están conformadas por los siguientes elementos arquitectónicos: la basa formada por un plinto con toro y listel del cual arranca el fuste que está adornado con 16 vivos (o acanalamientos). Separa el fuste del capitel un astrágalo seguido por un amplio collarín (exento de adornos) que está separado del equino (de cuarto bocel) por tres anillos (en forma de esgucios superpuestos). Sobre el equino se levanta un ábaco cuadrangular con molduraciones de talón (moldura sinuosa cóncava por abajo y convexa por arriba), éste da paso inmediatamente a la base de impostación de los arcos. Las pilastras presentan la misma basa y capitel con la diferencia que la superficie del fuste es exenta. Todas las columnas ubicadas entre las paredes de cerramiento de las capillas laterales son de sección cuadrangular con capitel dórico que cumple la función de punto de imposta a los arcos formeros de las referidas capillas.

III.4.- Arcadas

La nave principal está separada de las laterales por dos series de arcadas, con molduras que reproducen las divisiones de los capiteles. Su forma sobresale de los muros de apeo de las bóvedas y están sostenidas por nueve pares de columnas de las cuales las últimas, que sostienen el tramo de la cantoría, están adosadas al muro de la fachada. Los vanos de medio punto de las arcadas recaen sobre capiteles dóricos, que reposan en columnas acanaladas.

III.5.- Muro de apeo de la bóveda

Sobre los arcos formeros de las arcadas que dividen las naves se levanta el muro de apeo de la cubierta que finaliza en un filete o listel, a la altura de las golas y el esgucio de las cornisas de las columnas y pilastras que sostienen los arcos torales del presbiterio. Este listel recorre todas las arcadas longitudinalmente, levantándose sobre éste el triforio compuesto por una serie de pequeños ventanales de arco de medio punto, de igual tamaño, cinco por cada tramo o módulo y separados por el peralte de sección cuadrangular de las columnas que sostienen las arcadas.

Sobre estos ventanales encontramos una gran cornisa volada perimetral a toda la nave principal (salvo en el muro de cierre de la fachada) que sirve de imposta y marca el arranque de la bóveda. La cornisa, de gran vuelo, se presenta moldurada basándose en cavetos, boceles y listeles que se doblan, en la correspondencia con los peraltes de las columnas de sostén, dando la forma de capiteles que cumplen la función de imposta a los arcos fajones moldurados que refuerzan la bóveda central.

III.6.- Naves laterales

Las naves laterales a una altura muy por debajo de la altura de la mayor, se comunican con ésta a través de los arcos formeros de medio punto con molduras que reproducen las divisiones de los capiteles de las columnas. Las columnas de sostén de las naves laterales, junto al muro de cerramiento, son columnas dóricas adosadas al muro, las mismas sostienen los arcos formeros, recibiendo la presión de estos y de los arcos fajones.

III.7.- Altar mayor y presbiterio

El altar mayor y el presbiterio están separados de la nave principal por un arco triunfal (ubicado bajo el arco perpiaño que une a la bóveda de la nave principal con el muro de apeo de la cúpula) y que en realidad es uno de los arcos torales que sirve de sostén a la cúpula.

III.8.- Capillas laterales

Las capillas laterales del presbiterio están separadas de las naves laterales por arcos perpiaños de medio punto y del presbiterio por arcos torales. El arco de medio punto que poseen estas capillas y que se encuentra inscrito en la pared de cerramiento de la cabecera de la iglesia, presenta una ornamentación geométrica que inscribe un arco de circunferencia moldurada cuya parte superior encaja con el arco de medio punto que sostiene la bóveda. En el centro del arco de circunferencia moldurada se encuentra una figura ornamental de un círculo en altorrelieve con un botón en su centro. Asimismo encontramos, como marco a la hornacina de la capilla, un arco de medio punto sostenido por columnas dóricas que viene a ser continuación (por su altura) del nivel de las bóvedas de las naves laterales.

IV. Cúpula

Cubriendo el tramo del presbiterio, exactamente sobre el altar mayor, y como el elemento arquitectónico del conjunto más monumental por sus dimensiones (es el elemento más alto de la iglesia; en la región sólo se le equipara con la cúpula del frontis de la iglesia de San Juan Bautista de San Cristóbal), se encuentra una cúpula enhiesta conformada por una base cuadrada de impostación que está sostenida por cuatro pilastras sobre las que se levantan los arcos torales que sostienen los muros de apeo de la cúpula. Dichos muros le sirven de base y se trasdosan, por medio de una solución de voladizos o pechinas en un octógono, separado de las pechinas y arcos torales por un anillo o cornisa que sigue el mismo estilo de los cornisamentos de las naves de la iglesia. Para marzo de 1952 el sostén de la cúpula estaba finalizado (los nervios) y se había cerrado las paredes del primer y segundo cuerpo. Estaba sin recubrirse los paneles de la cúpula y sólo sobresalían las bases del cupulino. Los andamios se fijaban a través de vigas que iban incrustadas en siete troneras que se dejaban en las paredes de ladrillo. Los listeles y molduras se realizaron por medio de moldes de encofrado.

IV.1. Cuerpos

Forman la cúpula dos cuerpos de luces, que en este caso no toman la forma típica de tambor sino continua la forma octogonal del anillo. Este primer cuerpo posee ventanales para su iluminación y es seguido por un segundo cuerpo, que realza la altura de la cúpula y que también posee ventanales. Estos cuerpos están separados por otro anillo o cornisa y los dos sostenidos por ocho pilastras adosadas de sección cuadrangular que toman la forma de las aristas del octógono.

IV.2.- Bóveda

En el tramo donde finaliza el anillo o cornisa del último cuerpo, se da comienzo a la bóveda semiesférica reforzada por ocho nervios que confluyen en lo más alto de la cúpula donde se abre otro anillo que sostiene y da paso a una linterna o cupulino de cuerpo también octogonal. La cubierta de este cupulino reproduce a su vez la bóveda semiesférica de la cúpula y cuyos nervios confluyen en una dovela o clave circular que da sostén al cimborrio, coronando la cúpula un remate formado por una cruz trebolada. En el entrepaño este de la bóveda, exteriormente, fueron fijadas una serie de pequeñas varillas metálicas transversales que a manera de escalera permiten el ascenso al cupulino.

IV.3.- Iluminación

La iluminación, inspirada en los modelos bizantinos de ventanales para el tambor de las cúpulas, se logra a través de ocho grandes vanos con vidrieras de colores en el primer cuerpo (azul y rojo suave), que en forma son idénticos a los de las naves laterales: un gran arco de medio punto que contiene a su vez dos estrechas ventanas con vidrieras, también de medio punto, divididas por un ajimez sin capitel y con un óculo de vidrio en la parte superior de las ventanas, la diferencia se presenta sólo en el marco de los ventanales, que no es de listel, como en las naves laterales, sino que reproduce las molduras del capitel de las columnas del templo. En el segundo cuerpo de la cúpula se encuentran ocho ventanales de cuatro lóbulos con vidrieras y con derrame moldurado hacia el exterior. El cupulino contiene ocho ventanales sencillos de arco de medio punto con vidrieras.

V. Techos

V.1.- Nave principal

La techumbre de la nave principal es una bóveda modular generada y sostenida por arcos fajones unidos por arista y formeros de medio punto. El abovedamiento de toda la iglesia se realizó con ladrillos cuadrangulares (los cuales se podían observar en la parte exterior de la bóveda hasta 1991 cuando al impermeabilizarse fueron cubiertos), las bóvedas no poseen cubierta por lo que el lineamiento de su forma es claramente percibido desde el exterior.

La nave principal, dividida en ocho tramos separados por los arcos fajones, responde al tipo de bóveda de arista modulada que tiende a dar la sensación de formar una bóveda de cañón continua. Específicamente, la bóveda de arista del templo de Lobatera, es la resultante de la intersección ortogonal de dos bóvedas de cañón de la misma altura. Las líneas de intersección de estas bóvedas son dos elipses, que reciben el nombre de aristas. Por ser producto de la intersección de dos bóvedas desiguales, el espacio cubierto por la bóveda es de planta rectangular y recibe el nombre de módulo.

V.2.- Naves laterales

Las naves laterales parcelan sus tramos a nivel de bóveda de aristas, producto de la intersección de bóvedas de medio cañón con bóvedas de un cuarto de cañón. Las mismas están separadas por arcos fajones de un cuarto de punto adintelado ya que al llegar a la altura de la clave, se prolongan en línea recta hacia las pilastras que, encastradas en el muro de impostación de las bóvedas, soportan la fuerza generada por el peso de la bóveda principal y la distribuyen a las naves laterales. De esta forman, pasan a cumplir la función de arbotantes internos de apuntalamiento que al contrarrestar el empuje de la nave central, permiten a esta ganar una considerable mayor altura.

En concordancia con el estilo de construcción, arquitectura inspirada en el románico, la estructura de las naves laterales desempeñan el papel de soportes y a su vez son componentes del espacio arquitectónico ya que originan nuevos volúmenes y espacios (naves suplementarias).

V.3.- Capillas laterales y presbiterio

A lado y lado del altar mayor, y presidiendo las naves laterales se encuentran dos capillas cubiertas con bóvedas de arista moduladas y con clave hojosa en forma estrellada de ocho (8) divisiones u hojas (se repite en todas las claves de las bóvedas de del templo), de mayor altura que las naves laterales que presiden, son iluminadas por un ventanal que reproduce las características de los ventanales de las naves laterales.

VI. Iluminación

VI.1.- Nave principal

El ámbito destinado a la celebración comunitaria: presbiterio y nave principal recibe una mayor luminosidad. La luz solar penetra al interior del templo a través de vanos abiertos en el nivel de las paredes de cerramiento de los arcos formeros de la nave principal, dos en cada tramo y a ambos lados de la nave principal. Estos vanos hacen la función de claristorio, su forma es del tipo termal sostenido por parteluces. Igualmente, los ventanales del triforio, cinco por módulo, permiten la entrada de la luz, la cual es tamizada por cristales de color verde y amarillo (en tono suave).

La tribuna de la cantoría, por su parte, es iluminada por un gran vano, en forma de rosetón radial centrado en un pequeño óculo, abierto a poniente que permite ampliamente el paso de la luz del ocaso a la nave principal. Es uno de los elementos más resaltantes de la construcción por su sencilla pero admirable perfección en el acabado de sus detalles.

VI.2.- Capillas laterales y presbiterio

La organizada distribución de los vanos que permiten el paso de la luz natural, está ordenada de forma que las naves laterales, zona reservada a la meditación y oración personal reciban una luz matizada y discreta, La iluminación de las naves laterales se logra a través de ventanales, sin derrame, que se alternan entre las paredes del muro de cerramiento que separa las capillas. Los mismos están formados por un gran arco moldurado de medio punto que contiene a su vez dos estrechos y alargados vanos también con arco de medio punto cerrados por alargados vitrales. Estos dos vanos están divididos por un ajimez sin capitel y sobre la parte superior intermedia de los vanos se encuentra un sencillo óculo con vidrio. Este tipo de ventanal, es acorde al estilo utilizado en la construcción de la iglesia, donde debe predominar la construcción o la piedra sobre la luz, a diferencia de otros estilos como el gótico donde la luz dominaba sobre la construcción. El marco de los ventanales es una molduración que reproduce los elementos artísticos de los capiteles de las columnas (en los ventanales de las capillas del presbiterio) y en los restantes, de las naves laterales, reproduce el listel que recorre la nave principal.

La iluminación del Baptisterio se logra por cuatro ventanales que reproduce las características de los ventanales de las naves laterales. Las demás capillas no poseen ventanales con vitrales y su iluminanación se logra por medio de un rosetón con dovelas y parteluces, de idéntica composición, en cuanto a las dovelas, de los vanos termales de la nave central.

VI.3.- Iluminación artificial

La iluminación artificial de la iglesia, según el diseño original era del tipo indirecta, de luz blanca, producto de la ubicación de un sistema de lámparas (tubos fluorescentes) instalados en los relieves arquitectónicos que permitían iluminar la superficie blanca de las bóvedas de las naves y capillas y el intradós de los arcos, siendo dichas lámparas invisibles desde el nivel del piso. Al no conservarse este sistema original de iluminación, se sustituyó la artística iluminación indirecta por una iluminación ordinaria directa de reflectores de luz amarilla.

Otro tipo de iluminación del interior de la iglesia es la propia del altar mayor y de cuanto a él se refiere, según las normas prescritas por la liturgia, esta debe ser con base en velas de cera o lámparas de aceite. Las normas establecían rodear al altar mayor con seis cirios sobre sus respectivos candeleros, que deben ser aumentados a siete cuando celebre misa en ese altar el obispo de la diócesis.

Frente al sagrario debe existir permanentemente una lámpara o candelero que representa el honor debido al Santísimo Sacramento y para que sirva de señal a los fieles al indicarles dónde se mantiene la Reserva. Así, según la antigua tradición eclesiástica:

Debe arder continuamente, de día y de noche, por lo menos una lámpara, que se ha de alimentar con aceite de olivas o con cera de abejas; mas en los lugares donde no pueda conseguirse aceite de olivas, se autoriza al Ordinario local para que, según su prudencia, lo sustituya por otros aceites, a ser posibles vegetales.

VII. Exteriores

La volumetría externa traduce fielmente la disposición interior del templo. Así se aprecia con claridad el buque central de la nave mayor flanqueado por las naves laterales a menor altura sobre las que se adosan tres capillas a lado y lado de las naves laterales, siendo todo esto presidido por la fachada triunfal a cuyos lados se encuentran las torres geminadas. Es muy nítida la delineación de los cuerpos y de los ejes principales del templo. Igualmente se puede apreciar el cuerpo del presbiterio con las capillas laterales y la monumental cúpula que se levanta sobre el entorno, al igual que los antiguos martyria de los orígenes del cristianismo.

Una figura ornamental que no se percibe fácilmente en los exteriores son las pequeñas gotas (formas cónicas) invertidas que se encuentran y marcan los puntos de intersección de los arcos formeros de las naves laterales. Estas gotas presentan en el espacio dos acanalamientos que a su vez reproducen la forma de la misma gota.

Podemos afirmar que la ubicación del templo con respecto a su entorno es privilegiada ya que el mismo permite apreciar en un alto porcentaje los diferentes volúmenes del edificio. Así, rodea el templo, hacia su sección norte las edificaciones de la Casa Parroquial y su solar. Desde aquí, anteriormente no se podía observar la construcción estudiada, pero sí últimamente, ya que se ha conseguido una nueva panorámica del templo y la colonial casa parroquial al construirse, en los terrenos donde se levantó la vieja casona de la Sucesión Sandoval Zambrano, un espacio recreacional denominado Paseo Artesanal. Por la sección sur, rodea el edificio un área verde (Parque Mons. Manuel García Guerrero) que permite la total visión tanto de las bóvedas, torres y cúpula como de las paredes de cerramiento de las capillas laterales, vanos y ventanales. Por su sección este se detalla el exterior de la sacristía y la imponente cúpula, y por su sección oeste, desde el bulevar peatonal construido recientemente (1993) que unió el atrio de la iglesia con el parque Bolívar, se puede apreciar en toda su dimensión la fachada del templo.

VIII. Vitrales

Los vitrales o vidrieras de la iglesia de Lobatera se encuentran en los ventanales de las naves laterales, de la Capilla del Baptisterio, en el triforio y en la cúpula. Todas son exentas en la representación de figuras humanas, relatos bíblicos o hechos de santos. En su lugar encontramos figuras tomadas de la simbología cristiana. Instaladas en 1967 proceden de una fábrica colombiana ubicada en la ciudad de Cali, de nombre comercial Casa Velasco. No están encajados directamente en el vano sino se unen a este por medio de una solución de delgadas barras de hierro distribuidas en forma dentada cuyos extremos, alternados, sostienen el vitral y se adosan a los vanos, dando la sensación visual de estar suspendidos los vitrales entre los vanos de los ventanales.

IX. Ornamentación

En la ornamentación se obvió, con la única excepción del tímpano del frontón principal de la fachada y de las figuras sobre el entablamento de las puertas laterales, de toda decoración propia del estilo original adoptado en la construcción. Esto puede ser interpretado como una variante característica del neorrománico que tendía más a la sobriedad clásica que a la complicada decoración medieval. Es propio acotar que el motivo principal que caracterizó al arte románico fue la escultura simbólica que permitía enriquecer, decorar y embellecer los muros. Esta escultura simbólica venía dada por dos razones fundamentales: El horror vacui u horror al vacío y la adaptación al marco. La primera le hacía poner sobre la desnudez de los muros, arquerías ciegas, frisos y estatuas. La segunda obligaba al escultor a plegar al capricho de las jambas, de las arquivoltas, de los tímpanos, de los capiteles y de las cornisas, follajes, volutas y personajes que se convierten en hombres-tallos y en mujeres-serpientes. Esta abundancia de figuras teriomorfas y semihumanas hizo exclamar a San Bernardo su famosa frase: "Deformis formositas ac formosa deformitas – Esa extraña fea belleza y bella fealdad"(al lanzar su ataque contra los adornos románicos de la abadía de Cluny).

X. Altar Mayor

El altar mayor -la mensa Domini de los principios del Cristianismo- es de tipo fijo, consta de una losa rectangular de un solo bloque de piedra natural (mármol), íntegra y no friable. Está exenta tal y como lo restablece la liturgia postconciliar.

Está sostenida por un pedestal cúbico en su centro. Este pedestal tiene en su cara frontal, en los cuadrantes dejados por una división en cruz, esculpidas alternadamente las formas de las especies eucarísticas (uvas y espigas de trigo). Ayudan a sostener la mesa, por sus extremos, cuatro marmolejos o pequeñas columnas de capiteles troncopiramidales con cruces de Malta esculpidas en sus cuatro caras. Son los únicos elementos que por sus características reproducen uno de los tipos de capiteles románicos (de cesta lisa y redondeada en sus ángulos inferiores). El fuste de estos marmolejos o columnas es exento, se encuentran bajo los esquineros de la mesa y están elaboradas en la misma clase de piedra marmórea.

El bloque de la mesa lleva incisas cinco cruces griegas, una en el centro y las restantes en los ángulos, además del óculo o sepulcrum continens reliquias, que tapado con una piedra del mismo material, guarda las reliquias de los santos con los cuales fue consagrado el altar. Se encuentra este óculo exactamente bajo el lugar donde celebra la eucaristía el sacerdote.

Se ubica el altar sobre un plinto rectangular de mármol negro de un solo peldaño y bajo el octógono generado por la cúpula del presbiterio.

Los altares secundarios o de las capillas laterales al presbiterio, trabajados en granito, se apoyan en la pared que les sirve de fondo y que sirve de base a la hornacina donde se encuentran las imágenes bajo cuya advocación están las capillas, son losas rectangulares, con listeles, sobre la que se adosan dos losas menores que forman una especie de escalera que finaliza en el nicho donde se encuentra la imagen principal de la capilla. El altar menor es sostenido por una base cuadrangular sencilla, sin molduras y con una cruz latina que se dibuja sobre en su cara frontal; estos altares no tienen ninguna utilización litúrgica. Los nichos para las imágenes son hornacinas alargadas, abiertas en el muro de cerramiento de la cabecera y rematados por un arco de medio punto, teniendo por marco una moldura que reproduce la de los capiteles de las columnas del templo. Las hornacinas de los dos altares del presbiterio, a su vez, están inscritas bajo un arco de medio punto mayor sostenido por dos columnas dóricas que vienen a ser la proyección ortogonal de los arcos perpiaños que separan las capillas de las naves laterales.

XI. Imaginería

Las imágenes son casi en su totalidad del tipo bulto redondo y policromadas. Sólo existe una de vestir. Los títulos de las capillas responden a la advocación de la imagen central de la misma y estos son, con un sentido de descripción que parte desde la entrada al presbiterio, los siguientes:

XI.1. Nave lateral derecha o del Evangelio

Santa Leocadia, más las imágenes de San Antonio de Padua y Santa Teresita de Jesús. La imagen de Santa Leocadia, de fines del pasado siglo y la de mayores dimensiones, como imagen de bulto del templo, por sus dimensiones, presenta deterioro en su policromía que amerita una restauración científica. Junto a esta capilla, en la pared sur de cerramiento del templo, cerca de la puerta lateral sur, encontramos un cuadro de grandes proporciones de Nuestra Señora del Rosario, perteneciente a la escuela florentina del pasado siglo (firma como su autor: Pietro Pezzanti, 1890). Este lienzo es una verdadera obra de arte que pasa desapercibida por errónea colocación y exposición ya que su proximidad a la puerta lateral está aumentando progresivamente su deterioro, perdiéndose su grandeza, expresión y colorido.

Asimismo se encuentra en esta capilla, en su centro la figura del Santo Sepulcro. Es una talla de medianas proporciones que muestra a Jesús yaciente y que data de 1927 (según las señas en la caja donde venía embalada desde España, que aún se conserva en la sacristía).

El sepulcro, con paneles de cristal y armazón de madera con policromía dorada, presenta molduras basadas en festones y roleos vegetales. Este fue donado por el Dr. Luis María Morales García y las pequeñas imágenes de bulto de los cuatro ángeles portacandeleros, de fina talla, que se encuentran en los ángulos del mesón base, fueron donación de la Srta. Delia María Rivas. Asimismo el fino sudario que cubre la imagen, adquirido en Gran Bretaña, fue donación de la Sra. Carmen Gómez, éstas dos últimas persona ya fallecidas.

El Calvario (Un Cristo crucificado de dimensiones monumentales y artísticamente perfecto. Las características de la estilización de la figura se pueden asociar con los Cristos del escultor español Juan Martínez Montañés (Cristo de la Clemencia, sacristía de los Cálices, Catedral de Sevilla, s. XVII), Nuestra Señora de los Dolores (única imagen del templo que es de vestir y que al ser revestida, para la solemnidad del Viernes de Dolores, reproduce y adquiere el estilo y los rasgos de las vírgenes barrocas sevillanas) y un San Juan Bautista.

En el muro oeste se encuentra una lápida sepulcral de mármol, tallada en la marmolería Hermanos Pérez de Cúcuta (Colombia). Esta lápida cubre la tumba, de tipo nicho columbario, donde se encuentran los restos del Pbro. Pedro María Morales (1875-1925). La misma reza: Pbro. Pedro María Morales - Fue un mártir, deja una obra imperecedera, Dios le ha concedido el cielo, había cumplido su misión en la tierra. Lobatera 8 de Nov. de 1925.

Nuestra Señora de Coromoto (con la imagen de esta virgen, Santa Lucía y San Judas Tadeo).

XI.2. Nave lateral izquierda o de la Epístola

Baptisterio, originalmente, hoy convertido en la Capilla de la Sagrada Familia cuya imagen, de fines del pasado siglo, es la más antigua del templo. La misma fue sometida a una errónea restauración que, sin variar los colores, alteró la textura de su policromía original; en el suelo de esta capilla, e indicado por una lápida sepulcral, reposan los restos del Ilustrísimo Mons. Manuel García Guerrero (1908-1986; párroco de Lobatera desde el 23 de noviembre de 1943 al 1 de diciembre de 1984) y en su pared este, en un nicho columbario, los restos del Pbro. Delfín Medina Sandoval (1912-1972) que por razones desconocidas, no presenta ninguna inscripción. La ubicación del baptisterio junto al pórtico o entrada es una costumbre tridentina que desapareció con las reformas del Concilio Vaticano II. En esta capilla se encuentra, disimuladamente, una puertecilla de marco cuadrangular que comunica con las escaleras de acceso a la cantoría.

Nuestra Señora del Carmen (más las imágenes de San Miguel Arcángel y San Isidro Labrador). Aquí encontramos otra puertecilla que comunica con el acceso a la casa parroquial.

Niño Jesús de la Eucaristía (más las imágenes de la Inmaculada Concepción y San José).

XI.3.- Capillas del presbiterio

XI.3.1.- Capilla lateral derecha o del Evangelio

En su altar se encuentra la imagen de Nuestra Señora de las Mercedes, imagen que representa a la advocación mariana bajo cuyo patronazgo están las ferias y fiestas de Lobatera. Si bien, estas ferias, las cuales incluían corridas de toros, se comenzaron a celebrar el 28 de diciembre de 1774 en honor a Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá; en un año aún desconocido por los historiadores, se comenzaron a celebrar en honor a Nuestra Señora de las Mercedes.

Como datos hito, tenemos que el libro de la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá conserva el registro las festividades en honor a esta virgen, patrona del pueblo, desde el 22 de marzo de 1774 al 29 de diciembre de 1850, y en el mismo no se encuentra ninguna referencia a la posible festividad en honor a Ntra. Sra. de las Mercedes. Se deduce de esto que el inicio de las celebraciones de las ferias y fiestas del pueblo en el mes de septiembre es una costumbre posterior a 1850.

En cuanto a presencia y veneración de la virgen de Las Mercedes es de data muy antigua. La primera referencia que hemos encontrado nos ubica en 1799 cuando el mayordomo de la Cofradía de Nuestra Señora de la Limpia y Pura Concepción entregaba las cuentas de fin de año.

Cuenta de lo que yo, Domingo Borrero, tengo cobrado y persevida de la Cofradia de Conseccion Desde el mes de Febrero de año de 99… Ytem pa aiudar a componer las andas de las Mercedes – 2 ps.

Y para 1824, Mons. Rafael Laso de la Vega Obispo de Mérida, y en su Visita Pastoral a Lobatera, de fecha 20 de septiembre, ordenaba levantar un inventario para recuperar las pertenencias de la imagen de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá. Solicitó el Sr. Obispo que:

Acabese de componer el camarin, vendansen los diges (dijes) o alagillas manuales que no sean necesarias para el adorno de la imagen, aplicadas antes a las Mercedes, las que le sean utiles.

Inmediatamente, se efectuó el inventario y allí se describen las alhajas que pertenecían al lienzo de Ntra. Sra. del Rosario de Chiquinquirá:

Ytem otra gargantilla de oro, y un rosario de granates verdes con diez cuentas de oro con su ovalo engarzado en oro que tiene Nuestra Señora de la Merced. Ytem una estampa engarzada en oro con la imagen de Nuestra Señora de los Dolores y San Francisco de Paula que tambien tiene Nuestra Señora de la Merced.

A esto se le agrega la donación de una campana que hiciera el Sr. Pedro María Reina, a Nuestra Señora de las Mercedes, en 1860 y que aún permanece en el campanario del templo.

XI.3.2.- Capilla lateral izquierda o de la Epístola

Guarda la imagen del Sagrado Corazón de Jesús. Esta imagen, junto a la de Ntra. Señora del Carmen, San José y el Niño Jesús tenían inscritas en su peana la dirección de la fábrica española de procedencia: F. Vila Plaza Santa Ana 7 y 26 Barcelona-España siendo adquiridas por el Pbro. Pedro María Morales a principios de siglo. Su estilo es naturalista, propio de la escuela catalana de fines del siglo XIX.

En los depósitos de la Casa Parroquial, se encuentran cinco imágenes de vestir. Sin poder establecer su antigüedad, sus tallas y rasgos responden a un estilo criollo colonial. Las imágenes corresponden a los pasos de Semana Santa y representan a las Tres Marías (María Salomé, María Cleofás y María la de Santiago), la Verónica y a Santa María Magdalena; en ésta última, el acabado del rostro es más perfecto y natural. Todas se componen de una cabeza y manos articuladas, elaboradas en yeso y madera, montadas sobre un caballete fijo. Asimismo, se encuentra en este depósito la cruz procesional del Viernes Santo. Es una cruz tallada en madera sobre la cual se encuentran los instrumentos de la pasión (corona de espinas, paño de la Verónica, redoblante, clavos, martillo, tenazas, escalera y dados). Sobre los brazos (o patibulum) se encuentran una mano (que simboliza a la mano del guardia del templo que abofeteó a Jesús por haber ofendido al Sumo Sacerdote) y el gallo de la Pasión (que simboliza el gallo que cantó tres veces cuando las negaciones de San Pedro). Fijos a estos brazos y unidos al pie de la cruz aparecen una lanza y una vara con una esponja al final.

Todas estas tallas sólo se colocan en la iglesia y salen en procesión junto a las imágenes del Santo Sepulcro, la Dolorosa y San Juan, la noche del Viernes Santo. Las imágenes fueron restauradas, recientemente, y erróneamente, por lo que perdieron la textura y el colorido original, dificultándose cualquier estudio tanto de estilo como de arte que permitiera establecer su antigüedad.

XI.4.- El Vía Crucis:

Las catorce estaciones están representadas en altorrelieve, con imágenes de un realismo marcado, trabajadas sobre medallones de forma tetralobulados y coronados por una cruz de remates trilobulados. Fueron importados de los Estados Unidos a principios de siglo, en su base tenían la descripción de las estaciones originalmente en inglés, pero en la restauración que se hizo de los mismos en el año de 1994 las inscripciones fueron colocadas en castellano. Los mismos se encuentran a lado y lado de las paredes de cerramiento de las naves laterales.

XII. Sagrario

La ubicación del sagrario, arca que sirve para la custodia de los vasos sagrados que contienen la Reserva Eucarística, llamada fermentum y viático en los primeros siglos del cristianismo, no es la original que se corresponde con la construcción del templo. Desde 1967 y hasta hace pocos años, el sagrario estuvo ubicado en la capilla que presiden la nave sur o de la Epístola, contrariamente a la tradición que en esos casos lo ubicaba en el muro de fondo de la capilla que preside la nave norte o del Evangelio. La capilla del Sagrario, construida idéntica a las restantes, no poseía ninguna estructura arquitectónica especial que le hiciera fijo, por lo que el arca, movible, estaba ubicada sobre el altar de dicha capilla.

Este sagrario está construido en materia noble, dura y resistente, bronce con doradura exterior, su forma es cúbica rematado por una cúpula de media esfera coronada a su vez por una pequeña esfera (que representa al orbe) y sobre esta una cruz.

Tenía sobre sí el llamado trono para la exposición solemne construido en los mismos materiales. En la parte frontal del mismo destaca una puertecilla conformada por un arco de medio punto, la misma está adornada, en altorrelieve por un cáliz del cual sobresale la mitad de una sagrada forma en cuyo centro destaca el monograma de Cristo (JHS). Rodea a la sagrada forma tres círculos concéntricos sobre los que se sobreponen tres brazos en forma de cruz. Del pie del cáliz surge una fuente a cuyos lados se encuentran dos siervos bebiendo de las aguas que de allí brotan. Dos columnas, eclécticas por su estilo ya que su fuste es del tipo salomónico y el capitel es corintio, sostienen el coronamiento superior.

Recientemente, se trasladó este sagrario, sin el trono para la exposición, al centro de la pared frontal de cerramiento del podio o synthrone, frente altar mayor. Para realzar la importancia del sitio, la pared fue recubierta en mármol negro y en el canto de la base que en forma de ménsula sostiene el sagrario, se encuentra una inscripción que reza: SOY PAN DE VIDA ETERNA.

En la remodelación de 1967, se había retirado el sagrario de este sitio y se colocó, en ese mismo lugar, a un nivel superior del altar mayor el subsellio también denominado synthrone o banco de los presbíteros (sede presidencial) donde se preside el servicio religioso, desde allí se dirigen las oraciones, se escuchan las lecturas y el canto hasta que llegado el momento de la eucaristía, se desciende al altar situado al mismo nivel de las capillas laterales del presbiterio. Desde 1991 el sagrario volvió a ocupar el lugar central del presbiterio y se mantuvo bajo este, la sede presidencial.

En cuanto la llave que cierra el Sagrario, es de resaltar que la misma se guarda en una pequeña caja circular de plata sobre cuya tapa fue grabada la siguiente inscripción: "Para el uso de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá Lobatera. Enero 11 de 1883". Se desconoce su procedencia y el nombre del donante, pero es muy probable que el mismo haya sido el Pbro. Gabriel Gómez.

XIII. Templete de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá

Adosado a la pared de cerramiento de la cabecera de la iglesia y exactamente bajo el arco toral este que da sostén a la cúpula, se encuentra sobre una plataforma de tres escalones un basamento sostenido por cuatro columnas dóricas, acanaladas y de sección cuadrada, cuya pared frontal forma el sostén del monumento del sagrario y del podio del synthrone. Posee entradas rectangulares laterales por medio de las cuales se accede a la sacristía. Su cornisamento es rectilíneo denticulado con friso cubierto por dieciséis flores de lis en su sección frontal y cinco en las laterales. Sobre este cornisamento se levanta el templete, de menor dimensión, que resguarda el lienzo de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá. Es una construcción estilísticamente clásica (siguiendo el orden dórico que predomina en la totalidad de la iglesia) que recuerda, por su diseño y tamaño, a los antiguos lararium o lararios, altares domésticos de la época romana.

Está conformado por un espacio cubierto por techo con cornisamento rectilíneo triangular con molduraciones y dentículos. Entre el arquitrabe y la cornisa se encuentra un friso que posee, en su parte frontal, como ornamento, diez rosetones, y en las partes laterales seis. Sostienen este cornisamento cuatro columnas dóricas de sección cuadrada y con fuste acanalado levantadas sobre una basa y pedestal continuo, uniendo los cuatro zócalos para servir de sostén al marco mayor cuyos bordes presentas molduras ornamentales del tipo denominado corazón y que a su vez encierra el marco de madera del antiquísimo lienzo, protegido por un doble cristal. Corona este templete una imagen de Cristo crucificado, de medianas dimensiones y artístico acabado. Es una talla española, instalada allí hacia 1972.

XIII.1.- Lienzo de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá

XIII.1.1 - Descripción

El lienzo, tensado sobre un bastidor, ocupa una superficie aproximadamente de 1m2 y sobre el mismo fue pintada la imagen de la advocación mariana de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá. La pintura fue realizada sobre una tela de lino, siguiendo la técnica de la pintura al óleo (los colores o pigmentos están disueltos en aceite secante). Tres imágenes representan a Nuestra Señora del Rosario, San Antonio de Padua (derecha) y a San Andrés apóstol (izquierda).

XIII.1.1.2 - Historia

Este cuadro, es copia del lienzo que se venera en la población de Chiquinquirá-Departamento de Boyacá (antiguo virreinato de la Nueva Granada, hoy Colombia). El lienzo original neogranadino tiene su origen en 1560 cuando el conquistador Antonio de Santa Ana construye una hacienda en Suta (próxima a la población de Chiquinquirá) y decide levantar una capilla para su uso. Antonio de Santa Ana le pide un fraile dominico llamado Andrés, que le consiguiese una imagen de Nuestra Señora para que presidiera el altar de la capilla que pensaba construir. El misionero llamó a un pintor de nombre Alonso de Narváez y le encargó la realización de un cuadro. Según las indicaciones del fraile, Narváez pintó una virgen del Rosario (protectora de la orden dominica), San Antonio de Padua (por el santo del capitán español don Antonio de Santa Ana) y a San Andrés apóstol (por el santo del cura que administraría la capilla, el dominico llamado Andrés).

Más de diez años estuvo el cuadro de Narváez presidiendo la capilla, pero motivado a las malas condiciones de conservación comenzó a deteriorarse y la pintura a caerse. En 1578 ya no se veía la imagen, por lo que el cuadro fue retirado, por orden del cura doctrinero Juan Alemán de Leguizamón, y depositado en el almacén de los corrales de la hacienda de don Antonio de Santa Ana. A principios de 1586 la española doña María Ramos rescató la borrosa pintura y la instaló nuevamente en la capilla que ella misma había ayudado a restaurar. A fines del mismo año, un 26 de diciembre, doña María y una india ladina llamada Isabel descubrieron con asombro que la pintura había recobrado su antiguo brillo y color original. La renovación fue atribuida a un milagro y la noticia se extendió, al igual que la devoción, por todo el nuevo Reino de Granada. Esta propagación, alentó la realización de copias de la imagen que permitiría rendirle culto en otras regiones lejanas a Chiquinquirá.

En la Descripción de la ciudad de Tunja hecha por la Justicia de aquella ciudad el 30 de mayo de 1610 se puede leer:

A la parte del Poniente como a ocho leguas de esta ciudad de Tunja, está la casa e iglesia de Nuestra Señora de Chiquinquirá, que tiene este nombre por serlo de un pueblo pequeño de indios, donde estando esta imagen puesta en la iglesia habrá veinte y cinco años, comenzó a hacer milagros, y desde entonces han ido en crecimiento ellos y la devoción; háse edificado una iglesia muy buena de limosna que ha costado mucho dinero. La imagen está pintada de pincel al temple en un lienzo guarnecido de madera dorada; es de estatura de una vara de medir; tiene un niño Jesús y el niño tiene en la mano un sirguerito con un rosario que cuelga de la misma mano; a los lados de la imagen están San Andrés y San Antonio de Padua.

Otra fuente histórica sobre este mismo acontecimiento la encontramos en el relato del cronista Fernández de Piedrahita al escribir al respecto a mediados del siglo XVII:

Chiquinquirá, poblado al presente de indios y españoles en los confines y fronteras de Saboyá y Muzo, a causa de la frecuencia con que acuden allí de todas las partes del Perú y Nuevo Reino a visitar el templo de la Madre de Dios que en él hay, donde se venera un milagroso retrato suyo que en un pajar halló maltratado de las injurias del tiempo María Ramos, mujer virtuosa y natural de Guadalcanal, aunque milagrosamente ha vuelto a su primer ser la pintura, sanándose las roturas del lienzo, que colocado en lugar más decente obra tantas maravillas que de ellas se podrán escribir libros enteros, no siendo el menor de sus prodigios haberse mudado con su asistencia el temperamento, de suerte que, siendo antes lugar de nieblas, como lo significa el nombre Chiquinquirá, y tan frío que se tenía por inhabitable, al presente goza del claro cielo y buen temple en que se mira la suntuosidad de la fábrica del templo de esta Señora y la riqueza interior, pues, además de los ornamentos, blandones y lámparas que tiene de gran precio, todo él está hecho una ascua de oro, y a cargo de la religión de Santo Domingo, que para asistir a su culto ha labrado claustro y convento de igual grandeza. Debajo del altar mayor, en que está colocada la imagen, hay una pequeña bóveda en que se ve una fuentecilla de agua milagrosa para todas las dolencias, y ella, y la tierra que de allí se saca, son tan obradoras de prodigios por influjo de quien las secunda, que son infinitos los milagros que con ambas se experimentan.

Para el 26 de octubre de 1592, el Rey de España pide un informe a la Real Audiencia de Santa Fe sobre la conveniencia de dar a la orden de los agustinos el culto de la Virgen de Chiquinquirá. La respuesta del monarca fue favorable y se encargó a los agustinos de la Provincia de Nuestra Señora de Gracia (espacio territorial que comprendía al Virreinato de la Nueva Granada -incluyendo la región occidental de Venezuela- y sobre el cual los Agustinos ejercían su acción misional). Posteriormente, en 1636 se entrega a los dominicos la custodia y administración del santuario de Chiquinquirá.

En el actual Estado Táchira, la devoción por la virgen de Chiquinquirá, propagada por los agustinos, data desde el XVII. Así tenemos que en 1621 doña Ana Pérez del Basto, esposa del fundador de Lobatera, don Pedro de Torres Vera, especificaba en su testamento dejar: una imagen de la Consolación y un crucifijo y una imagen nueva de Nuestra Señora de Chiquinquirá. Y en San Cristóbal, al fallecer el vecino Gerónimo de Colmenares en 1635 se inventariaron entre sus bienes: Tres cuadros, uno de un crucifijo grande y otros dos más pequeños de la figura de Nuestra Señora y San Joseph, y otro de San Francisco; más un retrato de Nuestra Señora de Chiquinquirá, pequeño. Ya para 1644 contamos con referencia sobre la existencia de una capilla dedicada al culto de Nuestra Señora de Chiquinquirá en el convento de los agustinos de la Villa de San Cristóbal:

Un fuerte terremoto sembró pánico en San Cristóbal el año 1644, quedando en pié algunos edificios como el convento y la Iglesia que, aunque sufrió algunos daños, hizo de parroquial habilitando para el culto la capilla dedicada a Nuestra Señora de Chiquinquirá.

Sobre el lienzo venerado en Lobatera, no existen fuentes de información exactas que nos indique su procedencia, su pintor y el año en que fue realizada ni el cuadro presenta alguna inscripción específica. Trataremos de reconstruir los orígenes de esta imagen a través de una proposición hipotética que intentara aproximarse a la realidad histórica:

El tamaño del cuadro, de dimensiones considerables, nos conducen a sugerir la posibilidad que el mismo hubiese sido la imagen venerada en la Iglesia de los agustinos de San Cristóbal. Veneración fomentada por el prior fray Juan Valdés para el año de 1651. Si aplicamos la inferencia a partir de la falta de datos-argumentum ex silentio- podemos decir que el lienzo pudo haber sido traído por los frailes agustinos desde Santa Fe de Bogotá; y pasar a manos de don Nicolás Pinedo de Villalobos (fallecido en 1709) y sus herederos (doña Andrea de Caicedo y José Pinedo de Villalobos, quien trasladaría el cuadro a su Oratorio en la hacienda que poseía en Lobatera). La cesión a los Pinedo de Villalobos debió ocurrir como consecuencia del cierre del convento de San Cristóbal entre 1709 y 1714. Aunque en el último año referido fue reabierto, para en 1735 perder definitivamente el rango de convento.

Por datos vistos anteriormente, sobre la hacienda de don José Pinedo de Villalobos en el Valle de Lobatera. Consideramos que el lienzo, traído muy probablemente por los agustinos desde Santa Fe de Bogotá, se debía de encontrar en Lobatera antes de 1748 cuando Pinedo de Villalobos enviaba a la secretaría del arzobispado neogranadino los permisos que tenía para usar un Oratorio en su hacienda ya su vez solicitaba la erección de la misma en vice-parroquia eclesiástica.

El lienzo conservado en Lobatera, debió de presidir el mencionado oratorio, ya que las dimensiones del cuadro lo hacía más propicio para el culto público que para el privado. Así se puede concluir que el origen y antigüedad de este lienzo, según el dato máximum post-quem de la hipótesis planteada, se ubicaría cerca del año 1640.

En cuanto a relaciones documentales sobre la imagen, la primera la encontramos en el acta de reunión y elección de los nuevos alféreces de la cofradía de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, de fecha 4 de enero de 1784. Allí el cura párroco don Juan Agustín Santos Hernández especificaba:

Para que se haga cargo de todo cuanto quanto pertenezca a la Reina del cielo y de la tierra en su bellísima Imagen del Rosario de Chiquinquirá…

Y asimismo ha hecho la festividad de Ntra. Sra. con toda solemnidad y con el adorno y decencia que aquí no habían visto: Con estreno de Velo de Princesa carmesí y blanco en su camarín como se ve con los costos… Alferez para la festivd de Na Sa del Rosario de Chiqqra titular de la Parroquia de Lobatera Jurisdn de la Villa de Sn Christoval siendo propio cura de el Dr. D. Juan Agn Santos Hernández.

La devoción popular cubrió al lienzo de gran cantidad de alhajas y piedras preciosas pues según un inventario realizado por la Cofradía en abril de 1810 se especificaba:

Sobre las alhajas en general pertenecientes a la milagrosa imagen del Rosario de Chiquinquirá. Se omitieron ponerlas en el acta.

Camarín donde se halla colocada Ntra. Sra. de Chiquinquirá en su lienzo con su marco dorado de dos varas, quasi a lo largo y dos varas de ancho, y en el mismo lienzo las imágenes de San Antonio y San Andrés. Y la corona de Ntra. Sra. de plata sobredorada con su media luna de plata. Tres piedras finas, dos zarcillos de perlas (ilegible) engarzados en oro puro: cuatro gargantillas de oro y Rosario en lo mismo con su cruz en oro (ilegible) mediana de oro: tres zarcillos de perlas finas, dos cuentas de oro, un par de manillas de corales y (ilegible) de plata...

Un sitio de Ntra. Sra. sobredorada en oro y plata con sus espejos en donde está colocada la divina Sra. y en gotera un óvalo engastado en oro con la imagen de Ntra. Sra. del Rosario y al otro lado San Francisco de Paula.

En los años siguientes, la gran mayoría de las alhajas se extraviaron y sólo se conserva en la actualidad, las que se encuentran fijadas al lienzo. De haberse conservado, nos hubiesen servido como referencia para el estudio de la orfebrería de la época. Pues la lista señalaba además, palios de Bretaña, estandartes, campanillas, coronas, cetros, candelabros, piedras preciosas, cortinas y zarcillos.

El cuadro presenta algunos remiendos en la parte inferior y zurcidos pequeños. No ha sido restaurada ni alterada o cubierta su pintura original. Las manchas de humedad que presenta fueron producto, según fuentes orales, del terremoto de 1875. Después del sismo, la imagen fue rescatada debajo de los escombros del templo parroquial y colocada bajo un improvisado toldo en la plaza mayor. Horas después de la catástrofe, se desató sobre Lobatera una fuerte lluvia que hizo volar el toldo dejando a la intemperie el lienzo, que recibió agua por pocos momentos mientras se le arreglaba el nuevo techo. Este dato también fue verificado por versiones orales de testigos del terremoto en San Antonio del Táchira, donde también se desató una lluvia momentos después del movimiento telúrico. Asimismo, la imagen, había sido rescatada de los escombros en el terremoto de 1849 y presidía las celebraciones religiosas en una improvisada capilla que se construyó en el centro de la plaza mayor de Lobatera mientras se levantaba nuevamente el templo parroquial. Sobre esta capilla, se refirió en términos drásticos, el padre José Amando Pérez, al Obispo de Mérida:

Respecto de que el Señor Jefe Político hizo fabricar una Capillita en el centro de la plaza del pueblo arruinado, no me parece que allí se deba celebrar el Santo Sacrificio de la Misa, pues además de las razones dichas sobre peligros, manifiesto que la Capillita está en el centro de la plaza, circuida de ranchos de cocina y ventas de aguardiente y guarapo y demás, en donde no se ve sino desórdenes y escándalos, y aunque estos se quiten como se ha dicho, siempre allí es el mercado según costumbre muy antigua. Y no puedo convenir ni es decente, ni de ningún modo justo, que en una capilla mal construida en medio del Mercado, y apuradamente, el Domingo cuando es más la algaraza, desorden y corrupción o embriagueces se celebre el Santo y tremendo Sacrificio de la Misa, entre aquel bullicio; así pues que hagan Iglesia en un lugar correspondiente para el Culto, con el respeto debido.

XIII.1.1.3 – Análisis de la obra

Analizando las características pictóricas de la obra, concluimos que es una obra de academia, lo que quiere decir que fue realizada por un pintor formado en alguna reconocida escuela española, bogotana o quiteña.

La textura de la pintura, la suavidad de la pincelada y la proporcionalidad de las imágenes así como el detalle dorado que adorna los halos y el borde del vestido de los santos, son características que nos pueden hacer inclinar por la escuela quiteña de pintura colonial quien se caracterizó por temas religiosos y la aplicación de la técnica del detalle dorado (de origen asiático).

Del estudio comparativo entre el lienzo original (de Chiquinquirá - Colombia) y el lienzo venerado en Lobatera, deducimos que el pintor trabajó con un boceto tomado del lienzo original o muy posiblemente pintado directamente de éste. Esto con base en las siguientes analogías:

a) Las medidas del cuadro original (1,10m x 1,24m) y las del de Lobatera (1,08m x 1,08m aproximadamente) son similares.
b) La posición de los dedos de San Andrés tanto de su mano izquierda como los de su derecha es idénticos en ambos cuadros.
c) La posición individual de los cuerpos, así como el ondulado de los vestidos, son idénticos.
d) Se utilizaron los mismos colores para recubrir las imágenes.
e) El libro que sostiene San Andrés en su mano derecha presenta las mismas características en los dos cuadros.

En cuanto a diferencias se puede señalar:

a) La posición espacial de los cuerpos se presenta más separada en el cuadro original, mientras que en el segundo las imágenes están más unidas.

b) La imagen del Niño Jesús que sostiene San Antonio de Padua sobre su mano izquierda es más grande en el cuadro original y de dimensiones más pequeñas en el de Lobatera.

Las características de esta pintura, académica, difiere del estilo colonial criollo (empírico) por la naturalidad de las imágenes. Como ejemplo se puede tomar la comparación de los rostros. En pintura original (de 1560) los rostros de los santos y la Virgen son menos humanizados, muy severos. En el segundo (s. XVII) el autor les da una expresión más humana y de misticismo. En el lienzo de Lobatera, la distribución espacial muestra los primeros signos de la perspectiva (en arte, método gráfico capaz de representar el espacio tridimensional sobre una superficie plana) que sería muy propia del barroco y que estuvo ausente en la pintura criolla de fines del siglo XVI e inicios del XVII. Igualmente, como ejemplo de la evolución de los diferentes estilos de pintura utilizados en la época colonial, podemos mencionar otra copia del lienzo venerado en Chiquinquirá y que se encuentra en la población de Río de Oro (Departamento del Cesar, Colombia). Esta imagen, de fines del siglo XVI, es una copia criolla donde se observa la desproporción de los volúmenes y el trazado rudimentario en el delineamiento de las imágenes así como la ausencia absoluta de profundidad. La misma fue encargada por Gaspar Barbosa, encomendero de Brotaré (cerca de Río de Oro), para presidir el oratorio de su hacienda.

XIV. Pila bautismal

De la pila bautismal no se han encontrado registros documentales para su datación. Ha sido a través de fuentes orales, como se determinó que era la misma pila bautismal de la iglesia de principios de siglo. Es una estructura de madera y estuco artísticamente trabajada, reproduce la forma de un copón y contiene en su parte superior la pila del agua lustral. Su tapa es corrediza y semiesférica siendo coronada por las figuras de Cristo y San Juan Bautista que reproducen la escena bíblica del bautismo de Jesús. Está ornamentada, en su base, por las figuras de cuatro los evangelistas (San Marcos, San Lucas, San Mateo y San Juan) con sus respectivas alegorías (el león, el ángel, el toro y el águila), una en cada cara de la base. Estas imágenes son de bulto y se encuentran dentro de un nicho con doselete y ménsulas, sostenido por columnas dóricas de fuste liso.

La pila bautismal fue retirada de su lugar original (Capilla del Baptisterio) en 1986 para realizar los trabajos de apertura de la fosa de Mons. Manuel García Guerrero, y desde esa fecha no se le ha establecido un sitio fijo, actualmente se encuentra, siguiendo las disposiciones litúrgicas postconciliares, a un lado de la capilla del Sagrado Corazón de Jesús en el presbiterio. Sufrió una errónea restauración que la privó de su color original y del fino trazado de los detalles que poseía, presentando actualmente ciertas mutilaciones en su estructura.

Existe, a la entrada del templo junto a las primeras columnas, una pila para el aqua lustrali o agua bendita que perteneció a la iglesia anterior a 1950 originalmente eran dos). Es una imagen de bulto de principios de siglo, de fino acabado, salida de la fábrica Deprato en Nueva York y consta de un ángel, de medianas proporciones, en posición de rodillas, sosteniendo una pileta en forma de concha marina cóncava. La base la conforma un pedestal octogonal de madera, utilizado en la antigua iglesia. La función ritual de esta pila es la de purificación de los fieles al entrar al recinto sagrado. A principios de siglo, según fuentes orales consultadas, el padre Pedro María Morales enseñaba en las lecciones del catecismo que, al entrar en el templo, los fieles debían persignarse con esta agua y recitar el salmo 50, el Miserere, antes de asistir a los oficios religiosos.

XV.- Sede Conciliatoria (Confesionarios)

Cuenta el templo con dos sedes conciliatorias o confesionarios ubicados próximos a las capillas del Baptisterio y de Santa Leocadia, trabajados en madera, se encuentran empotrados en los muros de cerramiento de las naves laterales. Su forma es rectangular, con sede y dos reclinatorios; no poseen ningún valor artístico ni arquitectónico de importancia. De los confesionarios pertenecientes al antiguo templo de 1908, aún se puede apreciar uno de ellos, artísticamente trabajado en madera, el cual consistía únicamente en una silla, cerrada a lado y lado por tabiques de madera con vanos y recubierta por un dosel en forma de arco de cuarto de punto. Este confesionario sigue cumpliendo sus funciones en la Capilla del Humilladero a la entrada de la población.

Texto cuyos datos descriptivos son válidos para el año 2000. Tomado de: SÁNCHEZ E. Samir A., Revista Táchira Siglo XXI, UCAT, San Cristóbal, 2000.